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Por qué odiamos a Luisito Rey

El padre de Luis Miguel se ha convertido en un personaje repudiado, gracias a la serie de Netflix que recrea la infancia y juventud del "Sol de México". Mantuvo un control férreo sobre el niño artista, le suministraba efedrina para mantenerlo despierto y se apropió de su dinero. Como si fuera poco, se le vincula con el mayor dolor del cantante azteca: la misteriosa desaparición de su madre.
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Crónica

"Te odiamos, Luisito Rey". La leyenda está estampada en la que se ha convertido en la camiseta más famosa de todo México .

Junto al mensaje, aparece un dibujo de Óscar Jaenada, el actor que interpreta a Luisito Rey en la popular serie de Netflix "Luis Miguel", inspirada en la vida del "Sol de México".

Luis Miguel Gallego Sánchez, más conocido como Luisito Rey, se ha convertido en el villano número uno de México y de Hispanoamérica, luego de que la serie destapara la forma en que explotaba y se aprovechaba de su hijo, en medio de una sórdida trama de mentiras, manipulaciones y dominación.

La serie muestra la difícil infancia y juventud de Luis Miguel en su camino hacia la fama, de la mano de un padre a lo menos cuestionable y que hasta hoy es sospechoso de ser el responsable de la desaparición de la madre del cantante, tal vez el dolor más grande con que carga Luis Miguel.

Hay algo particular en esta serie que la convierte en algo así como un ajuste de cuentas. Basada en el libro "Luis Miguel. La historia" (Aguilar, 2018), del periodista Javier León Herrera, la producción cuenta con la autorización expresa de Luis Miguel.

Coincidencias

Para entender la oscura y atemorizante personalidad de Luisito Rey, hay que retroceder en el tiempo, hasta su infancia en Andalucía, España, donde Luis Gallego Sánchez era un niño talentoso, pero que crecía en un ambiente difícil.

Sus padres eran cantantes de flamenco y a los ocho años ya lo tenían sobre el escenario, cantando y tocando guitarra. La pillería, la estafa, la mentira y la juerga eran compañeros habituales en la infancia de Luisito, y allí aprendió los trucos que guiarían su vida. Curiosamente, sus padres falsificaron su partida de nacimiento para obtener beneficios sociales, lo mismo que Luis Rey haría años más tarde en México con el certificado de su hijo, para hacerle creer a todo el mundo que Luis Miguel era un astro ciento por ciento mexicano, cuando en realidad había nacido en Puerto Rico.

A los ocho años Luisito grabó su primer disco. Con apenas 9 años, su madre le consiguió un contrato para actuar en Buenos Aires y lo envió solo con su representante. Luisito sufrió abandono, hambre y escasez, pues no le pagaban. Escapó y, dos años después, volvió como polizonte a España.

Su adolescencia tampoco sería fácil y de adulto menos. Mujeres, drogas y alcohol dominaron la relación con Marcela Basteri, su pareja y madre de sus tres hijos.

Peregrinaje

Tras huir de España Luisito se instaló en Mar del Plata, Argentina, donde conoció a Marcela Basteri, con quien inició una relación haciendo creer a todos que era una destacada actriz italiana". Luisito Rey tampoco se casó nunca con ella.

A partir de ese momento, la pareja comienza a llevar una vida nómade, a raíz de los constantes conflictos que Luisito Rey mantenía con sus promotores y empresarios nocturnos, a quienes timaba recurrentemente.

Entre sus desplazamientos por Puerto Rico, Estados Unidos, España y México nacieron sus dos hijos mayores: Luis Miguel y Alejandro.

Tabla de salvación

La carrera de Luisito Rey nunca pudo despegar y las deudas lo acechaban. Por eso, y a pesar de la envidia que sentía, cuando se dio cuenta del talento vocal de su hijo decidió hacerle lo mismo que le habían hecho a él y mandarlo a los escenarios para mantener a la familia.

Con solo diez años, "Micky" -como le decían en casa- debutó en un cabaret de Ciudad de Juárez, lo que marcaría el inicio de su meteórica carrera.

Luego vinieron radios, programas de televisión y estudios de grabación. Luisito Rey tomó el control total de la carrera de su hijo y lo sometió a un durísimo régimen de ensayos y le sacó la mayor cantidad de dinero posible.

