La historia del joven parapléjico que prueba una novedosa terapia para volver a caminar
En marzo Víctor Riveros tuvo un accidente vehicular que lo dejó con lesiones en la médula espinal y sin caminar, pero esto no lo ha derrotado y día a día se esfuerza por seguir avanzando y recuperar la movilidad de sus extremidades.
El 31 de marzo de este año cambió la vida de Víctor Riveros Berríos para siempre. Alrededor de las 7 de la mañana regresaba a San Antonio en auto junto a dos amigos tras un carrete en Valparaíso. El conductor del vehículo se quedó dormido y chocaron contra la barrera de contención en el viaducto de Cartagena.
"Yo me tiré a dormir en el asiento trasero y el amigo que venía manejando se quedó dormido, igual que nosotros, y chocó contra la barrera: ahí cooperamos todos. El copiloto gritó desesperado, pero no alcancé a levantarme del asiento. Ellos quedaron bien; yo saqué la peor parte, porque como venía sin cinturón choqué con la otra puerta y con el impacto me reventé la vértebra C7 y me dañé la médula de la columna", cuenta el joven de 31 años.
El auto, un Daihatsu Giro rojo, quedó destrozado al borde de la quebrada. "Quedó colgando y ellos me sacaron apurados, por sugerencia de los camioneros que llegaron al lugar. Puede ser que en ese momento hayan afectado más la médula, porque mi cuello debe haber caído para todos lados", supone.
Al borde de la muerte
Víctor despertó en el hospital Carlos van Buren, donde estuvo en riesgo vital. Siete días después del accidente lo operaron de la columna. Tras un mes en el hospital de Valparaíso y otro en el Claudio Vicuña, salió de alta con un desalentador diagnóstico: "Me dijeron que había quedado tetrapléjico, porque yo no movía las piernas ni mis manos, que estaban prácticamente muertas".
Antes del choque, Víctor había comenzado su propio emprendimiento, "Cool Fresh", un local donde ofrecía soluciones de refrigeración y aire acondicionado para vehículos. Además era un fanático de su auto deportivo, un Subaru Impreza WRX, por el que es conocido en San Antonio.
"Mi vida cambió totalmente. A mí me gustaba salir a pasear en mi auto y ahora no puedo hacerlo. Extraño mi trabajo y hasta el día de hoy me sigue llamando gente, pero sólo puedo ofrecerles orientación por teléfono y sugerirles otros lugares donde ir", dice con resignación.
La recuperación
Desde que regresó a su casa, ubicada en la población 30 de Marzo, Víctor inició una terapia kinesiológica de recuperación, que le ha permitido tener importantes avances. De la tetraplejia inicial, su diagnóstico cambió a paraplejia, es decir, ahora solo no puede mover la parte inferior de su cuerpo.
En junio se dieron los primeros cambios alentadores para él. "Comencé a mover mis manos lentamente, al principio solo movía un dedo. Aún no he recuperado totalmente la movilidad de los dedos y la mano izquierda sigue muy rígida, pero al menos ahora puedo usar el celular, el control remoto o tomar algunas cosas", señala mientras con su nudillo busca un video en su celular.
"Él no se ha dado cuenta de los avances que ha tenido, pero han sido hartos en comparación a como estaba. Ahora se sienta firme, mueve mejor las manos", dice su hermana menor, Camila, quien junto a sus padres ha sido fundamental en la rehabilitación.
"Sí, ahora tomo mi almohada y me la pongo solo en la espalda, antes eso era imposible. Tampoco podía hacer este movimiento (Víctor gira el cuello de un lado a otro). En verdad yo estaba tirado", agrega el joven.
El sueño de caminar
Desde el trágico accidente, ha tenido momentos altos y bajos. "Cuando desperté en el hospital estaba seguro que volvería a caminar. Yo decía ´voy a volver a pararme, voy a salir caminando', pero cuando me dijeron que estaba tetrapléjico no quería nada, yo pensé 'cooperé, hasta aquí no más llegué', porque cuando uno ve estos casos en la tele piensa que no hay recuperación", afirma.
"Hubo momentos muy malos. Él estaba deprimido y tuvo muchas crisis de pánico", cuenta su hermana.
"Yo me acosté aquí y pensaba que tenía que salir caminando altiro, pero después entendí que esto es un proceso, primero tengo que andar en la silla de ruedas, luego tomar por mi cuenta la silla hasta lograr pararme", afirma él.
-¿Cómo fueron los primeros meses?
-Al principio no quería recibir visitas ni salir de la casa. Pero ahora que salgo en la silla de ruedas, me doy cuenta que hay que salir, conversar con los amigos, aceptar las visitas, porque no me hará bien si me quedo encerrado mirando las paredes. Lo mejor de todo es que mis amigos están arreglando mi auto en el taller, lo que me tiene muy motivado y con ganas de salir de esto.
La familia ha sido el pilar de Víctor: "Creo que lo más importante ha sido el apoyo de mi familia. Mi mamá me cuida todos los días y mi hermana se preocupa de afeitarme, para que yo mantenga mi estilo" dice entre risas. Además, reconoce que "no sólo me han cuidado, sino que han buscado soluciones y me han presentado alternativas para que vuelva a caminar".
El apoyo de la gente también ha sido fundamental para él: "Muchas personas nos ayudaron en los beneficios que hicimos y gracias a eso pudimos comprar la silla de ruedas y otros implementos. Mi familia gasta entre $200 mil y $300 mil mensuales en mí, por lo que la ayuda que nos dieron se agradece de corazón".
Una nueva esperanza
Hace una semana comenzó una novedosa terapia. En mayo de este año vieron un reportaje en la televisión sobre TrainFes, una tecnología chilena que ayuda a que personas con lesiones en la médula espinal puedan volver a mover brazos y piernas.
"Tras el accidente la médula quedó con una especie de resistencia. El cerebro envía voltaje hacia tus piernas y, tras la lesión, si mi cerebro enviaba antes, por ejemplo, 100 volts a las piernas, ahora me envía sólo 15, por lo que no puedo moverlas".
Víctor, quien recibió hace unos días la visita de los kinesiólogos inventores de la terapia, explica que "ellos crearon una máquina, que se usa con una aplicación del celular, para electroestimular los músculos y así mover las piernas. Cuando yo haga ese movimiento con la máquina, debo mandar de mi cabeza el impulso como si lo estuviese haciendo por mi cuenta. Ellos cruzan los dedos para que mi médula espinal se restaure y comience a enviar los impulsos eléctricos".
¿Qué esperanza le dieron los kinesiólogos?
-Me dijeron que por lo menos los nervios de las piernas me funcionaban cuando me mandaban el impulso, pero yo aún estoy esperando hacerme una resonancia para saber cómo quedó mi médula, si con daño completo o incompleto.
A la espera de los últimos exámenes, este fanático de los autos tiene confianza en que volverá a caminar gracias a esta tecnología. "Quiero volver a caminar para mostrarles a otras personas que están en mi situación que no hay que bajar los brazos nunca, hay que agotar todos los medios, porque las cosas son posibles. Pienso que por algo suceden las cosas, hay que esperar las segundas oportunidades. Esto no hay que verlo como algo que va a acabar con sus vidas, sino como algo para que luchen y se pongan de pie de nuevo", afirma el joven, que sueña con volver a caminar y manejar su querido auto.