La sabia anciana mapuche que vibra con su cultura en San Antonio
"Papai" es el título que recibe en mapudungún esta mujer de 72 años que, siendo hija de un gran cacique de Temuco, llegó a San Antonio hace más de 30 años con su familia.
Irma Eugenia Huircán Román, de 72 años, es una mapuche de tomo y lomo. Es reconocida en la asociación de Pueblos Originarios como la "papai", título que la valora como la sabia anciana, dueña de una gran experiencia en cultura y en la vida misma.
Dice que llegó desde Valdivia a San Antonio hace más de 30 años, siguiendo a su nieto que se encontraba delicado de salud.
"Yo lo había criado a él desde chiquitito y cuando trasladaron a mi yerno para acá, quise mantenerme cerca de él, porque estaba muy enfermo. Ahí terminamos viniéndonos con mi marido y toda mi familia", comenta.
Fue así como el gran amor por ese pequeño trajo a esta alegre mujer al puerto, donde echó raíces definitivamente.
"Acá (en San Antonio) vine a reconocer nuevamente mi origen mapuche, porque a pesar de que soy hija de cacique y sobrina de machis, yo regalé todas las cosas que tenía de mapuche y me había alejado de eso (su cultura). Acá me encontré con mi lamen (hermanas), nuestra familia, nuestra sangre, porque tenemos un solo padre, el wenu mapu (familia divina)", relata Irma.
Hoy pertenece a la agrupación mapuche Rayen Mapu Cariman, sin embargo, dice que lentamente comenzó a acercarse a su pueblo en San Antonio y que finalmente lo hizo gracias a las gestiones de su nieta y la Oficina de Asuntos Indígenas de la municipalidad.
Esto ocurrió hace cerca de 11 años, cuando se dio cuenta que había interesados en conocer acerca de su lengua, su cocina y sus costumbres.
"Me preguntaron si hablaba mapuche y cosas así y yo les respondí: sé de todo. Lo que usted me pregunte de mi cultura lo sé hacer", afirma.
Al recordar cómo fue acercándose a las primeras agrupaciones mapuches en la zona, Irma comenta que asistió a un wetripantu (año nuevo), donde conoció a un lonco (jefe de la comunidad) quien comenzó a descubrir y valorar cada uno de sus conocimientos, comenzando por el baile.
"Una vez me pidieron que ayudara en un rogativo y desde que me escucharon, nunca más me dejaron. Desde ahí empecé a enterarme de las agrupaciones de mujeres que había acá", indica, asegurando que antes de eso y de ser reconocida como papai, ella "vivía como cualquier huinca (chileno o personas de piel blanca)".
Lo gallardo
Desde hace algunos años, su lof, o clan familiar, está radicado en un sector de Lo Gallardo. En ese terreno Irma dice que ha cultivado cada una de las tradiciones de su cultura.
"Hago mis plantas medicinales, mi huerta con zapallo, cilantro, perejiles y lo que usted me pregunte. Hasta tengo pepinos de fruta también. Ahí tengo mis pollos, crianza de aves como patos y codornices", cuenta con alegría, mostrando una bella sonrisa y con los ojos brillando de orgullo.
Haciendo una comparación respecto al reconocimiento que ha tenido su cultura y el interés que muestra la comunidad en general por el pueblo mapuche, Irma comenta que todo ha ido evolucionando y cada vez se valora más.
"No tengo palabras para explicar el orgullo que siento de ser mapuche. Porque antes éramos mirados por la espalda, pero ahora tengo hasta cuatro o cinco autos esperando afuera de mi casa buscándome para que cante o participe como tallelfe (acompaña con el kultrún en una ceremonia) y muestre mi cultura", expone y destaca que sabe cantar en tres tonos.
Sin embargo, pese a todos los reconocimientos que ha recibido en los últimos años, Irma se siente en deuda con su propia familia, puesto que explica que sólo dos de sus siete hijos hablan mapudungún y que espera poder transmitir sus conocimientos a todos sus hijos y nietos.
"Todo el orgullo que tengo de ser mapuche quiero transmitirlo, partiendo por mis hijos, enseñándole a todos los niños a conocer nuestro pueblo. Que sepan lo valioso de nuestra cultura, que somos de sangre esforzada, porque por lo menos yo sé arar, se enyugar bueyes, sé matar corderos y de lo que usted me pregunte".
-¿Qué sentimiento aflora en usted al ver la bandera mapuche flamear en instituciones públicas como el municipio?
-Me identifica mucho y me motiva a hacer muchas más cosas. Yo izo la bandera todos los años en San Antonio y es un orgullo gigante para mí.
-¿Qué significa para usted ser papai de su pueblo?
-Para mí es un reconocimiento a mi cultura y a mis orígenes, porque sé hablar mapuche, cantar en mapuche, sé tocar el kultrún y sé muchas cosas que puedo enseñar. Eso me hace feliz y en cada una de las actividades recuerdo a todos mis mayores y todo lo que viví cuando era pequeña. Mientras voy a más ceremonias, pareciera que más ganas de cantar y de participar me dan.
Temuco
Irma cuenta que nació y se crió en tierras indígenas de Temuco y que proviene de una familia muy acaudalada de su pueblo.
"Mi papá era cacique y tenía siete mujeres. Obviamente era multimillonario, pero a la mitad de mis hermanos no los conozco, porque fuimos muchos los hijos".
Dentro de los recuerdos más vívidos que mantiene Irma, está la escena cuando salían a alguna fiesta con su padre.
"Vivíamos como en un arco donde estaban las siete casas. Cuando mi papá nos sacaba, salíamos un hijo de cada casa y partíamos en unos diez caballos. Cada uno teníamos nuestros trajes preciosos y llenos de joyas. Cuando pasábamos nosotros, todos admiraban eso y decían: allá vienen los hijos del cacique. Mientras, en una carreta de bueyes muy adornada con cintas, muy bonito, iba mi papá y mi mamá o mi madrastra. Eran ceremonias muy bonitas".
-¿Qué pasó con toda esa riqueza?
-Esa es una historia muy larga. Pero en definitiva, lo que pasó es que todos los hermanos y hermanas se repartieron y todos teníamos lo nuestro, pero a mí no me gusta tener herencias, me gusta ganarme lo mío por mis propios medios. Renuncié a todo eso y el oro, y todas esas cosas quedaron para los hermanos mayores.
-¿Eso fue en Temuco?
-Sí. De allá son mis orígenes.
-¿Y qué opina acerca del conflicto mapuche?
-Yo no estoy de acuerdo con eso. También tienen razón por todo lo que perdieron cuando llegaron los españoles, pero no estoy de acuerdo con que quemen cosas y siga más ese conflicto con violencia. Eso ya pasó. No saca nada uno con hacer una guerra, porque sigue y sigue. Además, nos complica a nosotros porque nos meten a todos en el mismo saco y no todos somos iguales. Yo espero que lleguen pronto a un entendimiento, porque lo que todos esperamos es que seamos hermanables, vivir tranquilos y contentos.