El secreto de las hilanderas que venden su lana a una multitienda
El fruto del trabajo de los grupos Santo Vellón y Artesanos de San Enrique está siendo comercializado a lo largo de Chile. El sueño de estas trabajadoras es vender sus productos en el extranjero.
T ejer es un arte que en el último tiempo pareciera haber retomado su esplendor. Por eso, la multitienda Paris lanzó una campaña donde buscaba las productoras para crear los hilos que serían vendidos a lo largo del país, con una cantidad limitada y colores tierra únicos para la ocasión, en una bolsa de tela y con palillos especiales. Lo mejor de esta idea es que dos de los grupos productores de estos hilos son de la provincia: la Agrupación de Artesanas Santo Vellón y la Agrupación de Artesanos San Enrique.
"El proyecto se llama Volver a Tejer y nosotros tuvimos que hilar 340 ovillos, como 34 kilos de lana. El resto, los palillos y las bolsitas, lo ponía la empresa Paris", contó Susana Abarca, una de las integrantes de Artesanas Santo Vellón.
"Para nosotras fue algo muy especial, sobre todo porque somos un grupo muy unido", comentó Alejandra Ávila, presidenta de Santo Vellón.
Desde Bucalemu
Hace cuatro años que las integrantes de Santo Vellón se reúnen jueves por medio en su sede ubicada en la localidad de Bucalemu, "cerca del regimiento, donde está la posta y la iglesia", explicó Carmen Aravena, de 46 años, otra de las artesanas de la agrupación.
Cada reunión de lo que comenzó como un centro de madres empieza puntualmente a las 10 de la mañana. "Nos vamos turnando para servir un tecito y se conversan los puntos a tratar: los procesos, lo que se va a trabajar y nos ponemos manos a la obra", detalló Claudia Velásquez, otra de las socias del grupo.
"Esto partió hace como cuatro años, éramos diez mujeres, pero al final solo quedamos siete", recordó Carmen.
"Esto también surgió porque el municipio y otros organismos ofrecen cursos y a uno la apoyan harto. Entonces nosotros vimos que teníamos la materia prima en la casa, porque tenemos nuestras propias ovejas, los maridos esquilan. Entonces, nosotros íbamos a poder lavar y teñir la lana, como lo hacían antes", completó Claudia.
Las mujeres del grupo se juntan durante toda la mañana y en contadas ocasiones faltan a alguna de las sesiones de trabajo-reunión quincenal. "A mí me queda retiradito, me demoro como media hora en auto y soy la que vive más alejada", contó Claudia.
"De todos modos, falto casi nunca, solo cuando llueve mucho porque no puedo salir de mi casa, pero el resto del tiempo trato de ir a cada reunión", añadió.
Desde los abuelos
Muchas de las personas que se criaron en el campo vieron cómo sus abuelos y abuelas acostumbraban a lavar lana, ya sea para tejer o bien para hacer almohadas y colchones. Por lo mismo, este taller se transformó en algo tan especial para este grupo de mujeres.
"Tengo la experiencia de mi abuelita, porque siempre la vi hilar, tejer a crochet y todo eso. Cuando la veía me encantaba y hacer esto me hace sentir bien", confesó Susana Abarca, un joven dueña de casa, de 38 años, que forma parte del taller.
"Cuando conversamos con mi abuela de todo esto del hilado y del tejido, porque ella ahora tiene 95 años, se alegra mucho y me dice que es bueno que lo haga", explicó esta madre de tres hijos con emoción en la voz.
Orgullo
Hasta antes de participar en el taller, la mayor parte de las integrantes de este grupo se dedicaba al trabajo en el hogar principalmente y jamás se imaginó las alegrías que la agrupación les podía traer.
"Muchas somos dueñas de casa, aunque igual hacemos otros trabajos algunas veces a la semana; por ejemplo, yo trabajo en casa particular algunos días", contó Carmen.
"Este fue un proyecto al que postuló el municipio y para nosotros fue una alegría muy grande, que al principio nos costó un poco porque el trabajo con el huso (instrumento para hilar) para este proyecto fue al revés del que nosotros hacíamos antes", aseguró Claudia.
"Yo me sentí grande. A mí siempre me han costado estas cosas y estos son logros de nuestras propias manos, dan ganas de conseguir más. Para uno es un tremendo orgullo vender sus productos y más así como ahora. Por ejemplo, hago ponchos y uno se siente feliz cuando a una la elogian, sobre todo porque a mí me costaba mucho esto", reconoció la mujer de 43 años.
"Tengo dos hijas, de 26 y de 16 años, y ellas me preguntaron si éramos capaces, y nosotras dijimos que íbamos a tratar de hacerlo lo mejor posible y resultó", dijo Carmen notoriamente emocionada por su labor.
"Nos sentimos orgullosas de que la multitienda Paris haya confiado en nosotras porque fue algo inesperado para todas y lo mejor es que nos ganamos un porcentaje de las ventas", confidenció Susana con una sonrisa pícara.
Lo que viene
Para este grupo de mujeres, este fue solo el primer paso. Ahora sienten que se les abren nuevas oportunidades y, por supuesto, nuevos desafíos y sueños.
"Ahora estamos postulando a una exposición en Santiago porque queremos que nos conozcan cada vez en más partes", anunció Carmen.
Hasta ahora el grupo ha participado en distintas ferias y exposiciones principalmente de la provincia. De ahí la importancia de este trabajo con la multitienda, que les abre las puertas para ir a mostrar sus hilos y tejidos a distintas partes del país.
Pero sin duda, el gran anhelo de este grupo de emprendedoras es que sus productos algún día lleguen al extranjero. "El sueño sería poder llevarlos para afuera", señaló Carmen. "Y si uno quiere, uno puede", agregó.
El secreto del éxito
Pero el secreto de su éxito, más allá de la calidad de sus productos o de la destreza que han adquirido para hilar, radica en lo que para este grupo de mujeres se transformó en un elemento clave: la unión.
"Somos bien unidas y si en algún momento llega a haber algún problema, se conversa y ahí queda. Por eso yo creo que hemos seguido y hemos logrado todo lo que alcanzamos hasta ahora. Lo que viene es crecer solamente", indicó Claudia.
"Lo mejor de nosotras es la unión, sin eso no podríamos hacer nada yo creo", complementó Alejandra, la presidenta de la Agrupación Santo Vellón.