El doctor Víctor Díaz y su equipo cuentan sus historias en el SML
Tras 28 años como médico legista de San Antonio, la trayectoria de este profesional se mezcla con la habilidad de su compañero eterno, Eduardo Vielma, y el aporte de otros funcionarios que entregan su vida al servicio público.
Es la mañana del miércoles 7 de febrero de 2018. El doctor Víctor Díaz Valenzuela, el único médico legista que hay en San Antonio, se prepara para dar una entrevista a Diario El Líder. A sus 77 años se le ve como un hombre bonachón, bromista, muy dicharachero. Viste camisa de rosado pálido, y un sweater sin mangas del mismo color pero en un tono más intenso. Sus ojos traen sencillez detrás de los lentes. Y aunque la edad pesa, este hombre nacido en Santiago se ve energizado. Nos recibe en una de las oficinas en que actualmente y en forma provisoria funciona el Servicio Médico Legal (SML) de San Antonio, en la calle Mercedes Norte1823, en Tejas Verdes. Junto al equipo que trabaja con él habla del esfuerzo que hay en la compleja labor de la medicina forense.
Lo acompañan su eterno ayudante, el sanantonino Eduardo Vielma Orellana, uno de los tres técnicos de tanatología del SML local. Los otros dos son Gonzalo Vásquez Aravena y Alexis Nelson Calderón, este último oriundo de Valparaíso. También forman parte del grupo la secretaria administrativa Mariluz Mira Rubio y la encargada administrativa Pía Vielma Arriagada. Todos obedecen las órdenes de Díaz, quien en 1990 comenzó a trabajar en la morgue de San Antonio. Compartimos con ellos un desayuno mientras conversamos.
"Ellos son los que hacen la parte tanatológica, las disecciones, el pesaje y todo eso, ellos hacen la fuerza bruta, porque yo ya no hago fuerzas", cuenta el doctor al recordar que, hasta 2015, él y Vielma eran los que efectuaban gran parte de las autopsias. Hoy, con el aumento de personal, rigen distintas modalidades de turnos.
"Con el doctor Díaz estamos desde 1991 como dupla, así estuvimos solos hasta el año 2015", afirma Eduardo Vielma, quien es padre de Pía, la encargada administrativa del SML. Esos eran los tiempos en que ambos, por ese entonces mucho más jóvenes, debían ir a recoger los fallecidos y, muchas veces, entre los dos debían cargar los cuerpos hasta las carrozas fúnebres. Cubrían los servicios que hubiera en San Antonio y Melipilla.
Tras egresar de la Universidad de Chile como médico cirujano, a Víctor Díaz la vida profesional lo llevó hasta Chiloé. Allá trabajó en el hospital de Castro y en la morgue de dicha localidad, en la que era muy solicitado por los chilotes.
"Yo andaba en la plaza y la gente me salía a buscar y atendía a los pacientes en la calle", rememora.
Un día, tras operar a un vecino de Castro, aquel hombre que ya era un anciano de 100 años lo fue a buscar al hospital y, medio obligado, subió al doctor Díaz a su auto y lo llevó hasta su casa, que estaba en la extensa loma de una pradera. Ahí la familia lo esperaba con cazuela de pava y, más tarde, con un cordero al palo. A él y los médicos nos les quedó otra que comer y tomar una copita. Es que en el sur las personas invitan con frecuencia a sus casas y son muy agradecidas, explica él. "Entre más te tuteaban, más se allegaban a ti y eso era porque más confianza te tenían", detalla sobre ese periodo en Castro.
"Había como 4 o 5 corderos estacados, yo dije que no tenía hambre pero allá me contaron que uno no puede decir 'no'. Estuvimos hasta las 11 de la noche comiendo", recuerda.
La hija
Pía Vielma es hija de Eduardo Vielma, el compañero de mil autopsias de Víctor Díaz. Esta joven cuenta que desde niña supo del trabajo que hace su padre y que, de alguna manera, eso la motivó a ingresar al SML. "En el SML de San Antonio estoy desde agosto de 2016, pero antes trabajaba en el SML de Melipilla. Toda mi vida es como que si fuera parte del servicio (SML), siempre me gustó, desde que salí de cuarto medio quise trabajar acá", afirma a la vez que el doctor Díaz dice que "Pía no entró por la ventana, ella está preparada y cumple con todos los requisitos del perfil del cargo, además que ella no depende administrativamente de su padre, porque acá el único que manda soy yo".
