Joven sanantonina contó su experiencia de vivir en tres hogares del Sename
Cuando tenía apenas cinco años, Grisel Cuevas fue internada en un recinto de la red que financia el Estado. Hoy recuerda sus días en tres de ellos y también una tragedia que le tocó vivir muy de cerca.
Grisel Cuevas Ruiz tiene 25 años. Vive en Llolleo Alto, donde comparte sus días con su único hijo, el pequeño Benjamín, de solo 8 años.
Cuando apenas había cumplido cinco años, Grisel fue internada en un hogar del Servicio Nacional de Menores (Sename). "Mis papás se fueron cuando yo era muy chiquitita y quedé con mi abuela, pero como no podía cuidarme, me internaron en un hogar", recordó.
Estuvo en el establecimiento Las Creches y en el San Francisco de Regis, ambos en la Región Metropolitana. En uno de ellos vivió la experiencia más traumática de los 12 años que vivió en estos centros. "Estábamos jugando a la escondida, y una prima que también estaba internada conmigo, murió asfixiada porque se encerró dentro un refrigerador. Eso pasó en el hogar Las Creches y ocurrió porque no nos vieron", afirmó.
Grisel llegó a San Antonio cuando tenía 15 años y la enviaron al Hogar Villa María, que funcionaba en la casona de calle Providencia 015, y donde hoy también hay 21 niñas internadas en el Hogar de Residencia Femenina de Llolleo.
La joven recalca que siempre fue bien tratada por las "tías" del Hogar Villa María. "En realidad eran un soporte como mamá y teníamos un gran apego con ellas; lo malo era el tema económico del hogar", dijo.
Para esta sanantonina, que hubiera una "tía" a cargo de 20 niñas era como si existiera una mamá para el cuidado de igual número de hijos. A juicio de Grisel, "el Sename entregaba muy poco dinero como subvención a los hogares. Creo que la administración que está detrás es la mala".
Lo anterior, declaró, se traducía en falta de recursos. "Éramos 20 niñas en el Hogar Villa María, y aunque no puedo decir que nos faltaba para comer, se notaba que las lucas eran pocas; por ejemplo, no teníamos lavadora y debíamos lavar a mano, ahí se notaba que la subvención era la mala (para atender las necesidades del recinto y las menores de edad)".
La joven admitió que en la sociedad chilena "hay una estigmatización" con los hogares del Sename y con quienes vivieron en ellos. "No todo lo que significa Sename, significa delincuentes ni nada de eso, pero hay gente que piensa así. También se habla de mucho maltrato, pero yo nunca vi maltrato. En mi experiencia, las tías trataban de hacer lo mejor posible para nosotras, pero no podían estar en todos lados. Eso fue lo que viví yo pero no puedo hablar por las demás ", sostuvo.
el escape
A los 17 años y luego de estar por dos años internada en el Hogar Villa María, Grisel Cuevas tomó una decisión que, hoy, atribuye al espíritu rebelde que aflora comúnmente en los adolescentes.
"Me arranqué del hogar porque era como hacer algo que mi mamá no me dejaría hacer. Tenía a mi pololo de ese tiempo -que es el papá de mi hijo-, y me escapé por rebelde, porque no me dejaban salir con él", aseveró. De esa manera, fue el amor el motivo que la llevó a huir junto al hombre que la enamoró aquella vez.
solución
Consciente de que las denuncias y problemas que se han dado a conocer sobre la situación de los hogares y residencias de la red Sename, Grisel Cuevas resaltó que "lo importante es que haya más personal trabajando en los recintos y que el Gobierno se preocupe realmente de los niños".
La clave, según ella, es que existan políticas diferenciadas para el resguardo de los niños que han sido vulnerados en sus derechos y para adolescentes que estén internados por su participación en hechos delictuales. "A los niños que están en problemas delictivos, hay que sacarlos del círculo vicioso de la delincuencia, y también hay que preocuparse de aquellos cuyos padres no pudieron hacerse responsables de ellos", apuntó.
En su caso, Grisel recordó que hubo un tiempo muy corto en que la tuvieron internada en un Centro de Tránsito y Diagnóstico (CTD) en Pudahuel, donde compartió con otras niñas que tenían causas por delito. "Vi muchas cosas muy malas. No fue una linda experiencia", rememoró con algo de dolor en su voz.
trabajo
Aunque nunca imaginó que su llegada al Hogar Villa María terminaría por dejarla radicada en San Antonio, hoy Grisel vive feliz junto a su hijo. Actualmente, trabaja en un local de venta de comida rápida y tiene sus proyectos propios.
Esta mujer admite que aunque no se crió junto a su familia, muchas de las tías que la cuidaron le entregaron más de lo que la gente imagina. "A lo mejor en lo emocional uno sentía que le faltaba cariño, pero las tías eran buenas con nosotras. Además, a veces, con las compañeras tuve relaciones muy lindas que también nos ponían contentas", expresó.
"En el Hogar Villa María la tía Vero era como la mamá que te exigía, y la tía Carola era quien nos contenía. A ellas les veo a veces y las recuerdo con cariño", concluyó esta joven que siente que en el Sename no todo está tan mal, sobre todo porque ahí aprendió los buenos valores que ella hoy quiere traspasarle a su retoño.
"Éramos 20 niñas en el Hogar Villa María, y aunque no puedo decir que nos faltaba para comer, se notaba que las lucas eran pocas".
Grisel Cuevas"
"A lo mejor en lo emocional, uno sentía que le faltaba cariño, pero las tías eran buenas con nosotras".
Grisel Cuevas"