El "kine" del SAU desclasificó sus anécdotas con el equipo lila
Ricardo Hernández es uno de los funcionarios del club más cercano a los jugadores.
Los planteles del fútbol profesional no solo están compuestos por los futbolistas y el cuerpo técnico. Otros funcionarios aportan en el trabajo. Utileros, coordinadores, gerentes y hasta médicos en las instituciones más grandes comparten el diario quehacer de un equipo.
San Antonio Unido no cuenta con un aparataje enorme de funcionarios; son pocos y uno de ellos es el kinesiólogo Ricardo Hernández (26). Llegó al SAU en la temporada 2015, al Fútbol Joven. Luego "subió" al primer equipo con Jorge Miranda, y vio pasar al "Chicho" García, al "Peineta" Garcés, Luis Pérez y ahora a "Chichilo" Pérez como entrenadores lilas.
Mientras estaba en la Universidad Santo Tomás se negaba a trabajar en un equipo de fútbol. "No estudié 5 años para hacer masajes", argumentaba cuando sus compañeros y profesores le decía que siguiera ese camino profesional. "Siempre me acuerdo de eso y ahora trabajo en esto y gracias a este trabajo he levantado el Promoviendo (Salud, su centro kinesiológico)", recordó el profesional.
-¿Por qué no querías trabajar en el SAU?
-No sé, es que uno conocía el SAU, me imaginaba el ambiente. Siempre me ha gustado el fútbol, pero no estaba en mis planes. Ni siquiera lo pensaba en otro equipo, pero el SAU fue mi primera pega y aquí estoy.
-¿Es un trabajo distinto?
-Es muy distinto trabajar con equipos de fútbol. Por ejemplo uno trabaja con dolor, en cambio en una clínica evitas el dolor, trabajas con plazos y tiempos que cumplir, apurar las recuperaciones, porque un jugador tiene que estar para un partido.
Ricardo admite que tras salir de la universidad no estaba preparado para trabajar con un equipo de fútbol. Un ramo de un semestre fue el único acercamiento a este mundo. Y más encima en el SAU no cuenta con todos los recursos ni la implementación que requiere su trabajo. Se acomodó a las condiciones y fue parte de tres planteles lilas. "El primero, donde estaba Sergio Moreno, era como bien serio, estructurado, había un par de desordenados, como el Pablo Silva y el 'Chuzo' (Gustavo Arancibia). El del campeonato pasado era como de más estrellas, el 'Chucky' González, 'Pancho' Prieto, Isaías Peralta, Mario Pardo, tenían más currículum. Y este plantel fue más cercano, porque sabíamos que íbamos a la pelea, teníamos que estar más unidos.
-¿Es difícil trabajar con los jugadores?
-Uno los tiene que tratar de levantar y recuperar, les gusta eso de tomar pastillas, de ponerse tape (vendaje que permite el movimiento, generalmente de colores). Una vez en el partido con La Pintana conté siete jugadores con tape. Le gustan los chiches a los jugadores, se envuelven la muñeca, porque se ve bonito nomás. En otros clubes tienen más cosas, hasta doctor.
Sangre fría
El fútbol tiene momentos de alegría, pero otros de tristeza y sufrimiento. Ricardo trabaja con los jugadores cuando están pasando por momentos complejos, cuando no pueden hacer lo que les gusta: jugar.
En estos tres años en el SAU vivió experiencias límites, donde no solo aplicó su experiencia, sino que también la sangre fría para actuar rápido en momentos que los jugadores lo necesitaban. La última fue en el partido con Santa Cruz, cuando se enfrentó por primera vez a una fractura de un futbolista.
Pablo Tamburrini sufrió una grave lesión en el peroné. "El doctor de Santa Cruz me dijo que me lo trajera para San Antonio así nomás, sin yeso, sin nada. Preferí llamar a una ambulancia, que no tenía nada, y llevarlo a un hospital. Con un cuello ortopédico lo inmovilicé, porque creía que estaba fracturado, lo tocabas y sentías como si apretabas una tecla".
-¿Trabajabas en situaciones límites a veces?