La joven Pía es de verdad y no se duerme en los laureles. Está a punto de titularse de sicóloga, ya que sus estudios universitarios vespertinos los pudo compatibilizar con su trabajo en el SML. Sueña con dedicarse a la sicología laboral.
De valparaíso
Alexis Nelson Calderón mira al doctor Díaz y escucha sus historias de tantos años en las salas de autopsia. A este joven lo reclutó el SML en Valparaíso, su ciudad natal. Él, que antes se dedicaba a labores en la mueblería de su padre, postuló a un cargo de chofer en el SML. Sin embargo, cuando lo mandaron para la oficina de San Antonio, hace tres años, lo presentaron como ayudante de tanatología de Víctor Díaz. "Yo iba a manejar, supuestamente, primero en Valparaíso, y a los dos días me dijeron que tenía que entrar a tanatología", admite mientras el médico legista confirma que el porteño aprendió desde cero ya que "no conocía ni las jeringas".
Nelson, que es su apellido, fue un buen aprendiz y hoy se gana los elogios de su maestro. "Ha progresado un montón", señala el doctor, que bromea y ríe al manifestar que "le falta todavía, por lo menos reconocerme que soy el jefe". Todos los demás ríen amistosamente.
Y como Alexis Nelson viene del mundo de los muebles se hizo común que él, al diseccionar el corazón de algún occiso, le dijera a Díaz que "tenía vetas", en referencia a esa figura que se forma en las tablas de madera que él usaba en el negocio de su papá. Eso, en estricto rigor, significa, según Díaz, que aquel aparato presentaba ciertas líneas irregulares ajenas a su condición ideal. "Alexis nos ha enseñado un lenguaje nuevo", reconoce el doc.
En estas conversaciones en una de las dependencias del SML se siente la calidez de este grupo de personas. Y aunque, por momentos, se palpa un ambiente jocoso al oír sus historias, ellos recalcan que son muy responsables para cumplir con sus respectivas funciones. "Él técnico hace las disecciones pero la pericia es mía, yo la describo, aplico todos los fundamentos y se la entrego al fiscal, y eso se presenta como carga de prueba en el tribunal, donde tengo que ir a defender el trabajo pericial que realizamos", sostiene Víctor Díaz al tiempo que, en medio de la entrevista, suena el ringtone de su teléfono con la canción "Baila sin Cesar", de 31 Minutos.
Duro de matar
Víctor Díaz ha sido un incansable que luchó para que se concretara el sueño del nuevo SML de San Antonio, ya que hasta hace algunos años el recinto estuvo en deplorables condiciones. Hoy, en la calle Lucía Subercaseaux, Barrancas, se levanta un moderno edificio, en el cual el Estado invertirá 1.063 millones de pesos.
"Mis 28 años en el SML han sido de dulce y agraz; han habido momentos en que uno se siente frustrado, pero en general yo he hecho acá lo que he querido. Es como dice el dicho que 'es mejor ser cabeza de ratón que cola de león' porque aquí esto (el SML local) es chiquito, yo estoy solo y soy el rey; si esto fuera grande, como en Santiago, no sería nada, ni me inflarían".
Para Díaz y su equipo hay jornadas ultralargas, como las vividas en enero pasado cuando, debido al paro del SML en Santiago, debieron efectuar hasta siete autopsias diarias.
El doctor, como muchos en su especie, anuncia que trabajará hasta el día en que su cuerpo ya no le acompañe, pero para eso, quizás, falte mucho tiempo. "Es duro de matar", dice Eduardo Vielma cuando Víctor Díaz recuerda el día en que, en el año 2014, murió su hermana Rosa tras ser sometida a una operación a la vesícula en Santiago y él estaba recién intervenido por el mismo problema de salud en el hospital Claudio Vicuña de San Antonio."Me salvé jabonado, soy duro de matar... Vi el túnel, no la luz", confirma el médico legista que enfrentó con éxito a la muerte.