Cristian Abrigo cumplió el sueño del pibe: jugó en el fútbol grande
El volante zurdo saltó de San Antonio Unido al profesionalismo y en su carrera llegó a Primera.
El domingo pasado Cristian Marcelo Abrigo Pereira (41 años) se fue a Lo Gallardo, para jugar por Cóndor. Ya piensa en este fin de semana, cuando su equipo enfrente a Defensor Cristo Rey por el torneo Oficial de la Puerta del Pacífico.
Su presente es muy distinto. Hace más de una década su preocupación era el partido frente a la Universidad de Chile, Colo Colo u otro equipo del fútbol grande nacional.
El zurdo cumplió el sueño de niñez de cualquier pequeño que ama el fútbol: fue un profesional y llegó a lo más alto de la actividad en el país.
Quizás su derrotero fue impensado, porque solas las oportunidades llegaron y trazaron un camino que alcanzó la cúspide en Deportes Melipilla. El fútbol amateur también supo de su talento y su velocidad, pues fue parte del Balmaceda que ganó la Copa de Campeones Anfa en tres ocasiones.
Nació en Curicó. "Soy tortero" confesó el volante. Cuando tenía 5 años su familia se trasladó a Algarrobo. "Nadie sabe que nací en Curicó, todos piensan que soy acá", dice entre risas.
Su padre se dedicaba a la construcción y después puso un negocio de video juegos, que se llamaba el "Delta 21", con las clásicas máquinas de fines de los 80 y principios de los 90 con juegos como el Donkey Kong, el Gallagher o el Pacman.
"Era muy bueno para nosotros, porque teníamos juegos gratis", cuenta el zurdo recordando ese episodio de su infancia. Para cualquier niño de ese tiempo era como vivir en el paraíso.
"Mi papá como tenía las llaves de las máquinas le cargaba como mil créditos, estábamos jugando todo el día", agregó.
Sus orígenes en el fútbol comenzaron en el balneario; en el Unión Litre se inició el talentoso y veloz jugador, que ocupaba todos los puestos por la banda izquierda. Esas condiciones le abrieron las puertas a un escalón superior en el fútbol. "Después de salir del colegio llegué al SAU por culpa de Juan Ubilla", admite en tomo de broma.
Contó que "jugamos una final de la Copa Litoral en El Quisco y al otro día me llamaron, me fueron a buscar a la casa", recordó Cristian sobre su arribo a la tienda lila cuando tenía 17 años.
Abrigo jugaba de lateral, volante o puntero izquierdo; el despliegue físico era su principal virtud. "En ese tiempo recién estaban apareciendo los laterales volantes, tenían que subir, tirar el centro, hacer los goles y volver a marcar", aseguró sobre la función que le tocaba cumplir en la cancha.
Recuerda que "gracias a Dios fue siempre rapidito, aplicadito, me gustaba más atacar que defender".
En aquella época el San Antonio Unido de Juan Ubilla contaba con una constelación de estrellas locales y del fútbol nacional. Cristian, con sus 17 años, tuvo que lidiar con todos esos egos.
"Estaba el 'Pájaro' Armijo, el 'Mañico' González, el 'Paragua' Duarte, Juan Salgado, el 'Pato' Marzán que venía de la 'U', Miguel Huerta que venía llegando de Estados Unidos, Marcelo Palma, puros pesos pesados. También estaba el Jaime García (actual DT de La Serena), teníamos como la misma edad", enumeró.
-¿Para un joven de 17 años cómo era llegar a un camarín con todas esas figuras?
-Uhhhh difícil, pero gracias a Dios caí bien, porque era piola. Me encantaba jugar, a veces me subían y me bajaban, pero me quedaba callado, porque lo único que quería era jugar a la pelota. Después me fui dando de a poco y hasta el día de hoy tengo una buena amistad con todos ellos.
Para Cristian Abrigo jugar en Tercera División era "como estar en la Segunda División. Llegó 'Pato' Marzán que venía de la 'U', imagínate un tipo que era famoso, o Salgado, también. Jugar con tipos así te motivaba, eran profesionales y enfrentábamos a otros equipos con buenos jugadores".
El SAU luchaba hasta el final en esos campeonatos de fines de la década de 1990, pero Abrigo admite que "hicimos buenas campañas, pero guateábamos al final. Eran buenos los campeonatos, pero en las liguillas pa' la casa".
Magallanes
La llegada de Juan Páez a San Antonio Unido en 1998 le abrió una nueva puerta al algarrobino en el fútbol. "Él me llevó a Magallanes, me fui a mitad de año, como en junio o julio. Me vinieron a buscar, me fui un poco con miedo, como todo provinciano, pero con harta ilusión", reconoció sobre este nuevo paso en su carrera.
