Pacientes crearon emprendimiento para mejorar su salud mental y física
Un resiliente grupo de sanantoninos que se atiende en el Centro de Rehabilitación San Antonio de Padua, en la 30 de Marzo, se unió para impulsar una empresa y así hacerle frente a la adversidad.
Andrea Cabello tiene 27 años y forma parte de la directiva de Recisan (Reciclaje en San Antonio), grupo compuesto por hombres y mujeres con distintos tipos de discapacidad que, en un momento trágico de sus vidas, decidieron hacer de su drama una virtud. Hoy producen papel reciclado y fabrican productos para la venta a través de este emprendimiento.
Hace cuatro años Andrea lucha contra una distonía muscular con hemiparesia, un extraño trastorno del movimiento que le causa contracciones involuntarias y afecta todos sus músculos. Hoy, con un hijo de ocho meses, quiere hacer realidad el emprendimiento que comenzaron en el Centro de Rehabilitación San Antonio de Padua (CCR), lugar que atiende sus limitaciones físicas.
Colapso nervioso
Andrea cuenta que estudiaba y trabajaba, y a eso se sumaron algunos problemas con la sostenedora del colegio donde ejercía como sicopedagoga, lo que significó que su sistema nervioso colapsara. "Me dio distonía, que es una atrofia muscular a nivel de todo el cuerpo, focalizada en el lado derecho, desde la cara hasta los dedos del pie. Hasta hace tres meses usaba bastón".
Recuerda que todo comenzó con un intenso dolor de cabeza al que no le prestó atención. Luego vino la parálisis en el rostro y de ahí a todo el cuerpo. "Los médicos me dijeron que era una parálisis "extraña" y decidí buscar atención en Santiago. Llegué al Centro de la Distonía, donde me inyectan bótox en los músculos para poder caminar. De lo contrario, me da espasticidad y me quedo tiesa".
Contra todo pronóstico médico, Andrea tuvo a su guagua. "Me dijeron que no iba a poder tener hijos. Ahora ando con Amaro para todos lados; él es todo terreno, porque perdí la sensibilidad, por lo que no soy para nada delicada, pero él ya se acostumbró", relata con gracia.
Del CCR invitaron a Andrea y a otras personas a participar de un emprendimiento. "En un principio éramos 12 personas, luego se fueron desmotivando y hoy quedamos seis. Tenemos toda nuestra energía puesta en esto. Necesitamos que nos ayuden con un espacio para poder trabajar bien. Agradecemos por el lugar que nos facilitan, pero necesitamos comodidad según la discapacidad de cada uno", señala.
Papel reciclado
Esta agrupación está compuesta por hombres y mujeres con distintos niveles de discapacidad. Ninguno de los seis recurre al victimismo, todo lo contrario, quieren ser vistos como iguales. En todos ellos, la discapacidad fue el impulso que los motivó a dar este gran paso.
Hoy producen papel reciclado, que ocupan en distintos productos que ofrecen para la venta. Trabajan en un improvisado taller que les facilitó la Unión de Padres y Amigos de Discapacitados (Unpade) en calle Angamos.
Tienen una efectiva cadena de producción, los hombres pican, licuan, remojan y tiñen el papel, mientras que ellas van fabricando libretas, álbumes de fotos, marcadores de libros y otros productos con el papel reciclado. Bárbara Berríos es la encargada de pintar los diseños de las portadas.
El objetivo de este emprendimiento asociativo es brindar una oportunidad real de reinserción laboral y nace por la falta de oportunidades para discapacitados.
"Faltan oportunidades laborales inclusivas para personas en situación de discapacidad que ayuden a mejorar la calidad de vida. No aspiramos a riquezas, queremos difundir la necesidad de un mejor trato. Recisan es un emprendimiento inclusivo y entregamos un producto sustentable que apoya el reciclaje de la comuna", explicó Orlando Soto, sanantonino de 73 años que volvió hace casi dos de Venezuela, país al que emigró en 1975.
"La situación política y económica se deterioró increíblemente. Además me enfermé de parkinson y, con receta y plata en la mano, recorría las farmacias y no había medicamentos. Llegó un momento en que mi salud estaba muy deteriorada y decidimos, con mi famila, volver a nuestra tierra", explica.
Recuerda que en el aeropuerto de Caracas lo subieron al avión en silla de ruedas. "Venía muy mal, apenas caminaba. En San Antonio fui al consultorio de Barrancas y ellos me derivaron al CCR de la población 30 de Marzo para hacer rehabilitación. Hoy estoy tan bien que ni me creen que tengo parkinson", asegura con alegría y emoción.
El gran sueño
En el centro de rehabilitación Orlando Soto conoció al resto del grupo y comenzaron Recisan. Agradece al CCR por el gran apoyo. "Quienes nos atienden son personas muy amables y preocupadas. Claudia Baeza y Lucía Olivares buscaron financiamiento para comenzar este emprendimiento. Nuestro gran sueño es vender todos los productos que fabricamos", confiesa Soto.
