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Artista Nicolás Venegas emprende un nuevo viaje al Viejo Continente

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Feliz se encuentra Nicolás Salvador Venegas, por su próxima partida a Europa.

Este es su tercer viaje consecutivo al viejo continente en el que ha lucido toda su virtuosidad en la guitarra clásica.

El 2016 obtuvo el noveno lugar en el Festival Internacional de Sevilla. El año pasado Hungría y España nuevamente supieron de sus cuerdas. En este último país, en la ciudad de Coria, quedó seleccionado entre los primeros diez participantes, lo que le significó ser invitado a Suecia. En seis ciudades de ese país dio sendos conciertos. También participó en Forum Guitar, en Austria y en Barcelona.

Hay que ser top para participar en concursos internacionales y éste músico, quien además es multiinstrumentista, lo ha logrado; los premios son en conciertos, los que a su vez son pagados.

Sueño

"Este es un sueño cumplido para mi, ya que me propuse que a los 30 años tenía que estar participando internacionalmente", confiesa Venegas, quien le dedica seis horas diarias a la guitarra.

Este viaje, al igual que otros -en gran medida- agradece Venegas, se debe al financiamiento que le han entregado tres municipio del Litoral de las Artes: El Tabo, Cartagena y San Antonio.

En la comuna puerto este joven músico hace clases de guitarra clásica en el Centro Cultural. Además, en Cartagena desarrolla un proyecto Coral para adultos mayores.

Venegas comenzó sus estudios de guitarra clásica en La Habana, Cuba, en la Escuela Nacional de Arte.

"Estudié Medicina en La Habana, pero a poco andar el bicho de la música pudo más", confiesa.

Posteriormente Venegas cursó estudios de Interpretación en la Universidad Católica de Valparaíso.

Actualmente sigue perfeccionándose con profesores particulares. Demás está decir que es "hijo de tigre"; su padre, Jorge Venegas, es un conocido trovador, de amplia trayectoria.

Nicolás Venegas tiene una amplia trayectoria.
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Opinión

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¿El nuevo paradigma?

La final del Mundial de Fútbol es un hito social que se repite cada cuatro años. Algunos pensarán que este deporte es el circo romano contemporáneo, y sí, es respetable, yo también creo que tiene ese potencial, pero en su lado amable es una potente herramienta de análisis social. La individualidad, como concepto rey, perdió en el Mundial de Brasil 2014 y este 2018 se ratificó la tendencia. En ese sentido, tanto Francia como Croacia son buenos colectivos. ¿Qué se define para este ciclo entonces? Con una población de poco más de 4,2 millones, Croacia es como Uruguay, un país muy pequeño y el más joven en disputar una final de la Copa del Mundo. La génesis de Croacia se remonta a principios de 1900, con un historial de conflictos, reinos y organizaciones que recién en 1991 empiezan a tomar real forma, con la declaración de la independencia croata, hecho que le valió fuertes conflictos armados por cerca de 4 años.

Francia, con más de 67 millones de habitantes, es una maquina de tradición. La torre Eiffel, el arco del triunfo, Napoleón, Juana de Arco, Descartes y tanto lugares y personajes comunes, son parte de su ideario colectivo. Sin embargo, en lo deportivo están en la segunda línea de los mejores, pero esta final puede representar su ingreso a la más alta esfera. Los galos, a través de su historia deportiva han participado en 14 mundiales y han conseguido una Copa del Mundo. Además de dos copas Europea y dos copas Confederaciones. En tanto, Croacia no registra campeonatos. Lo más lejos que habían llegado en un torneo mundial fue en Francia 1998, donde consiguieron el tercer puesto, con Davor Suker como máximo goleador de la cita planetaria y que es el mismo que hoy preside la federación de fútbol de su país. En lo deportivo, los Azules son un equipo intempestivo, rápido y letal, con un libreto claro: retroceder para estirar los espacios y luego desplegar a sus armas más letales. Rápido. Francia tiene tal vez la mejor mezcla entre experiencia y juventud del campeonato. Su plantilla es casi cuatro veces más cara que la de Croacia, que en contraparte es un colectivo laborioso -hijos de la guerra de los `90-, fuerte, duro, que desgasta, que ataca por las bandas; pero mayor en edad. Luka Modric, el jugador del Real Madrid y capitán insigne de la selección de Croacia tiene 32 años. Rakitic tiene 30 y Mandzukic 32.

Por el otro lado, Kylian Mbappé es el más joven de Francia con 19 años, mientras que Paul Pogba tiene 25 y Antoine Griezmann 27.

Junto a la edad de sus piezas, Croacia también llega más agotado. Ha jugado 120 minutos en tres partidos consecutivos y si bien muchos son escépticos sobre si podrán resistir el esfuerzo, otros creen que ese temperamento que se forjó al alero de la sobrevivencia de la guerra, los transforma en aspirantes a levantar su primera Copa del Mundo. "La guerra me hizo más fuerte. No quisiera tener eso en mí para siempre, pero tampoco quiero olvidarlo", comentó Luka Modric. Podemos concluir que se enfrenta el grande contra el chico, el joven contra el viejo, el rico contra el pobre, la historia contra el descubrimiento. ¿Qué premiará este mundial entonces? El talento de un sistema o el talento de un espíritu colectivo? Yo tengo un candidato. Liberté, égalité, fraternité.

"Tanto Francia como Croacia son buenos colectivos. ¿Qué se define para este ciclo entonces?

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