Los artesanos emprendedores que quieren recorrer el mundo con su arte
Catalina Negrete y Erwin Kittsteiner decidieron vivir de sus habilidades manuales y, entre otras cosas, pretenden crear el primer pueblito artesano de la costa.
Los emprendimientos parecen ser la nueva apuesta laboral para muchos jóvenes en nuestro país.
Bien lo sabe Erwin Kittsteiner (32), quien dejó atrás su trabajo como jefe de proyectos de una empresa de software para dedicarse de lleno a su pasión por la artesanía.
"Trabajaba en Santiago y renuncié en el 2015. Me dedicaba a diseñar softwares y a implementarlos en hospitales. Estaba todo el día en la pega y no veía a mi familia", cuenta el emprendedor, que aprovechó su mejor destreza y ahora fabrica accesorios con arcilla polimérica.
"Tengo esta habilidad desde que tenía 4 años, lo descubrí jugando con plasticina", afirma, mientras las clientas consultan precios y vitrinean la mercancía en una improvisada feria artesanal del balneario de El Quisco.
Erwin comenzó a trabajar con la arcilla creando figuras, pero la flexibilidad que tiene el material le permite realizar casi cualquier tipo de accesorio, como aros y prendedores.
"Esto se moldea, se hacen las figuras con todos los detalles y se hornea. Después de eso se empieza a endurecer y ahí se van decorando y se hace la presentación", explica mientras muestra los distintos personajes de películas convertidos en aros colgantes.
"Hay muchos diseños de las películas de Studio Ghibli (animación) que ahora la gente está viendo harto, entonces aprovechamos eso, la habilidad y la técnica", afirma.
Pero Erwin no es el único talento de la familia. Catalina Negrete (29), su pareja, se dedica a tejer con las técnicas de crochet y palillo. "Mi fuerte son los vestidos de niñas", manifiesta la joven que aprendió el tejido cuando era pequeña.
"Me enseñó mi tía cuando yo tenía siete años. Ahora ella me ayuda con los tejidos que vendo. Hago vestidos y también costuritas", dice, indicando las prendas que tiene a la venta, confeccionadas por sus propias manos
Los conocimientos de diseño de vestuario de Catalina, dieron paso al primer emprendimiento de la pareja, que se conoció hace siete años por internet.
"Llevábamos como un año de pololeo cuando se nos ocurrió ponernos en el persa Biobío con unas poleras que hacíamos con serigrafía (técnica para imprimir imágenes sobre algunos objetos o materiales). No resultó mucho, porque el diseño que hacíamos no se vendía tanto, pero fue lo primero que hicimos como emprendedores y nos sirvió", reconoce Erwin.
Priorizar la familia
Cuando Erwin decidió abandonar su trabajo estable y emprender con su mujer, dejaron Santiago y se instalaron en la comuna de El Quisco, hace ya casi dos años.
"Nos vinimos en marzo de 2015. La gracia que tiene El Quisco es que tiene mucho apoyo al emprendedor. Hemos vivido en distintas partes del Litoral, pero decidimos quedarnos acá por un tiempo", afirma el artesano.
"Igual ha sido difícil emprender", dice Catalina. "Es de mucho esfuerzo pero entretenido. Además, podemos disfrutar a los niños que es lo más importante para nosotros", agrega la mujer que incluso decidió educar a sus hijos en casa para estar más tiempo con ellos.
"Estamos buscando una educación distinta para los niños", expresa Erwin, quien no se arrepiente de haberse pegado el salto y hacer su propio negocio.
"Cuando trabajaba en softwares, mi señora estaba complicada en la casa con los tres niños, así que fue una forma de ayudarla también. Lo más complicado fue poder trabajar en la casa. Antes me iba a la oficina y tenía ocho horas para hacer la pega tranquilamente, en la casa no se puede estar muy tranquilo cuando hay niños", asegura.
-¿Cómo fue el cambio de trabajar en una empresa grande a hacerlo de forma independiente?
-Fue algo que asumí de un día para otro, no me complicó. Tuve muchas recompensas, porque veía a mis cabros chicos. Me dejé de perder varias cosas y a la más chica la he visto crecer.
Erwin cuenta que a sus dos hijas menores les gusta trabajar con él. "Les compré sus materiales y la Julieta, que tiene cuatro años, ya hace figuras bien bonitas. Esas las regala o se las vende a sus abuelas.
En ferias
Por estos días, Catalina y Erwin participan de ferias locales o en la capital ofreciendo sus diseños, pero no descartan instalarse en un lugar propio.
"Meses antes de renunciar a mi antiguo trabajo ya íbamos a ferias en Santiago y acá en la costa. Estuvimos todo un año así, viajando. A veces teníamos cinco ferias en tres días, entonces mi señora iba a una y yo a otra. Ha sido súper movido esto", asegura el comerciante.
"Ahora formamos una cooperativa, faltan un par de trámites para hacerlo más formal pero somos la primera cooperativa de El Quisco. Queremos hacer un pueblito artesano o tener alguna tienda y exportar nuestros productos", cuenta la pareja.
"Queremos darle una vuelta al emprendimiento, mejorarlo. Tengo varias ideas, desde seguir con la artesanía hasta crear un par de video juegos que tengo pensado hace mucho tiempo. Los empecé a desarrollar pero por cosa de tiempo nunca los terminé", explica el hombre que además quiere llevar a su familia a recorrer el mundo y vivir del oficio.
"Uno de los planes a futuro que tenemos es irnos a recorrer todo Chile y después América Latina. La ida es vivir de esto o algo similar, que podamos ir trabajando en el camino", asegura.