Agrega que "somos personas a quienes la enfermedad ha mermado sus ingresos y capacidades. Queremos que la gente entienda que necesitamos ayuda, no limosnas, sino armas para trabajar. Queremos recuperar la dignidad como seres humanos, retomar nuestro lugar en la sociedad y en el hogar. Sentir que nuestro espíritu rejuvenece y adquiere fuerza", dice con entereza.
Berta Cancino (58) apoya el relato de Orlando. Ella llegó al centro de rehabilitación luego de que hace cuatro años le diagnosticaran parkinson. Hoy es una más de Recisan y quiere obtener la personalidad jurídica de su agrupación para postular a proyectos y hacer crecer el negocio. "En un principio éramos varios los entusiasmados, pero poco a poco se fueron desilusionando porque obviamente esto es lento. Por ahora solo nos damos vuelta con los materiales", señala.
Recuerda el comienzo de Recisan. "Nos invitaron a participar de un proyecto del Servicio Nacional de Discapacidad (Senadis). Sin tener mucha idea al respecto, nos aventuramos. Nos gusta hacer cosas y tenemos que mantenernos ocupados para no sentirnos limitados. El hecho de sentir que eres capaz de hacer cosas nuevas, te da fortaleza".
Parkinson
El sanantonino Augusto López (57) también sufre de parkinson y se atiende en el CCR. "Cuando me diagnosticaron esta enfermedad hace cinco años, no lo podía creer. Quería despertar de este mal sueño".
Todo comenzó con un dolor en la cintura. Augusto pensó que era producto del trabajo de carpintería que realizaba. "Llegué al centro con un problema lumbociácito. Haciendo los ejercicios con las profesionales, me pidieron que subiera los brazos y me era imposible hacerlo sin temblar. Los bajaba y se pasaba. Ahí me dijeron que no era normal".
Añade que "luego me costaba caminar hasta que un día quedé inmóvil. El doctor me dijo "el trabajo se acabó, debes hacerte exámenes para ver el nivel de parkinson que tienes y a descansar". Pensé que era broma, pero no, fue realmente muy trágico", recuerda.
Su hijo de 23 años y su señora han sido su mayor apoyo. "Sin ellos, habría sido más terrible. Hay que aprender a vivir con esto, porque no tiene cura y como es una enfermedad neurológica, afecta el estado de ánimo, a veces no dan ganas ni de levantarse. Esa es la idea de participar de este emprendimiento, para que me mantenga ocupado", señala.
Luis Benavides (59) es otro de los activos integrantes de Recisan. Se rehabilitó en forma particular. Hace dos años tuvo un accidente vascular que lo dejó en silla de ruedas, sin memoria y sin poder hablar. Su recuperación fue rápida. "Fui aplicado y hacía todos los ejercicios hasta que recuperé mis músculos. Mi hijo me ayudó mucho para recuperar la memoria. Me mostraba imágenes y yo las iba reconociendo. En paralelo me tomó la fonoaudióloga del CCR. Ella me dice que cuando llegué, no conocía nada y solo lloraba porque nadie me entendía". Asegura que el accidente vascular se produjo porque no paró de manejar un camión por más de 13 años.
"Pusimos una parcela de la familia, prestada, como hipoteca en el banco para que mis hijos y una sobrina pudieran estudiar. Yo viajaba al sur trabajando en el camión. Pensé que nunca me iba a enfermar. Trabajaba para pagar el préstamo. No dormía. Tomaba puro café con Coca Cola entre una bomba de bencina y otra". Agrega que "cuando me tocaba hacer ejercicio me dolía tanto, pero los hacía igual porque quería recuperarme y que los demás no sintieran lástima".
Benavides agradece a sus compañeros de Recisan por la acogida. "Vengo todos los días a trabajar, desde septiembre. Esto es una terapia que me ayudó a recuperarme. Yo no les pido nada, solo que me dejen trabajar porque en ninguna parte me van a dar pega. Miro el producto y me enorgullece ser parte de esto".
Beneficios y desafíos
Entre los beneficios que destacan de este emprendimiento está la mejora significativa de la salud física y mental de los integrantes; la generación de trabajo asociativo e incrementa el reciclaje de papel en la comuna aportando al cuidado del medio ambiente.
Entre los próximos desafíos está conformar y legalizar la cooperativa Recisan y, por su intermedio, asegurar la venta permanente de los productos; conseguir fuentes de financiamiento para mejorar el equipamiento y capacidades, entre otros.
"Este barco llamado Recisan lo arrojamos al agua en agosto de 2017. La meta es llevarlo a alta mar, tenemos capitanas y capitanes del tamaño del reto, pero necesitamos crecer, para ello requerimos vender los productos. En la medida que adquieran nuestros álbumes de fotos, libretas y diplomas, creceremos", explica Orlando Soto.