Mónica Jorquera Escobar
En el living de la casa del cerro Bellavista que juntos construyeron en sus 48 años de matrimonio ayer se encontraban dos ataúdes. Marido y mujer los ocupaban.
El amor que se tenían María del Rosario Garrido Díaz (75) y Ruperto Cerda Moscoso (72) burló el "hasta que la muerte nos separe", pues partieron de este mundo con escasas horas de diferencia y por ello ayer estaban siendo velados juntos.
Para los familiares la muerte de ambos no se trató de una coincidencia, pues aseguran que todo es por un "pacto de amor" que se juramentaron.
"Ellos siempre decían que se querían morir juntos, que no querían que alguno de los dos quedara solo. Hicieron un pacto de amor que si uno se moría, vendría a buscar al otro y cumplieron", detalló José Antonio, uno de los seres queridos del matrimonio fallecido.
La tarde del sábado pasado el estado de salud de la "Charo", como le decían de cariño a María del Rosario, era delicado. Comenzó a sentirse muy mal hasta que a las 22.45 horas dejó de existir. Una cirrosis hepática que la aquejaba desde el 2016 terminó con su vida.
"Falleció (María) y nos fuimos al hospital a hacer todos los trámites para que nos entregaran el cuerpo y al llegar el 'Peto' (como le decían a Ruperto) estaba muy mal", relataron los familiares de la pareja.
Ruperto se encontraba en cama, muy enfermo, puesto que a fines del año pasado le diagnosticaron un cáncer terminal. Le dijeron que le quedaba poco tiempo de vida. Por eso en los últimos meses aprovechó a concho a su mujer, el gran amor de su vida.
"Dejó estar su enfermedad por enfocarse en que su señora se recuperara, no le importaba nada más", analizó un cercano.
Cuando en calle Patria Vieja, en el sector 2 de Bellavista, arreglaban el living para colocar el féretro con el cuerpo de la "Charo", los familiares fueron a la habitación de Ruperto y se dieron cuenta que había fallecido.
"Cuando le rezábamos a la 'Charo' (en el inicio del velorio), tuvimos que llamar a la funeraria (Belén) para que nos ayudara con otro servicio, esta vez para el 'Peto'", explican aún incrédulos.
Seis horas después de que muriera su esposa, se apagó la vida de Ruperto Cerda. "Hicimos todos los trámites y a las pocas horas ya teníamos a los dos acá siendo velados juntos, como ellos mismos siempre quisieron, cumplieron con su pacto de amor".
Ruperto y María eran muy apegados. Se amaron con respeto y alegría. No tuvieron hijos, pero criaron a un sobrino como si lo fuera.
Los recuerdan por ser amorosos, comprensivos y unidos. Tanto así que varias personas los ubicaban porque Ruperto trabajó en la conducción de colectivos desde los años '80 y, para no estar lejos de su amada, la "Charo" siempre viaja como copiloto, siendo la única "cajera" de taxicolectivos que ha habido en San Antonio.
"Hacían todo juntos, porque se echaban de menos si no se veían", dijo Esteban, el sobrino-hijo del matrimonio.
Los familiares de la pareja ayer estaban preparando todo para el funeral que se realizaría mañana en Lo Abarca, mientras tanto los velarán en calle Patria Vieja 486.
"Llevaban casi 50 años juntos y ahora hasta al cementerio se irán unidos. Con esta pareja no podía ser distinto, se necesitaban hasta en la muerte", reflexionó José Antonio.