Hasta peinetas de cobre le encargan a artesano de Llolleo: "deja el pelo lisito"
Un coma diabético fulminante casi termina con la vida del sanantonino Juan Monsalves, quien perdió su fuerza producto de esta descompensación. Hoy se gana la vida fabricando productos de este cobrizo material.
Las pailas, las pulseras, los adornos, los mate e incluso hasta las peinetas no solo están hechas a base de cobre, sino que también se funden en la destreza, la desesperación y la superación de quien les da vida: el artesano Juan Monsalves Gumera, de 61 años.
Este sanantonino está instalado en uno de los vértices de la plaza de Llolleo, precisamente en el de avenida Providencia con Del Canelo. Allí, junto a su esposa, de hace exactamente 44 años, vende artículos a base del rojizo material.
"Hace muchos años que aprendí a hacer este tipo de artesanías, pero estaba dedicado últimamente a trabajar con fierros. Hacía salamandras y tuve que dejar de hacerlas y retomar el cobre por lo que me pasó", adelanta.
El 19 de noviembre de 2016 Juan Monsalves estuvo a punto de perder su vida producto de un coma diabético que sufrió al interior de su hogar, ubicado en el sector de Las Acacias, en Llolleo.
Previo a esta descompensación, debido al aumento de glucosa en su sangre; este artesano, junto a uno de sus hijos, viajó hasta la Sexta Región a buscar un automóvil que había adquirido.
"El autito estaba súper malo. No tenía frenos y cuando lo fuimos a buscar con uno de mis hijos, lo tuvimos que traer tirándolo. Imagínese cómo venía yo: estresado, asustado y ansioso por llegar. Llegamos y cuando lo ocupé siempre tenía panas", describe.
Las rabias, el estrés y el nerviosismo, sumados a la hipertensión que también lo aqueja, dice Monsalves, provocaron este coma diabético que casi termina con su vida.
"Me llevaron al consultorio de Las Lomas (Néstor Fernández Thomas) y después me trasladaron al hopital Claudio Vicuña. Estuve mal y luego de tres días me dieron de alta. Quedé con una parálisis ocular. Por un ojo veía por cuatro. Estaba mal y no teníamos cómo hacer plata", confiesa.
El sueldo de chile
Poco a poco Juan Monsalves se fue recuperando, pero no volvió a ser el mismo de antes. Perdió fuerza y, por consiguiente, ya no puede trabajar en la producción de salamandras.
"Estuve vendiendo frutillas por un tiempo, pero los inspectores no te dejan trabajar, así que volví a las artesanías de cobre. Saqué un permiso y hace 10 días estoy vendiendo mis fabricaciones acá en la plaza de Llolleo", dice este artesano.
Juan confiesa que "yo no tengo ningún estudio. No pude terminar el colegio porque éramos pobres y teníamos que trabajar. Todo lo que sé es un don que Dios me dio y yo lo pongo a disposición de la comunidad. A veces uno vive cosas que no quisiera pero es su voluntad y tenemos que acatarla. Yo, pese a todo, estoy feliz y tirando para arriba", manifiesta este optimista sanantonino y padre de tres hijos (Masiel, su hija mayor, Robinson y Edith).
Sus productos
"Mi esposa me ha soportado 44 años", dice Juan. Pero ahí están los dos "en las buenas y en las malas", como agrega.
"Ella fue operada del corazón y por lo mismo no puede trabajar. Recibe una pensión de invalidez. Ahora me acompaña cuando vengo a vender", comenta.
Entre sus elaboraciones se pueden encontrar pailas que van desde los 8 mil a los 20 mil pesos; adornos, como carretillas, a 5 mil; mate, a 25 mil; y pulseras, a 2 mil.
"Viene harta gente a comprar pero los que más llevan cosas son los extranjeros. Los estadounidenses son los que más me encargan pailas. Yo hago de lo que me pida la gente, incluso una persona me encargó una peineta", cuenta en relación a este implemento para el cabello que tiene un valor de 15 mil pesos.
Según afirma Juan, "sirve para relajar el cabello. El pelo tiene electricidad y el cobre es conductor de electricidad. Estas dos cosas ayudan a dejar el pelo lisito. Hace que se relaje y quede más liso",
Al artesano lo pueden encontrar en la plaza de Llolleo junto a su esposa vendiendo sus productos de artesanía.
"Espero que nos vaya bien, con el favor de Dios, porque es la única forma con la que podemos para la olla junto a mi señora", culmina Juan con una paila de cobre entre sus manos.
20 mil pesos puede llegar a costar una paila de cobre.