-Claro, y con lo que sienta con las manos y tengo que actuar nomás. Cuando veo imágenes de fracturas graves igual me pregunto qué haría en ese caso, más encima casi siempre estoy solo en la cancha, en los viajes. Me acuerdo cuando el "Manu" (Manuel Ormazábal) se fracturó la nariz en la Noche Lila: se la ajusté en el camarín, nunca lo había hecho.
-¿Tienes que tener sangre fría?
-Hay que asumir nomás, si estaba gritando de dolor. O al Adán (Vergara) cuando se le salió el hombro en Santa Cruz, había que acomodarlo nomás. Esas cosas las tienes que hacer. Nunca lo había hecho tampoco.
-¿Es como una escuela el SAU?
-He aprendido mucho, pero me gustaría irme en el futuro a otro lado, para aprender más. En clubes grandes, como Colo Colo, el kinesiólogo nunca va a hacer un ajuste de nariz, para eso está el médico, el kine recibe a los pacientes, acá tengo que decidir. En otros lados eres el segundo a bordo, acá hasta te piden diagnósticos, uno no está para eso.
Actuar rápido y tomar la mejor decisión en cuestión de minutos, con la presión del cuerpo técnico encima no es fácil. Los recuerdos de situaciones límites afloran. "Cuando fuimos a Angol, el 'Flaco' (Matías) García se cortó la cabeza y el profe me preguntaba si podía seguir, la barra estaba encima, los jugadores me echaban la choreada".
La experiencia de tres años le da confianza en su trabajo. "Prefiero ser alaraco y se lo digo a los jugadores. Una cosa es la teoría que te enseñan en la universidad y otra la práctica, y con lo que ves en el día a día aprendes".
Para realizar su trabajo el kinesiólogo necesita que los jugadores confíen en su labor. Ricardo recuerda que este año "Kevin (Galmades) se lesionó en la Noche Lila, tuvo un desgarro transversal. Al principio no te creen que los vas a recuperar, porque no tienes nada, pero van viendo los progresos".
No siempre fue así. Contó que en su primer campeonato renunció porque los jugadores lo cuestionaban. Hoy, con mejores condiciones y con la experiencia adquirida, puede hacer un mejor trabajo. "Ahora estamos mejor, el primer año que llegué no teníamos ni agua ni hielo. Una vez al Fabián Bustos (juvenil) lo tuve que vendar con tela de papel, parecía momia.
Admite que forjó relaciones más estrechas con algunos jugadores. Este año su regalón sin duda fue el volante Hugo Díaz, quien dio una dura lucha con una serie de desgarros que lo afectaron en el torneo pasado. "Me regaló una camiseta de Rangers y cuando hizo el gol en Melipilla fue a la banca a dedicármelo. Igual eso a uno lo emociona, ver que el trabajo resultó", admitió.
En el torneo 2016-2017 Díaz solo jugó 300 minutos. Sufrió seis desgarros en los gemelos. Durante el receso trabajó junto a Ricardo en su centro y este torneo logró la regularidad que quería. "En diciembre del año pasado se iba a retirar del fútbol, fue el desafío más importante que tuve que enfrentar. Nos hicimos muy amigos, pero a veces peleábamos y todos se daban cuenta en el plantel. Nos molestaban, el David Reyes (arquero) nos trababa de reconciliar", contó.
Ricardo debía trabajar la lesión, pero también con el ánimo del jugador. "Uno tiene que tratar de tirarlo para arriba, imagínese que el Hugo se quería retirar del fútbol por todos los desgarros. Igual me sentía mal, un poco responsable, aunque eran desgarros distintos hasta en piernas distintas".
El "kine" ya se siente parte del plantel, incluso ha adquirido costumbres propias de los futbolistas: se puso cabalero y ahora repite conductas para que el equipo gane. "Antes no lo era, pero empecé con una polera, que me la puse dos veces y ganamos. Después un polerón. Me lo puse en La Pintana y perdimos 3 a 0 y luego lo usé en el partido con Naval y perdimos", confidenció el profesional de la kinesiología que recupera y les sube al ánimo a los jugadores del SAU.