Jóvenes peluqueros se lucen con cortes a lo futbolista en El Quisco
César Fuenzalida y Nicolás Martínez se encargan de mantener el look de los veraneantes y quisqueños, que cada tres o cuatro días piden retocar su cabellera.
¿A lo Vidal o Varguitas? Cualquier corte que el cliente prefiera es posible para César Fuenzalida (18) y Nicolás Martínez (20), dos jóvenes que dejaron atrás los prejuicios y se atrevieron a destacar en un rubro poco común en los varones.
"La barbería es antigua, pero acá en Chile no se daba mucho", explica Nicolás, quien reconoce que su interés por el oficio nació de la necesidad propia.
"Ni un peluquero me dejaba como yo quería, entonces empecé a cortarme solo y a experimentar con familiares y amigos", dice.
Al ritmo del reggeatón y con turistas mirando sus destrezas, los lolos pasan el tiempo encachando a los clientes que cada tres o cuatro días se acercan a la galería Abraham Riadi, frente a la plaza de El Quisco.
"Algunos cabros vuelven en menos de cinco días y otros vienen cada tres semanas, depende del presupuesto", aclara César, pues los valores de los cortes varían entre cinco y nueve mil pesos.
"Hay gente que se puede gastar veinte lucas al mes en solo cortar y más encima se compran ceras y productos para mantener el pelo", agrega el muchacho, que dice haber aprendido el oficio de forma autodidacta.
"Aprendí mirando a un amigo que cortaba el pelo y me empezó a gustar. Le cortaba a familiares en la casa y cuando vivía en Santiago, los vecinos me iban a buscar a la casa para que les cortara", cuenta el joven que decidió dejar la carrera de programación para dedicarse de lleno a la peluquería.
"Me cambié de rubro. Es que lo otro no me gustaba mucho, tenía que estar muy encerrado siempre trabajando en el computador", manifiesta César, tras medio año trabajando de manera profesional.
"He aprendido rápido trabajando aquí con los cabros. Hice unos cursos también y tengo mis máquinas hace dos años, pero hace seis meses que estoy trabajando full", expresa.
Uno de los requisitos para trabajar en la barbería, es que los jóvenes tengan sus propios implementos, según cuenta Fuenzalida.
"Tengo una máquina que me la compré recién ayer. Cada uno tiene que traer sus máquinas y tampoco son muy baratas, pero estoy acostumbrado a trabajar", afirma el lolo que desde los 14 años se gana sus propios pesos.
"Trabajé en una pizzería y en estacionamientos para apoyar con lucas a mi familia. También para tener mis cosas, porque cuando era más chico siempre quería las zapatillas más caras y me decían que no porque no había plata, entonces me las tenía que comprar solo no más", recuerda.
"Siempre he sido bueno para la pega, malo para los estudios, pero bueno para trabajar", asegura.
Estudiar y emprender
En la necesidad básica de un corte de pelo, estos jóvenes no solo supieron ver una oportunidad laboral, sino que ahora sueñan con perfeccionarse y tener su propio negocio.
"Quiero estudiar peluquería, porque aún no hay títulos para barbería aquí y después de eso llegar a tener mi barbería, algo propio, ojalá con amigos", afirma Nicolás.
César tampoco se queda atrás y comenzará en los próximos meses a profesionalizarse en el oficio.
"En abril empiezo a estudiar para ser estilista, para atender a mujeres igual, no solamente a los hombres", cuenta ilusionado a pocas semanas de trasladarse a Viña del Mar.
¿Qué les parece que cada vez haya más hombres interesados en este oficio?
- Hoy en día hay harta competencia, pero siempre va a haber gente que quiera cortarse el pelo y los cortes de moda duran como cinco días o seis máximo, así que hay harta pega. Es bacán que ahora los hombres se preocupen cómo se ven, incluso más que las mujeres.
El degradé es el corte que más piden, corte al cero con navaja, explica Nicolás, mientras da los últimos retoques al cliente de turno.
"Si hablamos de cortes de los famosos, el que más piden es el de Eduardo Vargas. De Vidal a veces, pero son más los que se quieren parecer a Vargas", sentencia Nicolás.
¿Cuánto te demoras en hacer un corte de pelo?
Me puedo demorar mínimo media hora, de repente menos, depende de lo que me pidan. Si llevan diseño, ya me demoro más.
Y así, nuevos clientes se entregan a las manos del quisqueño que estudió en Algarrobo y terminó la enseñanza media en una escuela de Las Cruces.
"No era muy bueno para los estudios, terminé en un dos por uno. Si esto empezó como un hobbie nomás pero después me quedó gustando", asevera el veinteañero que encontró su pasión entre peines y tijeras.