Erika Valenzuela ganó la pelea contra la ceguera
La instructora de artes marciales perdió la visión a los 27 años. En la escuela de ciegos de Santiago entró a un taller de kenpo y hoy es una destacada deportista en esta especialidad.
Cada palabra que pronuncia está impregnada de un convencimiento que estremece. Es una luchadora, que le dio pelea a la vida y a sus golpes y en ese combate ganó. Erika Valenzuela Cabello (46 años) es un ejemplo de superación.
Si a uno no le dicen que perdió la visión cuando era adulta, no se daría cuenta. Unos lentes de sol ocultan sus ojos, pero salvo ese detalle es una mujer más, que practica un deporte.
Hoy es una destacada cultora de las artes marciales: kenpo, kickboxing y karate son sus fuertes y en todas ha destacado a nivel nacional e internacional.
Nació en Melipilla, pero al año se vino a San Antonio junto a su familia, y se radicó en la población 30 de Marzo.
Cuando tenía 26 años perdió la vista. "Después de toda una vida viendo y estudiando con normalidad me dio una uveítis y me provocó una ceguera irreversible. Me dio con desprendimiento de retina, catarata y glaucoma en los dos ojos. Después de varias operaciones, 28 con rayos láser y 4 cirugías logré recuperar el 10 por ciento de visión en un ojo, lo que me permite ver las forma, los colores y eso me sirve para combatir", relató sobre la enfermedad que la afectó.
La uveítis es una inflamación de la úvea, que es la capa intermedia del ojo. Las otras son la retina y la esclerótica, la pared blanca del ojo. La úvea contiene muchos vasos sanguíneos (las venas, arterias y capilares), que llevan la sangre hacia adentro y hacia afuera del ojo. Ya que la úvea nutre muchas partes importantes del ojo (como la retina), una inflamación de la úvea puede dañar la visión.
La pérdida de la visión para Erika fue un momento complejo en su vida, un duro golpe, más fuerte que esos que recibe en el tatami cuando compite. "En una semana no vi más, fue súper complicado. Se te cae todo el mundo, odias a todo el mundo, te cuestionas todo, te enojas con Dios y la familia, son cosas que pasan, después las asumes, vives el duelo y te tienes que acostumbrar a otra vida. Si no lo haces, nada qué hacer", contó Erika sobre el duro momento que le tocó vivir.
No se entregó, se levantó y tomó la determinación de ir a Santiago, a estudiar en la escuela de ciegos.
"El mundo no se detenía por mí, era yo quien me detenía. Fui a la escuela, me rehabilité y entré a un taller de artes marciales". Esa decisión provocó otro cambio en su vida. Desde aquel día se transformó en una luchadora.
En la escuela aprendió a comer, a vestirse combinando los colores y a hacer todas las labores cotidianas.
"A veces agarras ropa de colores que no combinan, no porque no ves te vas a comportar como una idiota, tienes que mirar a la cara cuando te hablan, aunque no ves a la otra persona, es parte de la educación. Tienes que seguir la vida igual", precisó sobre esta nueva forma de enfrentar la vida y la convivencia con el mundo.
Kenpo
El taller de kenpo fue un desafío para Erika, porque lo integraban personas con visión normal. "Si era difícil comer, imagínate cómo era pelear. Me gustan los desafíos", aseveró demostrando su espíritu de superación.
Reconoce que pelear no es fácil. "No le hago el quite, qué más me puede pasar. Quedar ciego es terrible, que te llegue un golpe no es nada comparado con una enfermedad", justificó.
En las artes marciales encontró motivación y en cada combate se desafía como persona. "Esquivar, golpear es desafiante. Si ganas es mejor, más cuando vas a un torneo, es estimulante", confesó sobre las motivaciones que la llevan a enfrentar competidores en distintas artes marciales.
En 2010 comenzó a practicar kenpo y solo en 2014 tuvo que parar, porque se cortó los meniscos y se lesionó los ligamentos de su rodilla. "Me recuperé y volví, paré un año", detalló.
Aprendió lo básico en los últimos meses de 2010 y ya en enero de 2011 competía en torneos en categorías de cinturones blancos o amarillos, de acuerdo a su nivel. Hoy es cinturón café.
Deporte inclusivo
Lo destacable es que Erika combate con contrincantes que ven, porque explicó que el kenpo es inclusivo. "Nadie te ve como ciega, nadie te dice 'no quiero pelear con ella porque es ciega, porque ella no ve'. Si te tocó pelear con un cinturón negro, peleo con un cinturón negro, si me tocó con uno café, peleo con uno café", contó sobre la dinámica de la disciplina que practica y que la hace sentir integrada.
Y agregó que "voy a campeonatos con gente que ve, por algo hablamos de inclusión. Fui a Sudamericanos, en el Panamericano, donde gané medalla de oro era para videntes. Ahí le gané a una mexicana que veía, el Mundial de Hungría es para videntes. La que no ve soy yo, y como a mí no me complica, no le tiene que complicar al resto", declaró.
La Asociación de Kenpo Weapon System, Akws, organización a la que pertenece Erika, es una escuela inclusiva y por eso la aceptaron. Le enseñaron de forma verbal los movimientos y técnicas del kenpo. "Como va el puño, como sale, calcular el movimiento, hasta que te acostumbras, después es mecánico. Al principio es paso a paso, después fluye solo", relató sobre su aprendizaje.
Bajo ese lema Erika ha competido en varias competencias internacionales. Fue a Venezuela al Mundial de Kenpo Americano en 2011, donde obtuvo un tercer lugar (cinturón naranjo). En los años 2015 y 2016 fue a la Copa Ryoshi, a Buenos Aires, Argentina, competencia de karate do, donde consiguió medalla de plata en formas japonesas y combate. Y el año pasado participó en el Panamericano de México donde venció en la final a una deportista local. "Fue genial, porque ella nunca supo que era ciega. Era cinturón negro y cuando nos premiaron se quería morir, fue muy divertido".
En el Mundial de Hungría de kickboxing, que se efectuará entre el 3 y el 12 de noviembre, participará con los cinturones negros. Hoy está sometida a una intensa preparación y además debe repartir su tiempo con los estudios, porque cursa la carrera de técnico en deporte. "Mi idea es terminar la carrera el próximo año y ser cinturón negro, ir a la par con ambas cosas".
Entre el 30 de noviembre y el 3 de diciembre también competirá en el Sudamericano de Iguazú. "Llego de Hungría, doy las pruebas en el instituto y me voy a Brasil", anunció.
Con el título en su poder, Erika quiere volver a San Antonio y trabajar en su academia de kenpo americano con clases regulares toda la semana. "El club lo formamos ahora y después me quiero establecer acá, dedicarme a esto. El kenpo es defensa personal, lo puedes enseñar a todas las personas, niños y adultos", explicó sobre el proyecto de vida que quiere iniciar pronto en San Antonio. Si se lo propone, sin duda lo logrará, porque Erika gana todas las peleas que enfrenta.