Hace tres años, cansada de la vida capitalina, la bailarina de danza árabe tribal Jamila Salimpou llegó al litoral. Desde entonces, realiza talleres para mujeres de todas las edades para que a través de las danzas circulares conecten con su cuerpo y con otras mujeres.
Vuelta al origen
En los años 60, Jamila Salimpou, una bailarina de origen libanés que vivía en Estados Unidos, cansada del estilo comercial de la danza oriental, partió en búsqueda del sentido místico y étnico de la danza por el norte de África. En contacto con las tribus nómades que habitaban esa zona, estudió sus movimientos y los incorporó para crear la Danza del Vientre Tribal de estilo americano (ATS). Con los años, esta danza ha incorporado otras influencias y hoy mezcla movimientos de la India, como los mudras y de bailes flamencos, por lo que se incluyen en el vestuario elementos como la flor en el cabello y las mantillas.
Greta comenzó con el baile árabe tradicional, luego siguió con danzas de la india y ahora estudia flamenco. Rescatando el estilo árabe tribal tradicional, Greta ha creado sus propias variante, las danzas circulares del vientre. Después de 20 años de experiencia, la bailarina ha optado por privilegiar la expresividad y el disfrute de sus alumnas antes que la técnica. "Las mujeres más que técnica, buscan sanar", dice.
Encuentro
"Al comenzar las clases yo les pregunto qué es lo que buscan con la danza. Me he dado cuenta que la mayoría busca sanarse, muchas tienen problemas de autoestima y la danza les permite un encuentro con su cuerpo. Algunas mujeres se abandonan por cuidar de otros. En el taller, yo las incito a preocuparse de sí mismas".
Greta comenta que en la forma de mover el cuerpo y en la postura, se revela el carácter de sus alumnas. "Sobre todo en los movimientos de caderas. Muchas veces parten haciendo movimientos chiquititos porque culturalmente esa zona es reprimida. Yo las incito a abrirse y ocupar el espacio".
"Hay alumnas que al principio del taller dicen que no participarán de la presentación, pero al final todas terminan bailando. Es un proceso súper entretenido. Hacemos ensayos, nos preocupamos de los vestuarios, y después al ver las fotos, viene la recuperación del autoestima".
Para todas las edades
A través de los años como profesora, Greta ha visto cómo las mujeres se trasforman en las diferentes etapas de sus vidas.
"Cuando son niñas son revoltosas y alegres, en la adolescencia algunas sientes vergüenza de lo que los otros pensarán o de su cuerpo; entre los 20 y 30 años, muchas están atareadas con estudios o maternidad; los 40 son complicados porque muchas deben trabajar con la menopausia, pero la mujer se encuentra consigo misma. Y los 60-70 es la época más entretenida. La mayoría está liberada, muchas viven solas y no tienen la presión del trabajo", señala Jamila.
La profesora destaca que esta danza no tiene límites, ni de edad, ni forma, ni condición física.
El factor de encuentro con otras mujeres también hace del espacio de los talleres una instancia sanadora. Mujeres que están muy dedicadas a su hogar y tienen poca vida social, conectan con otras y hacen grupos de amigas que van más allá de las clases. "En los círculos, las mujeres cuentan sus problemas, de repente hechos de violencia intrafamiliar", relata.
Además de las clases en San Antonio cada viernes de 19.:00 a 20.30 horas, en la Escuela Plexo Solar; y los jueves de 11.00 a 12.00 en la Plaza Mirasol de Algarrobo, Greta realiza presentaciones con la agrupación Tribumyrivan.
Las interesadas pueden contactarla a través de su página de Facebook Gretatribalis.
20 años de experiencia como bailarina de danzas orientales tiene Jamila.