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Ahora Saam admite interés por competir por megapuerto

Firma de los Luksic aseguró que mira con "mucho interés" este proyecto en San Antonio.
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Crónica

El Puerto de Gran Escala (PGE) o megapuerto de San Antonio, anunciado en enero pasado por el anterior gobierno, sigue acaparando la atención de los principales grupos económicos del país. Esta vez Saam, firma portuaria, logística y de remolcadores ligada al grupo Luksic, admitió su interés en participar en las licitaciones que se prevén para desarrollar el PGE en San Antonio, iniciativa que demandaría más de US$ 3.300 millones en inversiones y que se prevé inicie sus operaciones en 2030.

En declaraciones publicadas ayer por El Mercurio de Santiago, el presidente de Saam, Óscar Hasbún, comentó que el PGE "lo vemos con mucho interés, los timing (tiempos) que se han dado respecto de cuándo podría entrar en operaciones el Puerto de Gran Escala nos parecen que son prudentes, porque hoy el cuello de botella de la logística en Chile, particularmente de la zona central, no tiene nada que ver con la infraestructura portuaria. Hoy existe capacidad de puerto importante funcionando y operando".

El lunes, tras culminar la junta de accionistas de la compañía que opera en 13 países, Hasbún señaló que la velocidad con la que pueden avanzar los camiones que llegan a los puertos puede mejorar, a la vez que sostuvo que existe una carencia en materia ferroviaria. En tanto, recalcó que a 2030 sería necesario aumentar la infraestructura portuaria, "en la medida de que Chile crezca".

Consultado por El Mercurio respecto de si el grupo está dispuesto a participar en las licitaciones del PGE, Hasbún respondió: "Por supuesto, siempre estamos interesados en operar este tipo de puerto. Hoy tenemos una operación importante en la zona (de San Antonio) y nuestro plazo de concesión es coincidente, no estaríamos impedidos de participar. Lo miramos con interés".

Respecto de si esta iniciativa la están evaluando con algún partner , el ejecutivo señaló que "son inversiones muy grandes y siempre tener socios es algo atractivo".

Hoy, el PGE se encuentra en consulta obligatoria ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.

El grupo Luksic, a través de Saam, posee el 50% de San Antonio Terminal Internacional (STI), cuya concesión partió en 1999 y vencería en 2024. La otra mitad del terminal es de la estadounidense SSA Marine.

Los Luksic entraron a Saam en 2011, tras comprar acciones de Vapores al grupo Claro. En ese entonces, la firma portuaria era una filial de la naviera.

Este año, Saam prevé invertir cerca de US$ 85 millones en la mantención de equipos, infraestructura en puertos y flota de remolcadores. A este último segmento destinarían unos US$ 28 millones. La firma cerró en 2017 un ciclo de inversiones de US$ 500 millones en cuatro años.

2030 se prevé que debería iniciar sus operaciones el megapuerto en San Antonio.

el puerto de gran escala demandará una inversión de 3.300 millones de dólares.
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En ruta a la santidad

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por Abraham Santibáñez, Premio Nacional de Periodismo.

Fallecido hace casi dos décadas, el Cardenal Raúl Silva Henríquez fue un pastor que trabajó incansablemente por los pobres, los campesinos, los trabajadores y las víctimas de las violaciones de los derechos humanos. Para observadores extranjeros, en América latina, Estados Unidos y Europa, fue un símbolo de la resistencia contra la dictadura militar y la desesperanza en Chile. Para los ocupantes de viviendas construidas a través de las múltiples fórmulas que él mismo ideó o de las parcelas que ayudó a entregar (y a conservar) fue clave para que pudieran, como miles de otros chilenos, dormir cada noche bajo un techo propio y acogedor.

En esta perspectiva, la corporación "Cardenal del Pueblo", que preside el economista Reinaldo Sapag, está organizando la conmemoración de los 19 años de su fallecimiento. Ayer se realizó una misa en la Gratitud Nacional. Es intención de los organizadores dar comienzo a una campaña para reunir un millón de firmas para su canonización.

Es un noble propósito que se apoya en una verdad no siempre reconocida: no hubo en el siglo XX un hombre que hiciera tanto por tantos chilenos como el Cardenal Raúl Silva Henríquez. A lo largo de cinco décadas, impulsó numerosas y variadas actividades que sólo se pueden resumir en un vasto catálogo de los sueños y necesidades de millones de personas. Fue un esfuerzo pionero cuando el Estado recién asumía estas responsabilidades.

Empezó en la década del 40. Recién ordenado sacerdote, levantó un colegio y un templo monumental dedicado a Don Bosco en La Cisterna.

Después se convirtió en líder de los educadores católicos.

En la década de 1950, por insinuación de su amigo el obispo Manuel Larraín, se hizo cargo de Cáritas Chile, institución que llegó a ser una mini-réplica -privada- de la Corfo y, como tal, alimentó, construyó y reconstruyó y fomentó la creación de múltiples empresas. Su eficiencia y sus contactos nacionales e internacionales, le sirvieron luego, como arzobispo, para encarar acuciantes problemas de los más necesitados: los pobres urbanos sin techo ni pan; los campesinos sin tierra ni derecho a organizarse; los cesantes: los niños y jóvenes sin educación ni esperanzas... y a partir de 1973, las víctimas de las sistemáticas violaciones a sus derechos humanos.

Considerado huraño por algunos, en el ocaso de su existencia su mirada se volvió dulce junto a los niños. Así lo dejó registrado en un conmovedor video, el cineasta Ricardo Larraín.

Signo de contradicción, conforme al mandato evangélico, el cardenal Silva Henríquez fue, al mismo tiempo, un hombre de paz. Y, como tal, atenaceado por la angustia, se acercó sucesivamente en 1978 a dos Papas en los momentos en que recién iniciaban sus pontificados, para pedirles que intervinieran en el inminente conflicto armado entre Chile y Argentina. Con Juan Pablo I, debido a su muerte inesperada, no tuvo suerte. Pero sí con su sucesor, Juan Pablo II. Más tarde, como correspondía, el proceso lo asumió el gobierno chileno. Pero el punto de partida ya estaba dado.

Aunque no hubiera realizada nada más, los chilenos (y también los argentinos) debemos agradecerle al Cardenal Silva su gestión. No fue él quien logró la paz. Pero la hizo posible.

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