Marcela, la madre, estaba relegada a las labores domésticas y el cuidado de los niños y no tenía injerencia alguna en las decisiones acerca de "Micky", Violento, controlador y manipulador, Luis Rey era el encargado de determinar el futuro del niño.

Luis Miguel debió dejar la escuela y comenzó a realizar exhaustivas giras y para combatir el cansancio, su padre le hacía consumir efedrina.

La vida de carencias de los Gallego quedó atrás. Con el dinero entrando a raudales, Luisito Rey se compró trajes finos, relojes caros y un descapotable, y para la familia, una gran casa con piscina.

Para Rey, Luis Miguel era solo un producto moldeado por sus manos, y hecho para reportarle dinero, y su fama y talento, por extensión, le pertenecían a él.

La madre

Mientras la celebridad de Luis Miguel crecía por Hispanoamérica, el ambiente familiar en la casa de los Gallego Basteri era cada vez más tenso. "Marcela no aguantó más, desesperada y asustada por el cariz que tomaron las peleas con Luisito, harta de la promiscuidad descarada de su pareja, hundida por la manipulación llena de mentiras de la que era víctima", revela el libro "Luis Miguel. La historia".

Los niños dejaron de tener contacto con su madre y por años no supieron de su paradero. Incluso Alejandro, y luego "Micky", viajaron a Italia para seguir su rastro, sin éxito.

Las biografías de Luis Miguel apuntan a que, en algún momento, Luisito Rey viajó a España -sin decirle a sus hijos- y convenció a Marcela de entrevistarse con él. Estaba preocupado: su ex pareja conocía muchos secretos oscuros de su pasado y presente, entre otros, sus malos manejos de la fortuna del cantante. Para entonces, Luisito Rey ya no era manager del artista, pero sí manejaba sus negocios y desviaba millones de dólares hacia cuentas en el extranjero.

El encuentro entre Luisito Rey y Marcela Basteri se realizó en Madrid. Fue la última vez que se supo de ella. "Después de eso se esfumó. La tierra se la tragó. Desde entonces, más o menos a principios de septiembre de 1986, no hay una sola señal de vida de la mamá de Luis Miguel", revela la biografía del artista.

Las sospechas siempre han apuntado hacia Luis Rey como responsable de la misteriosa desaparición de Marcela Basteri. Mantuvo el encuentro en España en secreto y echó a correr el rumor de que su ex pareja se había escapado con otro hombre, abandonando a sus hijos.

Recientemente, el actor mexicano Andrés García afirmó en una entrevista radial que Luisito le pidió ayuda a Arturo "El Negro" Durazo -quien fuera jefe de la policía y cercano a la familia de "El Sol"- que lo ayudara a desaparecer a Marcela Basteri.

"Que desapareciera a Marcela. 'Este cabrón me anda pidiendo eso'", comentó García que le habría dicho el policía. Lo cierto es que nadie sabe, hasta hoy, cuál fue el destino de la madre de "Micky".

El ocaso

La relación de Luis Miguel y su padre se fue deteriorando a medida que el cantante crecía y se daba cuenta de que no podría desarrollar su propia personalidad bajo la férrea manipulación de su papá.

El primer paso fue pedirle que dejara de ser su manager y ponerlo a cargo solamente de los negocios. Craso error: durante años, Luisito Rey desvió dinero de las cuentas y dejó de pagar impuestos, lo que generó una deuda de más de veinte millones de dólares a Luis Miguel, pues, apenas cumplió la mayoría de edad, su padre había puesto todo a su nombre.

Cuando Luis Miguel terminó de convencerse de los malos manejos de su padre y de que había robado buena parte de su fortuna, cortó relaciones con Luisito Rey. La Navidad de 1988 fue la última vez en que se vieron padre e hijo.

Desesperado, el andaluz intentó varias veces volver a contactarlo, pero el cantante fue inflexible. Luis Rey se instaló en Barcelona, donde dio rienda suelta a sus vicios.

"Luis Rey alternaba su angustia con nuevos proyectos. Disponía de dinero y también de los fondos desviados de la empresa de Luis Miguel", sostiene León Herrera.

En la madrugada del 30 de noviembre de 1992, fue hospitalizado por una sobredosis de alcohol y drogas. Diez días después falleció, sin haberse reunido nunca más con su hijo.

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