Cartagenina ex participante de Rojo triunfa como profe de canto
Mariela Gamboa se crió en San Sebastián y hace ocho años emigró a Santiago, donde actualmente tiene una escuela de música. La joven ama enseñar el canto y sueña con transmitir lo que sabe a niños de su comuna de origen.
El canto es parte de la vida de Mariela Gamboa Vargas desde que era niña. La joven cartagenina aprendió a cantar a los 6 años, cuando residía en una humilde casa en San Sebastián.
"Vivía en la avenida Central, pero para arriba, en la última cuadra del cerro, en una mediagua sin un baño adentro de la casa y con mucha escasez económica", recuerda Mariela, quien hace un año fundó la Escuela de Artes y Música Rapsodia en Santiago.
La joven, de 28 años, cuenta que "siempre canté, desde los seis años estaba en un grupo folclórico. Mi mamá se esforzaba para que cantara. Ella me enseñó pese que no tiene ninguna educación ni nada".
En su adolescencia tuvo uno de sus primeros logros, gracias a su hermosa voz. "A los 13 años participé en una campaña política, cantando en distintos puntos de la comuna. Esa persona salió elegida y me regalaron otra mediagua, entonces ahí mi casa fue un agua", relata con la voz animada y alegre que la caracteriza.
Tras esto, su talento siguió dándole frutos. "Justo postulé a una actividad de canto y quedé clasificada. Fui a España a participar en los "Premios Veo Veo" de la Televisión Española, donde representé a Chile. De la mediagua a España, fue muy loco", afirma.
su paso por rojo
En 2006, la cantante de San Sebastián participó en el programa "Rojo, fama contrafama", donde estuvo un año y no lo pasó muy bien.
"No era feliz y siempre lloraba. Soy demasiado sensible y muy Carmela para mis cosas, estaba acostumbrada a otras formas y acá hasta los árboles son de mentira", dice por Santiago, donde vive hace alrededor de ocho años.
-¿Por qué fue tan difícil ese periodo para ti?
-Siento que dejé un poco de lado a mis hermanos. Estaba acá (Santiago), viajaba una vez al mes y tenía poco tiempo para ellos y eso me dolía mucho. Además, allá (San Sebastián) uno se conoce, saluda a la gente o la ubica, en cambio, en Santiago como hay mucha gente ni se miran. Es muy frío el ambiente en la ciudad.
Mariela tenía 16 años entonces y cuenta que otro factor que la afectó fue que "en el canal pasaban muchas cosas, muchas ofertas de todo y muchas tentaciones a mano. Es muy fácil vender la integridad de las personas por la fama, el dinero o la comodidad. Es como un ambiente de comercio, donde la gente no se relaciona desde lo que es, sino desde lo que hace, tiene o puede ofrecer".
Más allá de la fama
A pesar de lo complejo que le resultaba, resistió, porque su motivación iba más allá de la fama.
"Entré a Rojo para ayudar a financiar el tratamiento de mi hermano Julio, quien era oxígeno dependiente. Así, podía ayudar en mi casa con lo que ganaba en el programa", cuenta.
Su hermano Julito, como le dice ella con cariño, dejó este mundo hace cinco años a causa de su afección. "Falleció en 2012, a los ocho añitos, el pobrecito. Lo digo así porque él no alcanzó a disfrutar los años que vivió, por su enfermedad no lo pasó muy bien. Era maravilloso, una inspiración para mí. Él también cantaba, mi mamá me enseñó a mi y yo le enseñé a mis hermanos", señala Mariela, quien es la mayor de los cuatro hermanos.
Camino a su vocación
Rojo, al que renunció porque la salud de su hermano se agravó, no fue fácil para ella, pero allí "me empecé a dar cuenta que a lo mejor tenía un potencial ", sostiene.
Luego de eso estudió Intérprete en Canto popular en la Escuela Moderna de Música, donde fue profesora.
"Le hacía clases a mis compañeras, porque mis profesoras me pedían que les enseñara cosas relacionadas con la sensibilidad. Yo estaba muy triste por lo de mi hermano, entonces cuando cantaba entregaba el corazón. En ese momento comencé a darme cuenta que eso también se podía transmitir y que podía llevar a las personas a estados o lugares donde la voz suena distinta. Ahí me empezó a maravillar el canto", afirma Mariela.
La cantante cuenta que "me convertí en profesora, porque me apasionó tanto cantar y hacer clases. Y más esto último, porque me enamoré de enseñar a las personas a encontrar voces poderosas y con amor. Me enamoré de la nobleza de la voz".
Motivada por este amor, decidió abrir Rapsodia, su propia escuela, donde trabaja con cuatro personas y tiene 18 estudiantes.
"Ahora tengo una casita, un humilde hogar, que es una casa escuela en Santiago -dice contenta-. Yo vivo en el segundo piso y el primero es una escuela de artes, donde hago clases de canto e intento darle becas a la gente que tiene potencial. Por ejemplo, si veo a un cantante en el Metro y veo que cantan bien, pero le falta técnica, lo invito y lo becamos".
Es tanta su pasión por transmitir lo que ha aprendido, que el año pasado publicó "Técnicos de canto popular y proyección de la voz", el primer libro de técnica vocal en Chile.
"El libro surge de la necesidad de tener un material científico y teórico de lo que significa la producción de la voz. El libro se usa en la Escuela Moderna de Música y es posible que se utilice también en dos otras importantes escuelas de música del país", cuenta orgullosa.
Según Mariela, su publicación "es una herramienta sencilla para quienes están comenzando en el canto. Tiene mucha técnica y el lector aprende cómo funciona su cuerpo, a través de 23 ejercicios prácticos. Entonces, primero te explica y luego tú haces el ejercicio".
- ¿Por qué decidiste ser profesora y escribir en vez de dedicarte al canto?
-Para mí el canto fue una oportunidad para desarrollarme como persona, de compartir y vivir el amor comunitario. Si bien yo estaba en el escenario, cuando bajaba veía a las personas felices después de escuchar una voz; eso me hace sentir que la sociedad puede tener un vuelco con el arte.
Por eso está buscando la oportunidad de retribuir con lo que sabe a su comunidad. "Estoy haciendo las averiguaciones para hacer talleres gratuitos a niños de colegios de Cartagena. Enseñar es una oportunidad para mí de dar gracias con todo lo que sucedió en mi vida y, además, decir esto me pasó a mí, a ver si te pasa a ti", afirma la joven.
A pesar de sus años en Santiago, Mariela no separa su corazón de San Sebastián.
"Siempre llevo a mis amigos a San Sebastián. También a algunos de mis ex pololos, que han sido medios pelolais, los he llevado a mi ex casa, a conocer el pueblo, a percibir cómo es la gente" añade.
Mariela confiesa con cariño que "para mí San Sebastián significa las raíces de lo que soy y seré hasta que muera. Y eso nunca va a dejar de ser así, la raíz siempre va a estar allá, en la gente que ha formado parte de mi vida y mi familia".