Mabel Quintanilla rehizo su vida en el norte tras ser degollada por su ex esposo
La sanantonina cree que su caso es similar al de Nabila Rifo y pide justicia para su agresor.
El 16 de diciembre de 2004, en una feria navideña que se había instalado frente al edificio de la Gobernación Provincial de San Antonio, la llolleína Mabel Quintanilla Utreras sufrió el brutal ataque que le marcaría la existencia para siempre. Roberto Silva Ponce, el hombre que había sido su esposo, quiso matarla. Para ello y en medio del gentío que se agolpaba en los puestos de venta, el sujeto tomó un cuchillo y degolló a la misma mujer que, supuestamente, alguna vez amó. En plena vía pública, la desdicha de la violencia intrafamiliar terminaba así su escalada irreversible en el seno de una familia que viviría con dolor intenso esta horrible experiencia. Aquella Navidad no existe para Mabel.
Esa tarde San Antonio quedaría impactado ante la maldad de Roberto Silva. En el hospital Claudio Vicuña, los médicos lograron lo que parecía poco probable. Mabel, débil pero firme y aferrada a la vida, resistió al murmullo de la muerte que intentó llevarla a conversar en la oscuridad. Contra todo pronóstico, ella sobrevivió al alevoso acuchillamiento. Su caso hoy es un ejemplo de resistencia femenina.
El agresor, que luego sería capturado por la policía, enfrentó un juicio oral que concluyó con una condena de 12 años en su contra por el delito de parricidio frustrado. Y aunque estuvo prófugo tras conocerse la sentencia, finalmente cumplió la pena o al menos parte de ella. A Mabel las secuelas del vil ataque aún, por momentos, le nublan la mente.
Transcurridos 13 años de este hecho, acaso uno de los más graves de este tipo ocurridos en la provincia de San Antonio, Mabel Quintanilla vuelve a repasar los episodios que tanto la dañaron. La agresión sufrida por Nabila Rifo por parte de su pareja Mauricio Ortega, situación expuesta en un mediático juicio oral, ha provocado que la sanantonina se llene de impotencia, de esa sensación de injusticia que por miles se repite en el Chile aspirante a país desarrollado.
"Siento una impotencia tremenda. Tengo mucha rabia porque él (Mauricio) lo niega todo, igual que el hombre que yo tenía", afirma Mabel. Ella asimila la experiencia de Nabila con lo que vivió en la feria navideña de aquel 2004. "Creo que ella lo defendió al principio no porque no quisiera que él se fuera a la cárcel, sino porque tenía miedo y porque además los familiares de él andaban presionándola. Yo también viví eso, la familia de él (Silva) intentó presionarme para que yo dijera que él no había sido, me ofrecían plata para que hiciera eso", afirma.
Acto de valentía
Sobre la opción que tomó Nabila de inculpar a Ortega del ataque que la dejó sin sus ojos, Mabel admite que cree que fue un acto de valentía, ya que, según ella, cuesta mucho dar este paso tan importante para conseguir que se haga justicia. "Yo estuve 17 años con él y le violencia empezó desde cuando estábamos pololeando, pero como yo era joven me daba miedo, yo era una persona que no conocía el mundo, sólo sabía del mundo que él me mostró. Tenía poca educación y muy poco contacto con otras personas", sostiene al recordar que empezó a los 12 años de edad su relación afectiva con Silva Ponce. Eran los días en que ambos vivían en el pequeño pueblo de Quelentaro, en la Región de O'Higgins.
La lógica que se daba en la pareja la componían la violencia y el perdón. "Él me decía que nunca más lo iba a hacer, lloraba. Yo también tenía miedo de hacer algo y de enfrentar sola el mundo. Yo no sabía si estaba con él porque estaba enamorada o porque quería salir de la casa de mi abuela", agrega.
"A los 14 años tuve nuestra primera hija, y a los 17 el niño. Él (Silva) me agredía cuando vivíamos en Quelentaro, por eso me separé de él y en octubre de 2004 me fui a vivir a San Antonio, donde vivía mi mamá, pero él me siguió y me buscó. Yo quería huir de la violencia, mi hija mayor estaba grande, tenía 14 años y sufría depresión y bulimia por todo esto que nos pasaba", relata.
Roberto Silva insistió en que Mabel volviera con él. Ella mantuvo firme su decisión y así llegaron los días más horribles que le tocarían vivir en San Antonio. "Lo que pasó el 16 de diciembre fue lo más grave que me hizo, antes me pegaba cachetadas, puntapiés pero nunca me había atacado con un cuchillo", admite.
Nueva vida
Después de que Roberto Silva cumplió su condena, Mabel Quintanilla se propuso iniciar una vida nueva. Jamás volvió a tener algún tipo de contacto con él y, gracias al apoyo de distintas instituciones que velan por los derechos de las mujeres y del Ministerio Público de San Antonio, logró irse al norte del país para partir de cero. "Como él (Silva) se fugó después que terminó el juicio, yo tenía que salir de la ciudad de San Antonio y en eso la Fiscalía me apoyó mucho, lo más seguro era venirme al norte y así lo hice. Yo elegí venirme para acá, tomé una mochila y viajamos junto a mi hija", detalla.
Sin embargo, confiesa que la justicia flaquea al dejar en libertad a un condenado cuando apenas cumple la mitad de la pena, gracias a un beneficio carcelario. "La justicia tiene que ser más dura porque si no es así, de nada sirve denunciar las agresiones", resalta.
"Estoy súper bien. Tengo trabajo estable y estoy saliendo adelante", cuenta sobre los 11 años que ya cumplió viviendo en una ciudad nortina que prefiere no mencionar y donde es dueña de una peluquería.
Y aunque tiene una nueva pareja, Mabel reconoce que el hecho de haber sido degollada por su ex esposo, la marcó a tal punto que siempre sufre pesadillas que le recuerdan ese episodio y, por lo mismo, le cuesta creer totalmente en un hombre. "Ya no tengo tanta tristeza en mi corazón, pero es algo que cuesta mucho superar. Uno tiene que tener una persona al lado pero que la entienda muy bien y que la trate bien. Mi pareja me comprende pero si él no lo hiciera, no podríamos estar juntos. Además, tengo aún los malos recuerdos y esas pesadillas que nunca se terminan", recalca.
A sus 43 años, esta mujer enfrenta su vida con la entereza de haberle ganado a la violencia y de imponerse ante la muerte. Por esa razón, accede a aconsejar a las mujeres que estén sufriendo violencia de parte de sus parejas. "Sólo les puedo decir que se atrevan a denunciar y que no tengan miedo de salir adelante porque no es tan difícil como uno cree. Se puede salir del círculo de la violencia, hay que tener fuerza y encontrar personas que nos apoyen", dice.
Mabel en el norte disfruta de un renacer, lo que jamás encontró junto a quien quiso matarla. Allá, lejos de San Antonio, se transformó en abuela y chochea con su nieto y su nueva y feliz vida.
"Ahora soy una mujer libre, nada que ver con la vida que yo llevé con él (su ex esposo que la degolló)"
Mabel Quintanilla"
"Este dolor no se sana tan rápidamente. Yo me miro al espejo y veo las cicatrices en mi cuello, me duele un poco menos, pero el dolor está ahí",
Mabel Quintanilla"