Manuel Galindo Neira: la dramática historia del ganador de "Cuéntame"
Lleva cinco años sin poder caminar y, pese a eso, quiso participar en el concurso literario organizado por Diario El Líder y apoyado por Puerto Central y la Municipalidad de San Antonio. Su cuento logró el primer lugar.
Entre 1993 y 2012, cuando Manuel Eduardo Galindo Neira estaba a cargo de la popular "Picá de Manolo", ubicada en el corazón del Mercado de San Antonio, escuchaba todos los días varias historias que contaban los clientes mientras estaban comiendo y que causaban generalmente la fuerte risotada de los presentes por lo sabroso de los relatos.
Pero la que más recuerda ocurrió después del estremecedor terremoto del 27 de febrero de 2010. Los protagonistas eran una pareja de amantes, quienes trabajaban en el puerto y justo aquella noche habían inventado un ficticio tercer turno en sus respectivos hogares para disfrutar de una agradable velada nocturna.
"Como veía que se reían tanto entre el grupo de portuarios que estaban en el negocio, les pregunté el motivo de las risas, así que me contaron también la historia y la verdad que el desenlace que tenía era tan inesperado que se me quedó grabado para siempre", cuenta Manuel Galindo, quien gracias al relato del cuento que bautizó como "27-F" (ver recuadro en página 9) y que hacía referencia a esta anécdota que escuchó en una de las mesas de la "Picá de Manolo", se hizo acreedor del primer lugar del concurso "Cuéntame San Antonio", organizado por Diario El Líder y apoyado por Puerto Central y la Municipalidad de San Antonio.
Como premio, recibió en su casa de calle Rafael de la Presa, en el sector alto de Llolleo, un televisor de 55 pulgadas de última tecnología, además de un diploma que le entregó el gerente comercial de Diario El Líder, Sixto Bórquez.
Un gesto que emocionó a Manuel y que fue un golpe anímico importantísimo para su vida que cambió de rumbo abruptamente el 2012. Desde aquella fecha no puede caminar y pasa la mayor parte del día en la cama de su pieza. Para trasladarse a alguna parte, tiene que contar con una silla de ruedas y alguien que lo pueda movilizar. Incluso, tuvo que dejar la administración de su negocio, "Picá de Manolo", que actualmente está a cargo de sus dos hijos, Cristián y Boris Galindo.
Arriba de su cama, una imagen de El Pensador, la famosa escultura del artista francés Auguste Rodin, es una de sus inspiraciones para sobrevivir al día a día. Debido a que no puede caminar, necesita de la compañía de dos cuidadoras que se turnan cada 12 horas para asistir a Manuel Galindo.
Fue justamente una de las cuidadoras la que lo motivó a participar en el concurso literario "Cuéntame". Él le contó la historia que escuchó de los portuarios la noche del 27-F y ella lo redactó para que pudiera participar. También envió el cuento "Maraca", sobre la historia de una perra sanantonina que dio a luz a tantos perritos que se ganó ese apodo poco convencional.
"Lo que más hago durante el día es pensar mientras estoy en la casa. Y tenía ganas de hacer un libro o un relato que llevaría por nombre 'La Cobardía de un valiente'. Sería algo motivacional con historias trágicas como la que me pasó a mí. Son historias de vida que le pueden pasar a cualquiera", reconoce Manuel.
Desde talcahuano
La relación de Manuel Galindo Neira con la ciudad puerto de San Antonio comenzó cuando él tenía apenas cuatro años (nació el 22 de mayo de 1972) y junto a su madre Irene Neira Castro y sus dos hermanas llegaron buscando nuevas oportunidades desde Talcahuano en la Octava Región.
Vivieron en la calle El Molo, en el sector de Barrancas, y el pequeño Manuel entró a estudiar al colegio San Agustín, para luego pasar al Eisa y egresar finalmente del Instituto del Puerto.
Saliendo de cuarto medio, en 1991, fue padre de su primer hijo, Cristián, por lo que decidió irse a trabajar de vuelta a su ciudad natal de Talcahuano, primero como pescador industrial y luego como pescador artesanal.
Famosos "manolitos"
Hasta que en 1993 retornó a San Antonio y junto a su pareja de aquel entonces se instalaron primero con la botillería "Lira", luego con un almacén, hasta que nació la conocida "Picá de Manolo", cuyo principal producto fue justamente un invento que se llamaba "Manolito".
Consistía en un completo de tamaño más reducido y de bajo costo que hacía furor entre los escolares y los más jóvenes que se comían de a dos o tres en cada pasada.
"Incluso hasta el día de hoy en los cumpleaños de niños, los pequeños piden manolitos, porque son muy conocidos por ser unos mini hot-dogs. Esa era nuestra carta de presentación y que nos hizo tan famosos en el Mercado de San Antonio", hace memoria Manuel.
"no hay límites"
Pero la rutina de este ex comerciante cambió radicalmente hace cinco años, cuando empujado por una fuerte depresión atentó contra su vida en su mismo negocio. Si bien logró sobrevivir, las secuelas lo dejaron con un alto grado de discapacidad física. Su mente, eso sí, sigue lúcida.
Ahora se despierta a las seis de la mañana y realiza su primera rutina de recuperación a las ocho. Posteriormente, almuerza a las 12 del día y vuelve a realizar trabajos para su movilidad.
"Tengo implementos en la pieza para intentar caminar afirmándome de dos barandas. Trato de no aburrirme, de repente veo televisión, y lo otro que hago es pensar en muchas cosas. A veces cosas del pasado, y otras que proyecto para más adelante", reconoce "Manolo".
¿Qué sentiste al saber que eras al ganador del concurso "Cuéntame"?
- La verdad que no me lo creía, me llamaron primero el lunes y después ayer temprano. Me avisaron que estaba en los finalistas del concurso y eso me alegró mucho, me hizo sentir vivo, como diciendo que estaba presente. Con esto quiero demostrar que la discapacidad total no existe, ya que en la cabeza no hay límites para soñar. Siempre hay algo que hacer.