Raúl Abarca Pailamilla
El brasileño Marcelo Corte (33) la ha pasado mal en los últimos dos meses. Cuenta que arrancó de Brasil hastiado del contrabando que ejercía su propia familia con apoyo de la policía gaucha y que ponía en peligro su vida.
El 21 de diciembre pasado decidió escapar de su cruda realidad y tomar pasajes rumbo a Chile para buscar un futuro más tranquilo.
"Allá la policía es corrupta. Quieren ganar mucha plata y con mi familia tenían contrabando de cigarros, DVD y drogas. Si alguien hablaba a uno lo mataban. Por lo mismo decidí escapar luego de denunciar todo esto en mi país", relata este nuevo vecino de Cartagena.
Desde Brasil llegó hasta Argentina y desde ahí viajó a Valparaíso, donde le ofrecieron un trabajo en la comuna de Cartagena.
"Yo estoy en Chile con visa de turista. Quiero quedarme acá porque necesito trabajar para poder irme a EE.UU. Por eso cuando me ofrecieron trabajo acá en Cartagena me vine", confiesa en "portuñol".
Lo único que solicitó para trabajar en el popular balneario fue el hospedaje.
"No tenía nada, ni siquiera donde quedarme para dormir. Entonces como era con hospedaje, me vine a trabajar a una residencial de Cartagena", relata.
Denuncia ABUSO
Marcelo Corte comenta que está angustiado y muy afligido puesto que no ha conseguido un contrato laboral que le permita extender su visa para hacer su vida acá en la provincia, aunque solo por un tiempo.
"Cuando fui a saber más para extender mi visa, me pedían un contrato de trabajo. Ando con varios currículos, porque necesito trabajar en lo que sea", admite compungido.
Pero su primera experiencia laboral no fue de las mejores.
Según su propio testimonio, en la residencia de Cartagena no lo pasó bien. Confiesa que "me sentí como un esclavo" por los exigentes horarios de su trabajo y como si fuera poco no le quieren pagar las dos semanas que aguantó en su primer empleo en Chile.
"Tenía que comenzar a funcionar a las 7 de la mañana hasta las 2 de la madrugada, apenas dormía 5 horas. Estaba reventado a los pocos días de haber comenzado", describe.
Además no tenía días libres para reponerse de las arduas jornadas de trabajo. "La dueña no me canceló lo que trabajé y ahora no tengo trabajo. Estoy sin pega y sin plata. Pero sí también he encontrado buenas personas que me han ayudado".
19 horas trabajaba diariamente Marcelo Corte en una residencial de Cartagena, según reveló a Diario El Líder.