La macabra broma que habría dado origen a la leyenda del "Ñatito"
La investigación del profesor Rubén Santibáñez concluyó que se trató de un joven con problemas mentales que murió aplastado por una carreta alrededor de 1910, en lo que hoy es el Paso Sepultura, en la Autopista del Sol.
Una carreta, una cruel broma y alcohol. Mucho alcohol. Esa fue la mortal mezcla que dio un trágico origen a la leyenda del "Ñatito" hace más de cien años, en lo que hoy también se conoce como el Paso Sepultura, en la Autopista del Sol.
Esa animita, que carece de cualquier placa que mencione el nombre de quien falleció ahí, no es como cualquier otra. Para muchos es el lugar donde se ha pedido y agradecido por grandes milagros, por "el favor concedido", como dicen decenas de placas.
El monolito está casi en la falda de un cerro, en el kilómetro 84 de la vereda norte de la Ruta 78, donde decenas de velas lo iluminan por las noches y una infinita cantidad de bocinazos lo saludan. Su historia, a pesar de la fe que se le tiene, es desconocida.
Mal que mal no existe norma alguna que obligue a quien pide o agradece por algo a saber quién y cómo murió el finado al que se le rinde culto.
La gente de los poblados cercanos acude con frecuencia. Algunas personas dicen haber escuchado que se trató de un vagabundo asesinado; otras, que era un trabajador también aniquilado por la acción de terceros, aparentemente en una riña; también se cuenta que fue un camionero. A pesar de las diferencias, todas las creencias apuntan a que se trató de un hecho macabro.
Según la investigación del historiador Rubén Santibáñez, lo único cierto es la coincidencia: al "Ñatito" lo mataron.
Investigación
En su libro "El capataz del diablo", publicado en 2006, Santibáñez cuenta que "después de realizar numerosas averiguaciones", logró obtener algunos datos.
No se sabe el día, ni el mes o el año exacto en que se desencadenaron los sucesos que acabaron con su vida. Se calcula, de acuerdo a su trabajo, que fue en 1911, cuando todo ese sector no era más que fundos y haciendas donde se cultivan algunos granos, fundamentalmente trigo, y criaban animales.
En lo alto de los cerros de la Cordillera de la Costa (los que cruza la autopista), algunos inhabitados hasta el día de hoy, vivían pumas salvajes e incluso caían algunas nevazones en los días más fríos del invierno.
La modernización, que daba pasos agigantados con la construcción del puerto artificial de San Antonio, aún no dominaba cada rincón de lo que hoy es la comuna.
¿Quién era?
Se sabe que su apellido era "Cabrera", pero su primer nombre sigue siendo un misterio.
La versión más creíble provino de una mujer, agrega Santibáñez.
"Esta señala que el 'Ñatito' era un hombrecito de baja estatura, bonachón y buena persona que le hacía favores a medio mundo, pero que padecía de un marcado déficit mental que lo hacía actuar como un muchacho de cortos años", indica.
Aunque su edad verdadera era imprecisa, se cree que su edad mental era cercana a los ocho años. "Pensaba y actuaba como un niño", concluye la investigación del profesor jubilado.
"Me informé que él realizaba toda clase de labores relacionadas con la agricultura. La tarea más común que debía cumplir era la de conducir una carreta cargada de sacos con leguminosas hacia las estaciones ferroviarias de Leyda o Puangue", relata.
Siguiendo con su versión y la que han oído otros vecinos de este último poblado, en las estaciones se cargaban y descargaban productos de uso agrícola como semillas o fertilizantes.
Estos no eran pocos ni livianos y se transportaban en caravanas de seis o más carretas al mando de un capataz o un jefe designado por alguien con mayor jerarquía, probablemente un administrador o el "mayordomo" como se le bautizó en algunas haciendas.
En estas circunstancias "Ñatito Cabrera" se encontró con la muerte.
Broma
"Un tarde, después de largas horas de espera (en la estación de Puangue presumiblemente), las que fueron aprovechadas por los campesinos para beber, (los trabajadores) se disgustaron con el muchacho porque este no los acompañaba bebiendo", prosigue.
Lo empezaron a molestar. Aparentemente no era la primera vez, supone el docente.
A medida que se acercaba la noche acabó la faena. Por aquellos años se laboraba de sol a sol y en una larga caravana de carretas comenzó el retorno al fundo del que provenían. Se cree que de uno de la localidad de "Las Palmas", hacia el interior de Cartagena.
Los hombres iban sentados al frente del carro empujado por dos bueyes atados a un yugo en sus cabezas. "Ñatito" era el conductor de uno de ellos.
"Jubilosos, como consecuencia de la larga espera junto al botellón, los trabajadores traman una cruel broma como venganza, pero sin pensar que podría significarles una tragedia. Aprovechando la oscuridad, uno de los peones se encarama sobre el carruaje que guiaba el "Ñatito" y sin que éste se percatara de la maniobra se sienta a su lado y lo empuja hacia un costado", relata.
"Asustado, el hombrecito hace un sorpresivo movimiento y su cuerpo pierde estabilidad. Cayó bajo las enormes y pesadas ruedas de la carreta que destrozaron su cráneo", afirma.
Búsqueda
El autor del crimen involuntario guarda silencio por las siguientes horas. Recién al llegar los demás se dieron cuenta que el chiquillo había quedado atrás.
"Inmediatamente salieron en busca de él, para averiguar lo sucedido, ya que el campesino negaba cualquier accidente", afirma el profesor.
Recorrieron el camino de vuelta y en el lugar hoy conocido como Paso Sepultura encontraron su cuerpo. No había vuelta atrás. Su cráneo estaba destrozado.
Ese día murió el "Ñatito" Cabrera, pero también nació la leyenda.
Leyenda
En el lugar donde apareció su cadáver se levantó una pequeña caseta, pero con las remodelaciones de la ruta esta ha sido trasladada unos cuantos metros.
"Las personas más antiguas cuentan que por las noches aparecía un hombre sin rostro dando quejidos y gritos que se oían desde largas distancias", asevera Santibáñez.
Con el paso de los años, el tétrico relato de las apariciones tomó aspectos fantasiosos.
Hay registros, según el investigador, de gente que no podía conciliar el sueño porque escuchaba el lamento del muchacho.
Dos elementos que siguen incógnitos, y que probablemente perduren de esta forma, son: qué pasó con el sujeto que empujó al "Natito" Cabrera y si tuvo que responder ante la ley, y cómo se comenzó a formar su carácter de cumplidor de milagros.
Muchos mensajes, algunos con más de veinte años de antigüedad, dan las gracias por intermediaciones sobrenaturales de las que tampoco se tienen registro más que la fe de quienes se dieron el trabajo de ir a pegar una placa conmemorativa.
A menudo se ve gente orando, limpiando y encendiendo velas. Lo único seguro es la lealtad de sus fieles.