Sanantonina es un verdadero ejemplo de que con trabajo todo se puede
Patricia Muñoz comenzó vendiendo helados y empanadas en su casa para reunir dinero y así dar inicio a su negocio. Actualmente esta emprendedora ya es propietaria de dos bazares. "Soy una trabajólica", admite.
Ayer, en el estacionamiento del mercado de San Antonio, se llevó a cabo una actividad desarrollada en conjunto por la Secretaría Comunal de Planificación (Secplac) del municipio sanantonino y el Servicio de Cooperación Técnica (Sercotec), la cual se enmarca en el programa Barrio Comercial.
Los stands que dieron vida a esta muestra promocionaron entre los asistentes, los productos que a diario comercializan en sus locales ubicados al interior de este emblemático punto comercial del centro de San Antonio.
Patricia Muñoz Jeria es una de las emprendedoras que ayer estuvo presente en esta exposición.
Desde muy temprano comenzó a trabajar en la instalación de su stand donde presentaría algunos de los productos que vende en su bazar ubicado en el local 8 del mercado.
"Hace 18 años que me dedico a vender mercadería de temporada", cuenta esta sanantonina, mientras cuelga algunos vestidos de cueca, los cuales ya ha empezado a comercializar a pesar de que aún faltan algunos meses para las Fiestas Patrias.
"La gente cada vez me pide más vestidos y zapatos, y para halloween o la Navidad también traigo de todo en vestidos", sostiene.
Inicios
Patricia reconoce que jamás le ha gustado quedarse en su casa esperando que le den una oportunidad, por eso, desde muy joven comenzó a buscar la forma de salir adelante por sus propios medios.
"Siempre me gustó el andar vendiendo cosas. Al principio comencé en mi casa. Vendía helados, empanadas, Avon. Lo que fuera. Tenía que juntar dinero para poder empezar".
Emprender no fue fácil para esta ex alumna del liceo Fiscal, principalmente porque no contaba con el apoyo de nadie. Pero como es de esas mujeres que no se echa a morir por nada, aprovechó su veta de comerciante para dar inicio al proyecto que hoy la llena de orgullo.
"Con el pasar del tiempo, eso de andar cobrando me fue aburriendo, así que decidí instalarme con un módulo en una feria que se ubicaba donde actualmente está el mall", relata.
Tras esta experiencia, Patricia se dio cuenta que esto era lo suyo así de inmediato comenzó a buscar un nuevo lugar para iniciar su bazar. Fue así como llegó al mercado de San Antonio donde en marzo cumplió 18 años.
"Yo soy de esas personas que no teme arriesgarse porque no le tengo miedo al fracaso, además que todo lo que hago, lo hago con fe", recalca.
La conversación fue interrumpida por una de las organizadoras de la actividad quien invita a Patricia a tomar asiento para dar inicio a la ceremonia.
"Ya, voy altiro", dice esta mujer, mientras sigue colgando vestidos de cueca.
"La verdad es que me gusta el leseo (ríe) , pero es que no puedo quedarme en la casa. Me aburro. Además que yo tuve el ejemplo de mis abuelos que eran muy trabajadores". Y luego agrega: "Yo crecí viendo a mi abuelo trabajar en su pescadería, la que abría hasta los domingos. Le gustaba levantarse temprano para ir a buscar personalmente el pescado. Mi abuela también fue una mujer trabajadora y yo soy igual a ellos: 'una trabajólica'".
-¿Pero tener un negocio puede ser un poco esclavizante?
-Sí, eso es cierto, pero igual voy a trabajar hasta que tenga las lucas necesarias para descansar. Ahora, el único problema que tenemos los comerciantes son los ambulantes porque ahora venden de todo.
"La gente piensa que el comercio ambulante es más barato, pero no siempre es así. A veces nosotros, los establecidos, tenemos mejores precios", añade.
Por segunda vez invitan a Patricia a sentarse para dar inicio a la ceremonia. "Es que me falta un poco", dice en tono de disculpa.
"Pero no sólo vendo vestidos de cueca", continúa contando esta comerciante, mientras ubica unos zapatos sobre unas cajas. "En mi local también se pueden encontrar plásticos, luces para árboles de Navidad... lo que busque está ahí. Me gusta tener harto surtido porque antes en San Antonio costaba encontrar las cosas que uno buscaba por eso yo decidí tener un negocio bien amplio".
Gracias al éxito que logró con su primer bazar, Patricia decidió ampliar su negocio, y fue así como hace un tiempo abrió un nuevo local, que está ubicado en Llolleo, al lado de la galería Sevilla, en avenida Los Aromos.
"El bazar del mercado se llama San Esteban, por mi hijo y el bazar de Llolleo se llama Nicole, por mi hija", cuenta, con orgullo.
-¿Cómo lo hace para estar a cargo de dos locales?
-Con harto trabajo y esfuerzo. Yo le pongo harto cariño a todo esto porque me ha costado mucho salir adelante. Nadie me ayudó. Solita fui juntando plata para poder tener mi propio emprendimiento hasta que lo logré y hoy tengo dos bazares.
-¿Se siente orgullosa de sus logros?
-Claro, porque no es fácil abrirse paso sola, más cuando uno no tiene los medios, pero cuando hay esfuerzo y trabajo detrás todo se puede.
Por tercera vez, invitan a Patricia a sentarse, pero ella nuevamente se disculpa. "Es que aún me falta", dice, mientras ahora su atención se concentra en unas guirnaldas que tiene pensado instalar. "Me gusta el leseo". (ríe).