El ex suplementero no vidente que lucha contra cinco accidentes vasculares
"Don Nano", como es conocido Fernando Santis Medina, dejó su quiosco de Llolleo y hoy se encuentra con la mitad de su cuerpo inmovilizado y con una sordera que aumenta todos los días.
"Don Nano", como es conocido este antiguo suplementero no vidente, tiene inmovilizada gran parte del lado izquierdo de su cuerpo. Su mano siniestra está agarrotada. Le cuesta hablar y su hermana "Paty", quien lo cuida desde la adolescencia, algo le logra entender para ayudarlo en sus quehaceres diarios.
Está sentado en la mesa de la cocina. Toma un té y come un pan amasado pelado. Acaba de visitar al médico en el consultorio de Las Lomas.
Está empapado por el agua de la lluvia. Su hermana dice que es porfiado. "Le he dicho que se cambie la ropa pero no hace caso. Está todo mojado, fue al doctor caminando y no se quiso poner otra cosa", cuenta Patricia Santis (56).
Fernando del Carmen Santis Medina (60) ha sufrido cinco accidentes vasculares en el último tiempo. Su hermana revela que le cuesta movilizarse y que también hay algo de depresión por todo lo que le ha tocado vivir. A veces se siente sin fuerzas, confiesa Patricia.
El primer accidente vascular le vino cuando se encontraba en su añorado puesto de trabajo: ese quiosco azul instalado en plena avenida Inmaculada Concepción, a un costado de lo que alguna vez fue el supermercados Egas, en Llolleo.
"No salgo mucho ya. Me desoriento con esta cuestión del accidente vascular. Me dejó mal. Ya casi ni salgo, porque no puedo mover mi lado izquierdo", confidencia "Don Nano" en la cocina de su casa mientras toma un trago de té para calentar el cuerpo.
No viste con su tradicional boina negra y mucho menos con sus lentes del mismo color tan característicos de este vecino de calle Ginebra con Hurtado de Mendoza.
"En el 2010 me vino el primer accidente vascular. Me pilló en el quiosco", dice casi gritando. Además de ser no vidente y de sufrir cinco accidentes vasculares, está quedando sordo.
"Sentí mucho calor. Como que algo me subía por el cuerpo. Estaba solo y a las horas llegó un hermano a ayudarme. Me sentía súper mal", recuerda.
Ese fue el primero de cinco. Los otros lo sorprendieron en su casa. Incluso en uno de ellos, como él mismo relata, perdió el equilibrio y terminó en el suelo.
"Extraño salir a trabajar. Me gustaría ir a mi quiosco, pero después que arreglaron la vereda de Inmaculada Concepción sacaron mi quiosco y pusieron otro. Me cobraban mucho por ocuparlo y no me alcanzaba", protesta un tanto triste.
"Don Nano" comenzó a vender diarios cuando tenía ocho años. Lo hacía en diferentes puntos de San Antonio y "a veces me arrancaba para el campo, para Santiago o Melipilla a vender diario. Lo pasaba bien y, por ejemplo, algunas veces llegaban buques o trenes y solo a mí me dejaban pasar para vender".
Su vida a negro
A los 18 años quedó completamente ciego. Su enfermedad viene de familia. Su abuela padeció el mismo mal, al igual que su madre.
Él veía bien hasta los 13 años cuando un desprendimiento de retina acabó con la visión de su ojo izquierdo. Finalmente, al cumplir la mayoría de edad, una fallida operación a su otro ojo, producto de una catarata, lo dejó sin nada de visión. Su vida, literalmente, se fue a negro.
"(La ceguera) Uno se lo toma casi de manera normal en mi caso. Pero eso no impidió que yo siguiera trabajando en lo que sabía hacer que era vender diarios. Ya lo venía haciendo desde los ocho años y quería seguir en eso", comenta.
En 1990 se instaló a un costado del Egas de Llolleo. Desde su hogar bajaba caminando hasta su lugar de trabajo acompañado de su bastón blanco y sus infaltables diarios.
"Siempre me han gustado los diarios. El diario de acá, El Líder, me gusta mucho porque es de la zona y a la gente también le gusta, porque sabe las copuchas de la comuna y la provincia", expresa.
-¿Vendía solo diarios, Don Nano?
-Vendía de todo. Al principio, cuando andaba caminando casa por casa, vendía puros diarios, pero después traje revistas.
-¿Y qué revistas vendía, por ejemplo?
-Caras, Ritmo, Vea y unas medias cochinas.
-Jajajaja, ¿cuáles eran esas cochinas?
- No se haga el... Si usted sabe. jajaja.
-¿De esas donde salen mujeres "piluchas"?
-Claro. Antes no había otras cosas para los chiquillos, entonces me encargaban de esas revistas triple X. Vendía la PlayBoy, Venus y Viejo Verde. Como yo andaba por todos lados la gente que no vivía cerca de San Antonio me encargaba.
-Don Nano, cambiando un poco de tema, ¿qué pasó que nunca se casó o tuvo una pareja?
La carcajada de este querido suplementero asustó incluso a sus dos perritos que lo acompañan cuando no está acostado en su habitación.
-Oiga si yo tuve hartas mujeres. Las chiquillas me buscaban. Tuve harta suerte.
Su hermana Patricia reafirma lo dicho por su hermano y agrega que "la última polola que tuvo era bien encachada. Rubiecita, bien linda. Si siempre le ha ido bien con las mujeres, lo buscan".
Él se ríe con esa risa nerviosa que lo delata y agrega: "por el trabajo conocía gente y uno también tiene sus amigas, pero yo soy más de estar solo".
"Don Nano" es un tipo solitario. Su hermana confiesa que pasa gran parte del día en su habitación, acostado o francamente durmiendo hasta que ella lo despierta para comer.
"Se levanta temprano, toma desayuno y vuelve de nuevo a su cama. Yo me voy a trabajar al almacén que tenemos acá y cuando voy a almorzar lo levanto para que vaya conmigo. Pero los accidentes vasculares lo dejaron mal, más encima, como ahora está ciego, le cuesta mucho orientarse y no puede salir solo", dice en la cocina junto a su hermano.
Patricia reconoce que "me da lata verlo así. Él siempre ha sido muy independiente. Pese a su discapacidad siempre salió a trabajar, caminaba solo, tranquilo, porque mucha gente lo conoce y lo quieren harto. Si es casi un personaje de San Antonio. Por eso me da lata que le haya pasado todo esto: que esté ciego, con estos accidentes vasculares y más encima sordo".
Fernando "Nano" Santis Medina acaba su taza de té. Dejó su pan a medio comer y se levantó de la mesa. Los perros lo miran sin moverse y él camina, con su bastón blanco, en dirección a su oscura habitación donde permanecerá hasta que su hermana lo llame a comer.