Raúl Abarca Pailamilla
Una vecina de la comuna de El Quisco recibió en plenas Fiestas Patrias una particular visita que, al igual que muchos chilenos, llegó a "pegar en la pera" a una casa ajena y que, después de varios días, debió ser sacada en una jaula.
Francisca García (38) vive en la comunidad Huallilemu, situada entre Isla Negra y Punta de Tralca. El sábado, mientras se alistaban para comenzar las celebraciones, ella y su familia se percataron que en el patio de su hogar dormía un extraño y gigantesco visitante: un lobo marino.
"Hay un lugar de esta comunidad que está muy cerca del mar y por ahí tuvo que haber ingresado", parte contando Francisca, luego de que personal de Sernapesca, con ayuda de funcionarios de la Armada, sacara a este mamífero de su propiedad.
"Lo vimos y nos asustamos, porque no sabíamos cómo podía reaccionar. Cuando llamé para que me ayudaran, me dijeron que no había personal en Sernapesca para sacarlo. El lobo marino pesa como 180 kilos y la jaula otros 60 aproximadamente", relata la mujer.
Mientras avanzaban los días, Francisca comenta que se dio cuenta que "Lobito", como llamaron cariñosamente al invitado, no comía y tampoco volvía al mar.
"Nos preocupamos porque pensamos que se podía morir. No comía y se veía medio mal. Cuando nos acercamos a darle unas cabezas de pescado, no las pescó y nos dimos cuenta que tenía su ojito malo".
Francisca manifiesta que "cuando vino Sernapesca hoy (ayer), nos dijo que tenía un ojo malo y seguramente del otro no veía nada. Puede haber sido por postones, que le lanzan los pescadores para cuidar sus pescados, o por una pelea con otro lobo".
Alfonso Ruiz, jefe provincial de Sernapesca, explicó que este ejemplar fue trasladado hasta el hospital veterinario de la Universidad Santo Tomás. "Presentaba un aparente cuadro de conjuntivitis infecciosa y traumatismo a nivel ocular, por lo que se determinó su derivación hasta el recinto viñamarino para su atención médica especializada, seguimiento y posterior reinserción a su medio ambiente natural", describió.