Hace mucho tiempo convivo con una enfermedad difícil, dolorosa y por sobre todo incomprendida. Durante largos períodos personalmente es silenciosa y controlable, en otros es tan visible e incontrolable que la mayoría de los que ignoran el cómo, cuándo y por qué, te llaman loco.
Muchas veces me ha tocado ver la intolerancia, la inconprensión y por sobre todo la indiferencia total hacia muchas personas que sufren de enfermedades mentales. Si pudiese escribir en esta carta toda la incomprensión que he visto en ese lugar llamado la "Casa Blanca", estaría un largo rato.
Hoy lo hago porque me tocó a mí y es injusto.
Hace unos días fui a buscar mi receta para mis medicamentos. Solicité hora con el psiquiatra y las respuestas fueron: "No tenemos horas", "hay dos psiquiatras, pero no pueden atenderla", "a lo mejor llegue una tercera y puede ser que le demos una hora, pero para junio.
Perdón ¿y el psiquiatra que me atendía? No él se fue.
Ah, y además me explica que tampoco tienen psicólogos.
¡Qué lujo de atención psiquiátrica tenemos".
¿Podrá bajar en algún porcentaje esta lacra de enfermedades con este tipo de gente, con este tipo de sistema y con este tipo de pensamiento?
Voy a tener que seguir esperando una hora y más afuera del lugar junto con gente desvalida y de la tercera edad que no tiene ni dónde sentarse para que nos entreguen un número para la entrega de recetas y luego otro rato para después llegar al hospital y te digan "no hay tal o cual medicamento".
¿Voy a tener que seguir yo y toda esa gente leyendo en este mismo diario la "gran noticia" de que ha llegado una nueva psiquiatra al centro de atención que ayudará y cambiará un poco el sistema si al final ni siquiera tienen hora para atenderlos?
Yo solo quisiera pedirles comprensión cariño y por sobre todo el mejor de los medicamentos, el AMOR .
Carola Cabello