Las mil y una historias del sanantonino que conoció 148 países y habla seis idiomas
Con apenas 16 años, Miguel Ángel Contreras tomó la decisión de embarcarse en la marina mercante. A pesar de la oposición de su padre, decidió seguir adelante. Por diez años estuvo recorriendo el mundo hasta que el terremoto de 1985 lo trajo de vuelta a su natal San Antonio.
Cuando Miguel Ángel Contreras (58) dice que la historia de su vida estaría buena para escribir varios libros, no cabe duda que tiene toda la razón.
A los 16 años tomó la decisión de unirse a la marina mercante y a pesar de la oposición de su padre, quien incluso lo amenazó con golpearlo si se iba, él no quiso echar pie atrás. Sabía que esta era una buena oportunidad para salir adelante.
"En esa época uno trabajaba mucho y ganaba poca plata. Yo no quería eso, quería ser algo mejor, por eso decidí embarcarme y hasta el día de hoy creo que fue la mejor experiencia de mi vida. Llegar a un país extraño no era fácil y menos conseguir dinero, pero era lo que yo quería", afirma.
Durante los diez años que estuvo embarcado tuvo la posibilidad de recorrer 148 países y de aprender seis idiomas: griego, francés, alemán, holandés, italiano y portugués. Además, según su propio relato, fueron muchas las personas que lo ayudaron durante esa época, aunque se acuerda de una en especial.
"Me acuerdo que cuando llegué a Roma, en Italia, estaba esperando el tren y un tipo intentó robarme la maleta. Le dije "pa dónde vai con mi maleta ctm". Ahí se dio cuenta altiro que yo era chileno por los garabatos que le eché. Al final después me invitó a almorzar y me prestó plata porque nos hicimos muy amigos. Después me fui a Grecia. Ahí conocí a una chica", cuenta, entre risas.
"Yo tengo muchas historias. Recuerdo que una vez pasé de España a Francia colgado de un puente de trenes. En otra ocasión dormí en el Coliseo, que al final es pura ruina", agrega.
Miguel Ángel asegura que no sólo tuvo la posibilidad de recorrer el mundo y de estar con muchas personas, sino que también pudo conocer a muchas mujeres. "Tuve 15 hijos. Cuatro con mi esposa que falleció hace unos años y el resto con otras mujeres que conocí en mis viajes. Tengo hijos en Italia, en Holanda, en Valdivia".
-¿Entonces es cierto esa frase que dice que los marinos tienen un amor en cada puerto?
-Sí, eso es cierto. Además yo era joven y tuve mucha suerte.
Recuerdos
-Si yo le pregunto qué recuerdos tiene de esos viajes, ¿qué es lo primero que se le viene a la cabeza?
-Penélope (responde de manera instantánea). Aparte de mi esposa, ella ha sido la segunda mujer que más he querido.
Miguel asegura que a esta holandesa, rubia de ojos azules, la conoció cuando iba viajando a París desde Madrid. "Ella iba arriba del avión sentada a mi lado y a mí me gustó altiro. Penélope también era casada y cuando me conoció dejó a su marido de inmediato. Se supone que yo iba a Grecia, pero al final me bajé en París donde vivía Penélope", recuerda.
Durante los dos años que estuvieron juntos, Miguel recorrió casi todo París y Holanda acompañado de esta mujer. "Con ella conocí el mundo de los millonarios. Nos servían la comida en una mesa gigante. Para ella había un garzón y para mí una garzona. Comíamos con cubiertos de plata. Cuando los vi por primera vez, me quise robar uno altiro (ríe), pero ella me dijo: 'mi amor, a usted le compro lo que quiera', entonces cómo esta mujer no me iba a marcar. Estuvimos en los mejores hoteles como el Hilton y el Sheraton. Ella me enseñó a ser más educado, a respetar y a querer".
Tras el terremoto de 1985, el sanantonino decidió dejar atrás su romance con Penélope para regresar al lado de su mujer.
"Cuando fue el terremoto mi mujer estaba sola con mis tres hijos. Las réplicas venían a cada rato, por lo mismo, yo no podía dejar a mi familia. Ahí decidí dejar la marina mercante", sostiene.
-¿Y nunca más supo de Penélope?
-Sí, supe de ella, pero al final perdimos el contacto. Nosotros tuvimos un hijo.
Entre tantos recuerdos, a Miguel se le viene otro nombre a la cabeza: Viki.
-¿Otra mujer?, parece que tenía harta suerte con el género femenino...
- Sí (ríe). Mucha suerte.
Según su historia, a Viki la conoció en Grecia, cuando Miguel no estaba atravesando por un buen momento. "Yo estaba muerto de hambre cuando conocí a la Viki. No tenía un sólo peso en los bolsillos. Ella me acogió para una Navidad en su casa en la ciudad de Bríndisi, en Italia. De ahí nos fuimos a Patras, en Grecia.
San antonio
Tras pisar tierra de manera definitiva, Contreras comenzó a buscar qué hacer para mantener a su familia.
"Yo estuve en el inicio de la línea de colectivos Mar Azul. También tuve camiones, micros y barcos... incluso fui bombero, dirigente del SAU y modelo (ríe).
-¿Cómo es eso que llegó a ser modelo?
-Por una mujer llegué a ser modelo. En la Gato Negro estuve varias veces modelando. También fui bombero, salvavidas de la playa de Llolleo y ahora tengo el restaurant, aunque debo confesar que con esto último me siento encerrado.
-¿Echa de menos sus viajes en barco?
-Sí, mucho. A veces me dan ganas de vender todo y subirme a un barco, pero sé que este restaurant "El Quincho Magallánico) me servirá para cuando esté viejo.
Agrega "mi hija muchas veces me ha dicho, 'vende esto papá', pero yo también tengo que pensar en lo que viene más adelante porque no sé cuánto más me queda de vida, pero la verdad, es que me gusta la libertad".
Nietos
Por estos días, Miguel Ángel está concentrado en disfrutar del cariño de sus seis nietos. Asegura que a través de ellos ha intentado recuperar el tiempo que no pudo compartir con sus hijos mientras andaba embarcado. "Soy muy bruto, pero también muy sensible y la verdad es que el cariño de mis nietos me hace llorar".
"Yo llegaba a Chile, mi mujer estaba embarazada y después me iba dos años. Estaba cinco o seis meses con mis hijos, y cuando se acostumbraban a mí, tenía que volver a dejarlos. Ahora mis hijos están grandes y muy bien, pero no gracias a mí, sino que a mi señora, porque ella los crío, yo sólo aportaba el dinero. Ella les dio todo", agrega, con mucha nostalgia.