Fresca como una lechuga: los 58 años de Carmen en la misma esquina
Tiene 82 primaveras y gracias a su puesto de frutas y verduras ubicado en el corazón de Centenario sacó adelante a ocho hijos, tras la muerte de su esposo.
La esquina de Alberto Barros con Centenario tiene nombre y apellido. Se llama Carmen Herrera Herrera, una vecina sanantonina que lleva casi 60 años vendiendo frutas, verduras, ensaladas y entregando la simpatía única que tiene esta mujer de 82 primaveras.
Abrigada hasta los dientes, esta abuelita al parecer se ha mimetizado con los frescos productos que vende. Alegre, energética y con una buena salud, Carmen atiende a cada uno de los clientes que llegan hasta su puesto en busca de algunos de sus alimentos.
De madrugada
La jornada para esta mujer comienza a las cinco de la madruga. Junto a una de sus hijas se levanta antes de que aparezca el sol para dar inicio a un nuevo día laboral.
"A esa hora empezamos a preparar las ensaladas que después vendemos. Hacemos hartas y siempre elijo las mejores verduras, porque es la única forma de que a una le vaya bien. Productos frescos, bonitos y a un precio normal es lo que la gente siempre prefiere", detalla mientras atiende a una mujer que se llevó dos ensaladas por $1.500.
La historia de Carmen en este lugar se remonta al 4 de enero de 1960 cuando su marido Ramón Valenzuela se instaló por primera vez en esta intersección.
Ella confiesa que nunca pensó que con este trabajo sacaría adelante a todos sus hijos, aunque la pena y la tristeza también fueran las invitadas de piedra en esta historia de esfuerzo y perseverancia.
"Por esos años el presidente (de Chile) era Jorge Alessandri y nosotros conseguimos un permiso para vender productos en esta esquina gracias a una de las hermanas de él. Desde esa época que estamos acá, pero no sabemos hasta cuándo", cuenta con incertidumbre.
Gran dolor
Carmen y su esposo Ramón tuvieron cuatro hijos, pero el destino les arrebató a uno de ellos producto de una severa neumonía.
"Fue una hija, la tercera, le dio una enfermedad y se murió. Era una guagüita cuando le dio neumonía", describe la comerciante.
Los días pasaron y la familia comenzó a crecer, a los tres hijos se sumaron otros cinco.
"Con mi esposo adoptamos a cinco niños. Los criamos a puro esfuerzo con este puesto. Este local nos dio todo para sacar a mi familia adelante, darles educación. Hoy todos son personas buenas y eso a una la pone contenta", dice con una tibia sonrisa esta vecina de Llolleo.
Es que por estos días los recuerdos y la nostalgia afloran más que de costumbre. El pasado miércoles se celebró una misa en honor a Ramón Valenzuela, el ex esposo de Carmen, quien falleció hace 26 años, dejando un vacío imposible de llenar.
"Falleció de un infarto al corazón cuando tenía alrededor de 55 años".
-¿Cómo fue esto para usted? No es fácil para una madre hacerse cargo de ocho hijos.
-Nunca es fácil pero hay que resignarse y salir adelante, porque la vida sigue. No le voy a mentir que todos lo pasamos mal con la muerte de mi esposo, pero había que seguir. Había que aceptarla. Tenía hijos que alimentar, como ahora hay nietos que criar.
-¿Y ha pensado en dejar este lugar para descansar?
-La verdad es que poco a poco me ido quitando responsabilidades. Por mis años, ya no estoy como para andar preocupándome por los trámites, las firmas y todas esas cosas. Por eso ahora el local está a nombre de mi hija. Nadie sabe hasta qué hora seguiré acá, pero por ahora continúo en esta misma esquina, como lo he hecho por 58 años.
-¿No se aburre?
-La verdad es que no. Me entretengo atendiendo a la gente. Me gusta. Mi mamá me decía que una en la casa puede ser mal genio, enojona y todas esas cosas; pero cuando sales de tu hogar tienes que ser alegre y feliz. Yo no me enojo en la casa y menos voy andar con cara larga acá en el puesto. Hay que andar feliz y con energía, como las verduras.
26 años han pasado desde que Carmen Herrera quedó viuda. La mujer llegó hace 58 años a trabajar al mismo lugar donde hoy vende frutas, verduras y ensaladas.

