La profesora fanática del fútbol que pagó sus estudios vendiendo cachitos con manjar
Gabriela Gómez Toro creció en la población Arellano de Cartagena y salió adelante con sus desafíos. Ahora disfruta enseñando en el liceo Eugenia Subercaseaux y en la escuela femenina de balompié de su querido balneario.
Los especialistas señalan que un buen profesor es quien queda en la retina de sus alumnos en edad adulta y que lo aprendido en el colegio o la educación superior fue asimilado como una opción de vida que trajo beneficios sociales y personales para quien lo empleó.
Esas son las premisas que mueven a Gabriela Gómez Toro, profesora de educación física de la comuna de Cartagena, quien escogió la docencia para perseguir sus sueños de estar siempre vinculada al deporte y desde esta plataforma traspasar sus experiencias a sus alumnos.
Creció y sigue viviendo en la población José Arellano, un lugar al que ella le tiene mucho cariño.
"No vamos a esconder que ocurren situación complejas, pero siempre voy a defender el lugar donde crecí. Es una población que está muy estigmatizada, pero ahí vive mucha gente buena que logró sacar a sus hijos adelante, como yo, que surgí en lo personal y profesional. Nunca reniego del lugar donde vengo", reflexiona.
Esta maestra cree que "se puede surgir y crecer a nivel personal en cualquier lugar. Eso es lo que recalco a mis alumnos. Muchos de ellos provienen de la población y está en ellos salir adelante", sostiene sobre su barrio de procedencia, muchas veces cuestionado y juzgado por la presencia de antisociales.
Pasión por Cartagena
"La Gaby", como la conocen en su balneario, nació en la capital, pero al año de vida ya se encontraba viviendo en Cartagena junto a sus padres. Estos, durante muchos años, apoyaron el negocio familiar de la venta de cachitos con manjar en Playa Grande, Playa Chica y las calles de la ciudad y el comercio de San Antonio. Eso los hizo radicarse en suelo cartagenino.
"Desde chicos trabajamos con los papás en la venta de los cachitos con manjar, es nuestra pyme familiar. Hermanos, sobrinos y otros familiares todos han trabajado vendiendo cachitos en la ciudad. Yo trabajé muchos años apoyando a mi papá (Ricardo), fines de semana largos, vacaciones de invierno, vacaciones de verano y feriados. Incluso estando en la universidad, los fines de semana vendía cachitos para pagar mis estudios. Era una buena forma de generar ingresos y mantener ese negocio que nos dio muchas alegrías como familia. Hasta hace cuatro años seguía vendiendo cachitos", cuenta.
-¿Fue muy complicado estudiar y trabajar?, ¿qué mensaje le da a los jóvenes estudiantes en este sentido?
-Con orden todo se puede realizar. El querer es poder. Eso es lo que predico con mis alumnos: que siempre se puede si te esfuerzas por conseguir tus cosas. Hay tiempo para todo, para trabajar y estudiar, para divertirse, para viajar y para jugar, si te organizas. En la organización está la clave. Yo viajaba todos los fines de semana a Cartagena mientras estudiaba en la universidad y me daba tiempo para estudiar las materias, jugar y salir a vender cachitos por la ciudad. Está todo en el querer, dejar de lado la flojera y esforzarse para cumplir las metas.
Pedagogía y fútbol
Tras titularse en la Universidad Santo Tomás comenzó a ejercer su profesión en diversos talleres municipales que la llevaron a las escuelas de Lo Zárate, Lo Abarca y El Turco. En la actualidad, es parte del equipo docente del liceo Eugenia Subercaseaux de San Sebastián, donde tiene la jefatura del primero medio.
Su labor docente no es exclusiva a lo que realiza en la sala de clases, en el patio del establecimiento o en el gimnasio, sino que se extiende a sus labores como entrenadora de la escuela de fútbol femenino de la comuna, que lleva el nombre de Futfem Cartagena.
"Es una escuela que partió hace cinco años con muy pocas niñas, eran cinco y ahora tenemos más de 30 inscritas en las categorías infantil y juvenil. A los entrenamientos de la semana llegan también chicas adultas para entrenar con nosotras ya que somos un grupo afiatado", comenta.
En la escuela Gabriela continúa enseñando "y participando en la formación de personas no sólo en la parte deportiva, sino que en el aprendizaje de trabajo en equipo, respeto, compañerismo, responsabilidad y honestidad. Las familias de las jugadoras son muy agradecidas que podamos inculcarles valores que complementan lo deportivo. Eso es lo lindo que tiene el deporte, porque une a la familia.
-¿Costó implementar esta apuesta deportiva?
-Cartagena siempre se caracterizó por tener mujeres practicando fútbol. La asociación tenía una serie que era parte del campeonato local y éramos muchas las que jugábamos. Yo partí a los 12 años en el Juventud Arellano, con autorización de mis padres. Al principio era suplente y jugaba los últimos cinco minutos, pero una vez que mostré mis condiciones nunca más salí del equipo titular. Ese espíritu se mantuvo y con el tiempo, las jugadoras fueron llegando lentamente y han pasado más de 70 deportistas, incluso hijas de las primeras jugadoras. Ahora que volverá la competencia femenina y que se está trabajando en la selección, tendremos a más mujeres practicando este bello deporte en la comuna.
-¿A los padres les sigue complicando entregar el consentimiento para que sus hijas jueguen fútbol?
-A algunos sí, pero una vez que ven a sus hijas en la cancha, mostrando compromiso y trabajo en equipo, los temores se olvidan. Practicar un deporte ayuda a la persona a conseguir el desarrollo integral, las jugadoras han mejorado sus notas, formas de expresar y eso es muy bueno, porque jugar es un premio al esfuerzo de la semana.
Para Gabriela, la gesta heroica de la Roja Femenina que clasificó al Mundial de Francia fue una gran ayuda para masificar el fútbol entre las mujeres. "Las familias han ido entendiendo que todos puedan practicar sin perder su femineidad y les permite crecer como personas y grupo de trabajo".
Además, los alumnos que participan en sus talleres deportivos en los liceos Eugenia Subercaseaux y Poeta Vicente Huidobro han llegado a los primeros lugares del campeonato regional del Instituto Nacional del Deporte (IND). "Con la sub 14 del Eugenia fuimos campeones comunales, provinciales y terceros regionales el 2017, mientras que con el Poeta Vicente Huidobro ganamos la comunal, la provincial y terminamos cuarto en el regional con la sub 16", dice con orgullo esta profesora dio sus primeros pasos en la escuela de fútbol del club Santiago Wanderers en San Antonio.
Con el objetivo de continuar aportando al desarrollo de sus alumnos y alumnas, Gabriela dedica su tiempo y esfuerzo en perfeccionarse, mientras tanto, se prepara para seguir jugando con sus amigas del alma cada semana en las Si Toman Voy, en las distintas canchas de las provincia, y fortalecer la premisa que las mujeres están pisando fuerte en todas las áreas.