En los "Carabaleros" vivió nuevas experiencias, en el fútbol y en la vida. "Era otro mundo vivir en Santiago, solo, tenía 21 años, era complicado".
Magallanes es un club con historia y cuando llegó Cristian Abrigo mantenía su prestigio. En 1995 subió de la Tercera a Primera B y cuando llegó Abrigo seguía en la categoría. Compartió camarín con Ariel Salas, Francisco Anderson Huaiquipán, Luis Núñez, Richard Olivares y su hermano (Eric), Espinoza, Nelson Correa (Melipilla), Mauro Donoso (Cobresal). "Era un equipo avezado, pesadito. Llegué piolita, igual como llegué al SAU. Miraba al principio lo que hacían, después me solté, estuve 4 años en el club", resumió sobre esta estadía en los albicelestes.
Asegura que "fueron cuatro años bonitos, complicados eso sí, porque vivía en Quilín, cerca de la Anfp, y para ir a entrenar tenía que cruzar casi todo Santiago. Tenía que dar casi toda la vuelta, me demoraba como una hora y cuarto en llegar a Maipú, al Santiago Bueras, y más encima en esas micros bonitas que había antes".
Vistiendo la celeste y blanca Cristian realizó excelentes campañas y recuerda triunfos sobre los grandes equipos que estaban en la categoría como la Unión Española y Santiago Wanderers. "Andábamos bien, pero siempre nos pasaba lo mismo, teníamos un plantel muy reducido, éramos 15 los que jugábamos y el resto eran puro arroz, para acompañar", sintetizó sobre esos planteles que integró en la "Academia".
Luego de cuatro temporadas en Magallanes jugó un año por el Club de Deportes Antofagasta, luego Luis Marcoleta se lo llevó a Unión La Calera, hasta que llegó a Deportes Melipilla, donde permaneció por 3 años.
"El primer año que llegué salimos campeones de la Primera B (2004) con Juan Ubilla. En la liguilla terminamos invictos. Empatamos los primeros 5 partidos y la gente en la calle nos gritaba de todo, nos querían linchar, y los últimos cinco los ganamos todos", rememoró sobre la campaña que devolvió al "Potro" al fútbol grande de Chile.
Además Cristian tiene un recuerdo. "En la final le hice un golazo a O'Higgins, un gol desde la mitad de la cancha. El sueño del pibe, se lo hice a Waldemar Méndez, ahora lo veo en el CDF y pienso 'pobrecito, te comiste uno de la mitad de la cancha y ahora anda enseñando fútbol'".
Cristian no puede dejar pasar la oportunidad de hablar y agradecer a Juan Ubilla, el técnico que marcó varias etapas de su carrera y le abrió las puertas del fútbol profesional. "Del técnico que más puedo estar agradecido es de él, me llevó para todos lados, incluso en mi último año me llevó a Curicó", destacó.
Al final de su primer año en Melipilla se operó de su tobillo, cuando el equipo estaba en Primera A. Después de 5 meses de recuperación volvió a jugar. "Fue un año espectacular, jugar contra tipos extraordinarios, contra equipos grandes, marcar al 'Heidi' González, el 'Coto' Sierra, Rivarola, fue una súper bonita experiencia, pero al otro año bajamos". Sin embargo, solo un año alcanzó a estar Melipilla en la "B". Con Luis Musrri lograron el ascenso (2006). Otra operación al tobillo lo marginó del fútbol.
Ya casi pensando en el retiro profesional fichó por Balmaceda, pero a la mitad de esa temporada Juan Ubilla lo vino a buscar para que fichara en Curicó Unido (2007). "Alcancé a estar 6 meses y decidí retirarme, porque era mucho el dolor en el tobillo, tengo una placa. Me vine de vuelta a San Antonio".
El retorno
En su regreso al fútbol amateur, Cristian Abrigo integró el plantel de Balmaceda que consiguió tres títulos de la Copa de Campeones de la Anfa. Era otra realidad, muy distinta a la que vivió jugando en Primera, pero el zurdo admite que "fue bonito".
"Siempre me acuerdo de mi Balmaceda, me da mucha lata que la gente se haya enojado, porque se ganó todo y se dio todo para la gente y para el club. Lo que pasó me dolió, pero ya estamos en otra etapa, hay que dar vuelta la página. Recuerdo que en los últimos partidos nos gritaban que estábamos viejos. Cuando ganábamos todo, todos contentos, a veces hay que tener respeto", contó sobre la abrupta salida desde Balmaceda, tras el nacional de clubes en 2015.
Después de Balmaceda, jugó un año en Huracán, retornó a los "gorriones, y después se fue a Cristo Rey. Luego emigró a Santo Domingo, y ahora está en Cóndor, donde se reencontró con sus antiguos compañeros de Balmaceda. Sigue vigente y entregando la experiencia que ganó en el fútbol profesional.