Rubén Meza se retira satisfecho a sus cuarteles de invierno
El octogenario dirigente tuvo un rol clave en los avances que se han logrado para el sueño del nuevo hospital de San Antonio.
Nació el 7 de marzo de 1936 al interior de una casa del cerro Placilla, el barrio en que vivían su padre Luis Meza Meneses y Laura Jara Zabala. "Fue un parto a la antigua, en la casa", cuenta al hablar de la forma en que muchas guaguas nacían en los años 20 o 30 del siglo pasado en ese Chile ya inexistente.
Sus raíces están en el campo. Rubén Meza Jara (81) creció bajo las enseñanzas de su papá, que era un esforzado campesino, de esos que más que hablar se dedican a trabajar de sol a sol.
"Mi papá era de Ibacache, una zona rural de Melipilla. Él tenía diez hermanos. Un día, cuando a mi abuelo se le acabaron las fuerzas, el patrón le dijo ´te voy a prestar esta carreta con esta yunta de bueyes, pa´ que echís todas tus cosas y a tus chiquillos porque ya no te necesito´. Mi abuelo echó todos los cachivaches arriba y se fue a otro lado. Años más tarde, mi papá y dos de sus hermanos llegaron a San Antonio".
En el puerto, Luis Meza y Laura Jara se amaron y se casaron. Tuvieron cuatro hijos: Rosa, Osvaldo, Jaime y Rubén.
La familia vivía en Placilla, donde Rubén, desde niño, jugaba en el club deportivo Cóndor. "Estuve en todas las series, recuerdo que eran muy entretenidos los clásicos con Unión Placilla", recuerda.
Estudió en la desaparecida Escuela N° 1, donde llegó hasta Sexto de Preparatoria. Luego, alcanzó a estar un año en el Liceo Juan Dante Parraguez, el antiguo Liceo Fiscal de San Antonio. "Toda esa fue mi instrucción, mis notas eran bien modestas, yo no era muy blando de cabeza y tuve que ir a la pelea, salir al trabajo", admite.
Fue así cómo, cuando era un quinceañero, Rubén Meza comenzó a trabajar en una vulcanización, donde la pega era dura, harta y arriesgada.
En la "vulca", estuvo hasta que su padre le abrió los ojos y le hizo ver que le pagaban muy poco por su labor. "Oye weón, te están explotando, tienen que pagarte un recargo por las horas extras si te quedas en la noche", le dijo Luis a su hijo Rubén. Días después, el padre llevó a su retoño hasta el muelle del puerto de San Antonio.
En el terminal portuario y con 20 años de edad, Rubén se inició como carbonero. Todo eso en medio de arriesgadas faenas.
"La primera vez que fui al muelle, miré el buque que traía carbón y abajo había cuatro hombres, tiznados como monos, echándole carbón a una tina con una pala", detalla.
El amor
En Placilla, Rubén Meza se enamoró de Cristina Valencia Hernández, su esposa y la compañera que hasta el día de hoy sigue a su lado. Con ella tuvo tres hijos: Yuri, Esteban y Orielle. En junio pasado cumplieron 50 años de matrimonio.
Junto a su mujer, él cultivó la idea de tener una casa propia. Lo lograron cuando les entregaron las llaves de su hogar en Villa Italia. Ahí, en la calle Nápoles, la familia se instaló para siempre.
"En lo laboral, pasé a ser parte del Sindicato de Estibadores de San Antonio, donde luchábamos por los derechos de los portuarios", enfatiza al señalar que desde muy joven que milita en el Partido Comunista.
"Yo tenía 10 años y con mi taita salíamos a hacer rayados en las murallas en la campaña de Gabriel González. Yo le decía a él qué letras poner porque él era analfabeto. Después participé en todas las campañas presidenciales de Salvador Allende", detalla.
Dirigente
Su trabajo en el puerto concluyó en 1980, cuando se pensionó a través de la Caja de Marina Mercante Nacional.
"Las pensiones (con el sistema de AFP) de ahora son de miseria, yo no gano ese tope (de la Caja de la Marina Mercante) pero lo que yo tengo de ingresos me sirvió para educar a mis hijos, tener una vivienda digna, vestirme en forma correcta y parar la olla todos los días, lo que hoy cuesta mucho", señala.
Terminada su historia como trabajador, se afanó a tareas de representación del sector pasivo. Actuó como forjador de la Asociación de Jubilados y Montepiadas de Tripulantes y Obreros Marítimos (Triomar), donde se desempeñó como presidente por 12 años.
