El complejo liderazgo chino
por Abraham Santibáñez, Premio Nacional de Periodismo.
Cuesta entender lo que ocurre en el mundo.
Estados Unidos, campeón de la democracia y la libertad de comercio, protagoniza un repliegue portentoso: el Presidente Trump anunció que las importaciones de acero y sus derivados se gravarán con un 25 por ciento, mientras que para el aluminio se aplicará un 10 por ciento. La razón, dijo, es que "nuestras industrias de acero y aluminio (y muchas otras) han sido diezmadas durante décadas por el comercio injusto y la mala política con países del mundo. No podemos permitir que se sigan aprovechando de nuestro país".
Según la BBC, preocupa la reacción de China, que podría responder a los aranceles estadounidenses con los suyos. Paradojalmente, China es hoy el nuevo abanderado de la libertad comercial. También lo es en otros temas complejos.
El audaz gesto del Jefe de Estado chino de reunirse con su homólogo de Corea del Norte, le da a China, como tituló El Mercurio, "la llave para destrabar la crisis norcoreana". En las próximas semanas, debería concretarse un acercamiento sin precedentes de las dos Coreas además de un inédito encuentro entre Donald Trump y Kim Jong-il.
China se consolida así como potencia mundial por su capacidad de negociar e incitar a la negociación entre rivales.
Lo más sorprendente es que está lejos de ser un ejemplo democrático¬. En esta materia tiene enormes insuficiencias.
Se trata de un proceso lento que acaba de sufrir un traspié grave.
A comienzos de marzo, la Asamblea Nacional Popular abolió el límite a los mandatos presidenciales. Así Xi Jinping se ha convertido a los 64 años, en el presidente chino con mayor poder desde hace un cuarto de siglo. Podrá permanecer al mando más allá del término de su actual período en 2023.
2.958 de los casi 3.000 delegados de la Asamblea Nacional Popular aprobaron la medida como parte de un paquete de reformas constitucionales. Sólo hubo dos votos en contra y tres abstenciones.
¿Democracia? No como la entendemos por estos lados.

