Cuando en la provincia y el país se discute sobre las complejidades de la llamada "Deuda Hospitalaria", no puedo dejar de decir que el problema no es "hospitalario". Llamarlo así sería tan inadecuado y de mal gusto como, en una cena de amigos, hacernos los locos cuando llega la cuenta. Además, sería atribuirle a los equipos que día a día están en las trincheras de la salud pública, sacando adelante la atención en nuestros hospitales y consultorios, los frutos de la desidia del sistema a la hora definir los aranceles y destinar tan escaso porcentaje del gasto público al área de salud.
Como acto de respeto a esos funcionarios y funcionarias del sistema público, deberíamos tanto en nuestro lenguaje como en la búsqueda de soluciones reconocer que el problema no radica solo en la gestión y ejecución de las actividades asistenciales, sino que es responsabilidad de cada actor social que ha relegado la salud a un segundo plano.
Dr. Tomás Labbé A.