Niño que aprendió a caminar dos veces en la Teletón llama a donar
"Gracias a ellos cumplo mis sueños", dice Mateo, quien es discapacitado, pero participa en maratones escolares, juega a la pelota y forma parte de la banda de la comparsa del Cerro Alegre.
Mateo sabe mejor que nadie cuál es el significado de la palabra luchar. En solo nueve años ha aprendido dos veces a caminar. La segunda fue solo hace unas semanas luego de pasar tres meses en cama. El 17 de marzo fue operado para alargar los tendones de sus piernas.
La movilidad que había ganado en ocho años de esfuerzo la perdió en un solo día y la recuperó rápidamente. Todo gracias a la Teletón, la obra benéfica que desde 1978 recupera de forma gratuita a niños discapacitados de todo el país; y que esta noche da inicio a nueva campaña para recaudar fondos.
Según cuenta su mamá, Isabel Díaz, el niño padece desde su nacimiento de parálisis cerebral. La dolencia ha afectado el desarrollo de todo su cuerpo, fundamentalmente del lado izquierdo. Una de sus piernas es más corta que la otra.
"No podía caminar, pero tenía tantas ganas de moverse y de salir adelante que se arrastraba de un lado a otro cuando ya estaba en edad de hacerlo", confidencia la mujer.
Sus primeros años no fueron fáciles. Mantenerse en pie fue todo un reto. Dar los primeros pasos fue un desafío aún más complejo, pero lo logró.
Luego de tres años de terapia en la Teletón, en Santiago, el peque hizo funcionar sus extremidades inferiores y logró moverse sobre ellas. Tenía cuatro años. Pudo, al fin, dejar la silla de ruedas.
El año pasado, antes de la intervención quirúrgica, le pidió permiso a los profesionales de la Teletón para participar en la última versión del Carnaval de Murgas y Comparsas de San Antonio. Su anhelo era representar al cerro Alegre como lo había hecho en la temporada anterior.
"Es imparable cuando quiere algo. Juega a la pelota, corre, baila… hace de todo con tanta o más energía que otro niño", confiesa su madre.
Mateo tiene una pequeña dificultad para expresarse y baja movilidad en el brazo izquierdo. Ambas cosas no le pesaron al momento de integrarse a la comparsa del sector donde vive con su familia.
"Me gusta mucho. La música que hacen me encanta", contó en diciembre del año pasado cuando salió por primera vez en estas páginas. Habla con dificultad, pero al igual que para correr, lo hace con ánimo.
Formar parte de la agrupación tampoco fue sencillo, sin embargo, él es persistente cuando se le mete algo en la cabeza.
"Me daba miedo de que le pasara algo, pero él es porfiado y en la comparsa lo recibieron con los brazos abiertos, así que no me quedó otra alternativa que apoyarlo", reconoce Isabel.
Ella hizo lo posible y lo imposible para que el muchacho no expusiera su salud.
En una oportunidad, mientras la mayoría de sus vecinos ensayaba la presentación que harían en el murgódromo de Barros Luco, prendió el televisor con el volumen al máximo para que su hijo no se diera cuenta del tumulto en el barrio.
"'Los vecinos están de fiesta, no pasa nada' le decía yo, pero no me creía".
No hubo caso, él se percató igual y salió -en silla de ruedas- a ver qué hacían en la calle.
Su entusiasmo fue lo mejor. No tuvo contraindicaciones para su salud, por el contrario, le dio una motivación para seguir batallando contra su discapacidad.
No se rinde nunca
Mateo incluso juega a la pelota. Lo hacía antes de la operación y ahora después del procedimiento sigue siendo un amante del fútbol
"Me pongo al arco", dice el estudiante de la escuela Cerro Placilla. A pesar de las dificultades pasó a cuarto básico. Ahora se apronta para las vacaciones y un nuevo carnaval.
"Incluso participó en una maratón. Él no se rinde nunca", agrega su orgullosa mamá.
A fines del año pasado, con la polémica sobre las subvenciones del municipio a las murgas y comparsas y la "bajada" de varios sectores del evento, Mateo se llevó un buen susto, pero nunca perdió la fe. Había arriesgado mucho como para dejarse llevar por el pánico.
"Él tenía que operarse para extender los tendones. En la Teletón, cuando el traumatólogo le dijo que la cirugía había sido fijada para enero, pidió cambiar la fecha", relató Isabel.
"En ese momento no me acordé del carnaval, pero él lo tenía presente y le contó al doctor que participaba de una comparsa y que si lo operaban en enero, al mes siguiente iba a estar en recuperación y no podría salir", prosigue la progenitora.
El facultativo se emocionó tanto que no quiso interrumpir el sueño del pequeño y buscó la forma de reprogramar la intervención.
El 17 de marzo ingresó al pabellón. Salió a las horas después y estuvo tres días internado en una clínica de Viña del Mar.
"Fue todo gratis, porque la Teletón nos ayudó. Si no fuera por ellos no tendríamos qué hacer", indica "Chabe", como la conocen en el cerro Alegre, quien por los siguientes tres meses cuidó al menor.
"Estuvo en cama todo este tiempo. No podía moverse. Fue complicado porque es grande, porque había que bañarlo y llevarlo al baño, pero al final lo logramos", revela.
-¿Y al final, aprendió a caminar por una segunda vez?
-Sí, claro. Le daba mucho miedo en un principio, pero le duró un poco. Le asustaba perder el equilibrio.
-¿Cómo lo hizo entonces?
-Derrotando al miedo y volviendo a luchar con las mismas ganas de siempre. No es porque sea mi hijo, pero me asombran sus ganas de seguir adelante a pesar de todo.
-Esta noche parte la Teletón, ¿cómo les ha ayudado todo esto?
-Es increíble. Desde que uno que llega por primera vez hasta que sale, todos ayudan para recuperar a los niños. La gente podrá decir muchas cosas malas, sobre todo en estos tiempos de la campaña, pero hay que estar en los zapatos de una madre o de un padre con un hijo discapacitado para entender el bien que hace.
-¿Y qué le diría usted a la gente para que vaya a donar?
-Que vayan al banco. Nadie sabe cuándo le puede tocar a uno. Antes de que llegara Mateo a mi vida nunca pensé en siquiera ir a un centro de la Teletón.
El pequeño, por su parte, tiene palabras semejantes.
"Que la gente se acuerde de los niños", comenta.
"Si no fuera por los doctores, por las enfermeras, yo seguiría enfermo y no podría cumplir mis sueños. No podría caminar, pero lo hago, todos los días gracias a ellos", dice con dificultad, pero determinación.
El muchachito no quiere saber de problemas, solo de soluciones. "Si yo tengo ganas de ayudar no sé por qué otros no", finalizó.

