La pasión de los artistas callejeros que alegran el paseo Bellamar
El titiritero Sergio Henríquez y el clown Daniel "Gokú" Muñoz hacen tres shows diarios durante la época estival, provocando la risa de grandes y chicos con sus dinámicas e interactivas rutinas .
Las mañanas en el paseo Bellamar tienen un ingrediente especial este verano: las risas espontáneas de la gente. En la plaza del ajedrez se pueden ver a muchas personas reunidas, estrujándose de la risa con las presentaciones de dos artistas callejeros, quienes de lunes a lunes despliegan todo su talento en el lugar.
El clown Daniel "Gokú" Muñoz y el titiritero Sergio Henríquez son los responsables del alegre alboroto que se genera allí. Ambos llevan más de 20 años trabajando en distintas calles de Chile y el mundo y desde hace algunos años decidieron convertir al paseo sanantonino en su escenario oficial los días de verano, las vacaciones de invierno y los feriados.
"Llevo ocho años trabajando en el paseo todos los veranos, de lunes a lunes. Soy de Santiago, pero me radiqué en Cartagena por la tranquilidad que hay acá", cuenta Muñoz.
El artista clown destaca que "yo recorrí todo el país haciendo mis rutinas y elegí San Antonio para hacer mi espectáculo por la calidad de la gente y su cercanía con Santiago, donde hago mi show en temporada baja. Además, en el paseo se puede trabajar tranquilo, porque tenemos permiso del puerto y eso es una gran ventaja para nosotros, porque la mayoría de los artistas callejeros hemos tenido que correr toda la vida".
Henríquez, por su parte, cuenta que "ya llevo tres años trabajando acá. Fui aceptado tras presentar mi número artístico a las autoridades y sigo viniendo cada verano y en el invierno. Que me permitan seguir utilizando este espacio es un importante reconocimiento a mi trabajo, el que preparo con profesionalismo para que sea un show fresco y donde todos participen".
Daniel y Gokú
Daniel Muñoz, de 45 años, estudió en el Circo del Mundo, la primera escuela de circo chilena. Hace 22 años es un clown y se ha presentado en diversos escenarios de Europa, donde vivió cuatro años, y de Chile.
En el paseo Bellamar se le puede ubicar por su tenida similar a la de Gokú -el popular personaje animado japonés-, una figura del guerrero sayayín y su infaltable diábolo, con el que hace malabares que dejan atónito al público.
"Hace años atrás me encontré un Gokú en la micro, cuando iba con algunos de mis estudiantes. Se los ofrecí para que lo usaran en su rutina y no me pescaron, así que empecé a usarlo yo. Gokú es mi sello porque, como yo, tiene mucho ángel y un espíritu optimista, que saca lo bueno de lo malo y hace que se te olviden los problemas", manifiesta Muñoz, quien prefiere que le llamen clown en vez de payaso.
-¿Y cuál es la diferencia entre un clown y un payaso?
-Un clown usa su propia gestualidad e interactúa más con las personas. Además, usa su cuerpo y maneja técnicas acrobáticas y de malabares, usando implementos como el diábolo. No sólo busca hacer reír, sino sorprender con las destrezas físicas.
La pasión por el arte es algo que lo ha acompañado toda la vida. "Nací artista, pero lamentablemente fue en una época en que no se podía hacer arte callejero. Pero después logré lo que quería. Mis papás son obreros y fue duro para mí dedicarme a esto, porque no lo entendían. Pero fui valiente y hoy en día me alegro por haber cambiado un poco la técnica familiar", dice Muñoz.
Los títeres de henríquez
La historia de Henríquez y el arte también se remonta a su infancia. "Uno siempre tiene inquietudes como niño o adolescente y yo creo que enfoqué las mías a través de esto. Si no hubiera tenido el teatro como vía de expresión habría sido difícil mi vida o hubiese terminado haciéndolo a través de una guitarra o canciones", afirma.
Un dinosaurio, un niño tierno y un lobo enojón y "puntúo" son los protagonistas de su espectáculo, donde los más pequeños participan activamente. Todos sus personajes tienen personalidades llamativas, pero tras ellos hay un titiritero tranquilo, que este año cumple dos décadas dedicado a este arte.
"Mis monos son conocidos en todo Chile. En el 2009 participé en el programa 'Chile país de talentos' (Canal 13), donde gané, y también estuve en 'Cuánto vale el show' (CHV). Pero mis títeres son los famosos, yo soy un personaje anónimo", manifiesta.
Henríquez, de 51 años, inició su carrera artística como actor, pero cuando descubrió a los títeres decidió dar un giro a su vida.
"Me gustó porque los títeres tienen otras licencias. Uno como actor tiene límites, por ejemplo, necesitamos dobles y los monos no, se pueden pegar, caer y se levantan de nuevo. Además, se da una relación directa de los niños con los monos animados, los chicos pueden interactuar con los muñecos, conversar y pelear. Existe una relación a partir de lo artístico y eso es muy estimulante", reflexiona.
Amor al arte callejero
El arte callejero les ha permitido tener importantes logros a nivel económico.
"Gracias a mi talento tengo un buen pasar", declara Muñoz, quien en sus espectáculos bromea al público, agradeciéndoles porque con sus monedas logró comprar su casa.
Henríquez, por su parte, cuenta que "gracias a esto, mis hijos son universitarios. Tengo ingresos de profesional, porque me dedico profesionalmente a esto y eso la gente lo percibe. Cuando uno hace un buen espectáculo, ellos lo retribuyen".
Pero el amor por el arte callejero que sienten ambos va mucho más allá del factor monetario.
"Esto no es solamente una forma de ganarme la vida, sino que para mí es importante poder decir lo que siento y lo que está pasando a nivel social", recalca Henríquez, quien a través de sus títeres e historias está "tratando de decir lo relevante que es la vida y que a los niños hay que cuidarlos".
-¿Por qué te apasiona este arte?
Henríquez: Me encanta porque me permite la libertar de ir donde yo quiera y de decir lo que quiera, dentro de un marco establecido de respeto.
La pasión de Muñoz también se transmite a través de sus palabras. "Me mata el espectáculo callejero, en serio, me mata. Es todo. He estado en festivales grandes en Chile y fuera del país, pero me gusta el espectáculo callejero porque es como una ciencia, uno tiene que cautivar a la gente. Cuando a uno le pagan por hacer un espectáculo, la gente está sentada, predispuesta a ver el show. En cambio, en la calle la gente no está predispuesta, entonces se asombra de ver una habilidad o técnica".
Durante lo que queda de verano, Muñoz y Henríquez seguirán enfrentándose al desafío diario de seducir al público que va pasando por el paseo y conseguir que se queden escuchando sus shows. Es por esto que extienden la invitación a verlos a ellos y a los otros artistas que se la juegan por los aplausos.
Henríquez llama a que "la gente venga a ver todos los shows que hay acá. Este lugar está efervescente, con muchos turistas y espectáculos de distintos lados, los que están evolucionando a diario. Los shows cambian a diario y siempre son una gran sorpresa para todos".