Los "cocineros al rescate" que regalaron comida a los damnificados por los incendios
Un grupo de ocho sanantoninos llegó hasta la localidad de Las Corrientes, en la Octava Región, donde prepararon y entregaron cientos de raciones para los voluntarios y los afectados.
Después de más de 15 días de emergencia, los incendios forestales que han afectado a las regiones Sexta, Séptima y Octava finalmente comenzaron a ser controlados.
Apagar el fuego, lamentablemente, es solo la primera fase para reponerse de esta tragedia que consumió cientos de viviendas en estas tres regiones del país.
Se calcula que cerca de 15 mil personas llegaron hasta la zona de la catástrofe para combatir las llamas y prestar ayuda humanitaria. Entre ese verdadero ejército de voluntarios hubo ocho sanantoninos que durante esta semana se "sacó la mugre" cocinando para quienes hace más de dos semanas no recibían un plato caliente de almuerzo.
Se trata de los "cocineros al rescate", como los apodaron en el pueblo de Las Corriente, en la Región del Biobío, quienes después de las 500 raciones perdieron la noción de cuántas personas habían sido alimentadas gracias a su desinteresada cooperación. Calculan mil por lo bajo.
"Todo partió por un posteo de Facebook donde invité a mis amigos para que fuéramos al lugar. Después de unas llamadas, logramos reunir a un grupo de ocho muchachos y un gran número de productos, ropa y verduras", contó Rodrigo Cifuentes, impulsor de la cruzada solidaria.
En una caravana de cuatro autos salieron "a la suerte", según contó otro de los miembros.
Después de hablar con varios lugareños se enteraron de que la localidad de Las Corrientes, a pocos kilómetros de Santa Olga, también era víctima de la devastación.
"El 60 por ciento de las casas se había quemado", agregó Cifuentes.
Allí fueron recibidos con entusiasmo por la directora de la escuela rural de ese poblado, donde hicieron el primer lote de raciones.
"Estábamos en una sala que se había visto afectada por el fuego, al igual que gran parte del colegio", complementó Cifuentes, quien hasta la mañana del viernes también prestó oído a los damnificados.
Crudos testimonios
"En la noche, cuando ya dejábamos de cocinar, las personas se acercaban a conversar. Estaban cansados y querían liberarse del estrés que vivieron. Un caballero me contó que quedó atrapado con sus hijas entre las llamas y otro que tuvo que cruzar el fuego en su camioneta para salvarse", agregó.
A las pocas horas los ocho sanantoninos fueron reubicados en una carpa y volvieron a encender las ollas. Decenas de kilos de arroz, tallarines y porotos fueron parte del menú, que además salieron a repartir en sus autos a los caseríos más cercanos.
"A la gente se le caían las lágrimas, porque había poca comida. En los albergues se les entregaba lo justo y muchos no habían tenido la oportunidad de sentarse a comer algo caliente y bien preparado. No quiero que suene mal, pero la gente tenía hambre, tenía apetito. Nosotros quedamos con el corazón contento, pero también dolía ver eso", prosiguió Cifuentes.
"A pesar de todo, la pena duraba súper poco. No vi a nadie con actitud negativa. Todos decían 'de esta nos vamos a levantar, vamos a construir nuestra casa de nuevo'. Eso es muy emocionante", finalizó.
"A pesar de todo, la pena duraba súper poco. No vi a nadie con actitud negativa. Todos decían 'de esta nos vamos a levantar, vamos a construir nuestra casa de nuevo'",
Rodrigo Cifuentes, parte de la comitiva."