En 1992 fue uno de fundadores de la Central Unitaria de Pensionados y Montepiadas de Chile (Cupemchi), en que participaba también activamente el fallecido ex trabajador portuario Onofre Águila.
Concejal
En el año 2000, Rubén Meza asumió como concejal del Partido Comunista en San Antonio. Ahí, dice él, aprendió que lo que conocía de la ciudad era poco con lo que ofrecía la realidad. "Vi muchas carencias humanas, muchas carencias económicas en San Antonio", reconoce al recordar que la gente iba a su oficina a pedirle cosas materiales.
En 2001, tras participar en una reunión con Nélida Velásquez, quien era la directora del Servicio de Salud Valparaíso San Antonio, logró exponerles a las autoridades la necesidad de que el puerto tuviera un nuevo centro asistencial. Fue, en ese entonces, en que este sueño dio sus primeros pasos.
"Le sacamos una radiografía al hospital de San Antonio, se le sacó un escáner. El paciente (el hospital) estaba muy deteriorado y se le descubrieron más de 200 falencias", explica.
La tarea por el nuevo hospital se siguió a través del Consejo Local de Salud, del cual Rubén Meza participa activamente.
En 2011, bajo el gobierno de Sebastián Piñera, nació la Mesa Ciudadana por el Nuevo Hospital que Queremos, entidad que, hasta hace dos semanas, seguía protestando en la calle para exigir que se apurara la toma de razón de la licitación por parte de la Contraloría.
Lo que miles de habitantes de la provincia de San Antonio querían que pasara ocurrió el lunes 13 de noviembre del presente año, cuando la Contraloría aprobó el proceso licitatorio que permitirá que las obras del nuevo hospital comiencen en los próximos meses.
En el desarrollo de esta lucha actuaron decenas de personas y dirigentes de San Antonio, pero Rubén Meza recuerda con especial cariño a Antonio Medina, un fallecido ex auxiliar de bahía que operaba como secretario del Consejo de Salud y redactaba las cartas que se enviaban a las autoridades con el fin de pedir apoyo a dicha iniciativa. "Era un secretario de lujo y tenía mucha iniciativa", resalta.
Octogenario, vital y de mente clara. Rubén Meza, vestido de un clásico chaquetón café oscuro que muchas veces lo acompaña en sus pasos por las calles de San Antonio, parece no estar en el ocaso de su existencia, pues se le ve inyectado de la energía que, a veces, a los jóvenes nos falta.
"Estos últimos tres años, avanzamos con nuestra idea en forma extraordinaria, no con mi pujanza ni la de la de Medina, ni de Pedro, ni de Juan, sino que con el trabajo colectivo de los consejos locales de salud de todo el litoral; hablo del tejido social que año a año está trabajando por mejorar la salud de San Antonio", declara.
Se emociona Rubén Meza al hablar de lo que está a punto de ser realidad: el inicio de la construcción del nuevo hospital. Se emociona tanto que debe hacer esfuerzos para aguantar una lágrima, se emociona porque sabe que fue su última y gran batalla social.
"Recién, San Antonio está consiguiendo cosas, hay que conseguir muchas más. Por ejemplo, los portuarios deben superarse en su organización porque no pueden seguir siendo apadrinados por sus patrones, tienen que tener una independencia de organización que, ojalá, sea única", sostiene.
"El lunes (13 de noviembre) sentí una gran alegría y una inmensa satisfacción porque para la lucha de nosotros, por lo menos para mí, esto va a ser la culminación de una trayectoria. Esto que sirva de ejemplo para las generaciones venideras que se dicen ser sindicalistas. Ser sindicalista significa una entrega muy grande y, muchas veces, uno deja la casa un poco abandonada pero la recompensa ha sido muy grande porque lo que se quiere no solo es tener edificio moderno para el nuevo hospital, sino que también tenga tecnología de punta y que cuente con el personal médico y técnico que se requiere", expresa.
¿Se va satisfecho a sus cuarteles de invierno?
Claro que sí. Creo que para varios de nosotros va a ser la culminación de una carrera social dedicada a hacer cosas positivas en la vida. Me siento satisfecho de los pasos que he dado en la vida y de lo que he sembrado. Esto sirve de ejemplo para quienes se dicen ser dirigentes, para que aprendan de la historia y de quienes, legítimamente, hemos dejado la vida en esto. La lucha siempre continúa. Y hay que agradecer a nuestras familias que nos apoyan con todo y siempre.
Para muchos, Rubén Meza, el hombre, el político, hoy es más que nunca, un digno hijo de San Antonio.