La cartagenina que curó las "heridas del alma" con sus novedosas artesanías
Graciela Pizarro Garrido aprendió a confeccionar figuras de manera autodidacta y descrubrió que través de este oficio podía sanarse a sí misma.
Graciela Pizarro Garrido (49) se dedica a la artesanía desde "toda la vida", como ella misma relata. Ha conseguido dos premios a nivel nacional por sus trabajos. En 1999 ganó una mención honrosa por una máscara que llamó "La cartagenina". Esto significó un diploma de honor y un encuentro con la primera dama de aquel entonces, Martita Larraechea, en el Museo de Arte Precolombino. Al año siguiente participó en un concurso denominado "Los pesebres". Ganó el primer lugar y fue premiada con un viaje a Jerusalem, pero "no pude ir porque no tenía dinero para las tasas de embarque ni para estar allá". Su pesebre, además, fue la imagen de Chile para el jubileo del año 2000.
El pesebre
Para el concurso, Graciela desarrolló un pesebre con una mediagua pero como eran antes, con un tronco en el techo que mantenía las fonolitas libres del viento. José era el carpintero de una población y María una pobladora morena con su bebé en los brazos. Venían vecinos que traían ofrendas de flores y empanadas, mientras otros hacían un arbolito de pascua. "En hacer todo el trabajo me demoré un fin de semana", relata la artesana.
"Me enteré por el matinal que había sacado el primer lugar", rememora orgullosa.
La técnica
Graciela hace figuras rescatando personajes tradicionales como el vendedor de palmeras, el diablo de La Tirana, la señora que vende pan amasado y el tinterillo, entre otros.
Hace 15 años que realiza este oficio. Utiliza productos reciclados como hojas de cuadernos y de diarios, alambres, trozos de madera, entre muchos otros desechos.
Graciela detalla que el papel que usa para sus figuras es remojado en pegamento de engrudo, mezclado a veces con cola fría para endurecerlo. Después lo pinta con acrílico, óleo o incluso témpera.
Trabaja este tipo de artesanía especialmente en invierno ya que "en esa época el público realmente se da el tiempo de apreciar y admirar este tipo de trabajos".
Graciela también confecciona máscaras. Las hace con una masa de agua con harina y, en muchos casos, introduce su propia cara adentro. Después vacía el yeso preparado y así realiza el molde. Después las decora con pequeñas piedras de cuarzo y arena negra de la Playa Grande. También usa acrílico, algas y conchas de mar para decorar y pintar.
El arte que sana
Para Graciela es muy sanador y terapéutico realizar este tipo de trabajos. Cuenta que el año pasado vivió episodios muy sensibles por la pérdida de seres queridos, a lo que se suma la discriminación que asegura haber sufrido por su apariencia física.
"Expresar tu energía en forma y color de alguna manera te permite sobrepasar episodios difíciles en tu vida. Ojalá muchas personas se vayan motivando a este tipo de expresiones porque el arte ciertamente es algo sanador, de ahí la palabra 'arte-sana'", enfatiza.
-¿En qué se inspira para realizar sus trabajos?
-Mi inspiración surge en la observación y sensibilización con episodios sociales. También con algunos personajes históricos o literarios que considero importantes como El Principito o el poeta Vicente Huidobro, este último símbolo de la cultura de Cartagena. También me interesan mucho los temas relacionados con la reivindicación de los pueblo originarios. Sensibilizo bastante con episodios de violencia intrafamiliar también.
En la Casa de la Mujer de Cartagena invitaron a Graciela a participar de un taller de Prevención de Violencia de Género que finalizó con la elaboración de varios murales con esta temática que están en avenida San Martín.
Graciela actualmente está enfocada en postular a un Fondart y en hacer una exposición solo con personajes tradicionales de Cartagena. "Hay familias que son tradicionales o personajes como el vendedor de pan de huevo o el Viejo Pascuero tradicional de Cartagena. La idea es rescatar nuestra identidad como comunidad y que estos personajes no pasen al olvido", asegura la artesana.
En abril Graciela dará su examen de título para ser trabajadora social y hace 14 años que hace clases de desarrollo organizacional con microempresarias rurales por la fundación Prodemu.