Aylin, la murguera que derriba todas las barreras con su alegría
La niña tiene 12 años y padece enanismo, pero no le gusta que hagan diferencias por eso. Mañana enfrentará un nuevo desafío en su vida, liderando uno de los grupos de baile de la murga de Alto Bellavista.
Aylin Maldonado se ha transformado en la alegría y el orgullo de su familia. A sus 12 años, la niña de Bellavista ha desafiado todo pronóstico médico y ha demostrado que, más allá de las diferencias, sí se puede salir adelante.
"A los ocho meses de embarazo me dijeron que ella venía con problemas. Me mandaron a hacer una segunda ecografía y me dieron un muy mal diagnóstico. Supuestamente venía deforme e iba a fallecer en cuanto naciera", recuerda sobre esos momentos tristes y tensos Alejandra Muñoz, su mamá.
El diagnóstico era acondroplasia, un trastorno que afecta el crecimiento óseo de los cartílagos, principalmente en las extremidades, y que provoca enanismo. Esta condición genera en muchos casos el fallecimiento de los niños a los pocos meses de vida, a causa de complicaciones de salud, como la obstrucción de las vías respiratorias o la compresión de la médula espinal.
Alejandra relata que los últimos meses del embarazo "estuvimos muy preocupados, hasta que fui a hacerme más exámenes a Santiago, donde nos dijeron que si bien ella no estaba creciendo como el promedio de los bebés, el embarazo en sí era normal".
"El médico me dijo que iba a hacer una niña muy inteligente y que juntara plata para mandarla a la universidad. Fue un alivio, porque acá incluso me hablaron de abortar, cosa que nunca iba a aceptar, como fuera yo la iba a tener", confidencia.
El 10 de noviembre del 2005, Aylin llegó a este mundo, comenzando una odisea junto a su familia, la que les ha traído, por sobre todo, alegrías y recompensas.
"Después que nació tuvimos que llevarla todos los días a la Teletón, donde le hacían distintos ejercicios. Hace unos años solo la llevamos a controles anuales", cuenta su madre.
Durante sus primeros tres años de vida, viajaron todos los días a la fundación en Valparaíso, donde siempre sorprendía con sus avances.
"Al principio, nos decían que iba a caminar a los tres años, porque tenía una debilidad a los músculos, pero ella caminó a la misma edad que todos los niños. Al año y algo caminó solita", recuerda Alejandra Muñoz.
Amor por el baile
A pesar de las dificultades que ha vivido, Aylin es una niña independiente y muy activa en su comunidad. En las actividades de su población y en las de su colegio, el Instituto Ercilla, ella siempre está presente.
"Me gusta mucho bailar. En la casa siempre estoy bailando", dice risueña.
-¿Cuál es tu baile favorito?
-Me gustan todos, pero uno de mis favoritos es la bachata.
Su talento en el baile la ha llevado a ganarse un puesto destacado en la murga de Alto Bellavista, donde ha participado la mitad de su corta vida.
"Comencé a actuar a los 6 años en los carnavales. La primera vez participé en un número vestida de Minnie", recuerda.
Este año se ha estado preparando para una importante misión. "Me eligieron para guiar al segundo grupo de la murga, para que así ellos no se pierdan en los pasos", explica sonriendo.
Debido a esto, ha estado preparándose a diario. "Nos juntamos todas las noches a ensayar en la cancha. Yo ya me sé todas las coreografías para el carnaval", cuenta feliz.
Este domingo será el debut de Aylin a cargo del grupo. Se presentará frente a cientos de sanantoninos, pero ella no está nerviosa. "Estoy tranquila", dice con su dulce sonrisa. Y es que está acostumbrada a los escenarios. De hecho, el año pasado se presentó en la plaza de Llolleo con un conjunto de baile de su colegio frente a muchas personas.
Derribando barreras
Además de la danza, Aylin es una apasionada por los deportes.
"Otra cosa que me gusta hacer es jugar vóleibol. Voy una vez a la semana a practicar al club de Vóleibol El Litoral, en el gimnasio Montemar. Me gusta mucho aprender", manifiesta.
Su participación en el club es algo que tiene orgullosos a sus seis hermanos.
Marilyn, su hermana de 19 años, afirma que "cuando era más niña le tocó difícil. Acá en la casa le teníamos que hacer ejercicios todos los días y para ella era pesado, pero le hizo bien. No nos imaginábamos que ella iba a jugar vóleibol y resultó que tiene una buena técnica, corre harto y está muy avanzada".
"Cada avance que ella tiene nos da mucha alegría. Cada vez que la veo hacer algo que supuestamente ella no iba a poder hacer, me siento feliz. Estoy orgullosa de ella", reconoce Marilyn.
Pero esa no es la única barrera que Aylin ha vencido. Su madre cuenta que "los médicos de la Teletón se admiran de ella, porque supuestamente iba a medir solo un metro de estatura y ya va en un metro y 17 centímetros".
Estos logros son el orgullo de su familia, aunque aclaran que no le dan un trato especial. A ella tampoco le gusta tenerlo.
"Yo la trato como a sus seis hermanos. No tiene ningún privilegio, porque ella es una niña normal y nosotros queremos que ante los ojos de las otras personas sea vista así", comenta su progenitora.
Lo mismo opina Aylin. "Me incomoda hablar de esto, porque no quiero que me traten distinto. Yo sé que me miraban mucho antes, pero ya no es tema para mí", señala.
A sus 12 años, Aylin tiene un carácter decidido, que causa admiración en sus seres queridos y en quienes la conocen.
Sobre los logros de su hija, Alejandra reflexiona que "ella ha ido dejando atrás las barreras. Ahora está dirigiendo un grupo sola y a la vista de todos, con esto demuestra que ya está enfrentando el mundo con toda su energía y ya no le molesta que la miren por su estatura".
La madre asegura que "yo soy su más fiel admiradora, la encuentro una niña muy valiente y guerrera. Ella es un ser humano con muchas virtudes y estoy feliz de eso, porque ella me da las fuerzas para levantarme todos los días a trabajar. Si ella puede yo también puedo. Ella es mi amuleto".