Joven madre dejó todo para seguir el amor y ser artesana
Con solo 22 años Romina Basualto se atrevió a dejar todo para perseguir sus sueños personales y familiares. En San Antonio disfruta de ver crecer a su hijo, acompañar a su pareja y producir sus innovadoras piezas.
Un encanto fulminante. Una especie de amor a primera vista. Eso fue lo que marcó y llevó a Romina Basualto Quintanilla (22) a seguir al amor de su vida (Carlos Maldonado) y venir con camas y petacas a radicarse en la principal ciudad puerto del país.
Por más que Romy se convirtió en una sanantonina en los últimos meses, su conocimiento de la provincia viene desde sus primeros años de vida, cuando visitaba a sus bisabuelos en la casa familiar de Avenida Chile. "De chica venía a San Antonio y siempre me atrajo la cercanía con el mar. Sentía que algún día debía vivir cerca del mar y ver muchos atardeceres en la playa y compartirlos con la familia. Paseábamos por Llolleo e íbamos a las playas cercanas,. Todo me es cercano y familiar", sostuvo sobre su primera conexión con nuestro territorio.
Sobre las características que más le gustan de San Antonio, Romina destaca la tranquilidad y amabilidad de los habitantes, como también los colores que se dibujan en el cielo y el mar cuando el sol se esconde en el horizonte.
"Hay una playa bien escondida en Las Cruces, que te da una tranquilidad hermosa. Es una de las postales que más me gusta de San Antonio como provincia", remarcó.
Asimismo, agregó que la instalación en esta ciudad "no me costó. En un principio me compliqué con los traslados, qué colectivo tomar y los lugares donde tenía que llegar, pero una vez instalada en casa con Carlos y Daniel -su hijo de 4 años y medio- fue todo más fácil. Encuentro que en San Antonio se vive con más calma que en Melipilla, Talagante y El Monte que es donde viví antes, hasta son más amables en el trato personal. Esas son cualidades que a uno le gustan, ayudaron en el cambio y me dieron ganas de quedarme por mucho tiempo. También ver los atardeceres en el mar desde la ventana de mi casa", confesó esta joven madre que dejó su vida anterior para perseguir al amor de su vida y cumplir sus sueños.
Persiguiendo el amor
Romina nació en Santiago, ya que sus padres Antonio Basualto y Antonia Quintanilla trabajaban en la ciudad, él chofer de buses interurbanos y hoy reconvertido en taxista; mientras que ella es ejecutiva bancaria. Pero en poco tiempo se encontraban viviendo en Melipilla luego de ocurrir un siniestro en el departamento que habitaban en la capital. Su espíritu nómade siguió a los ocho años cuando la familia se trasladó a El Monte, localidad donde realizó sus estudios básicos que luego continuaría en Talagante. En esa época disfrutaba con el baile clásico y soñaba en convertirse en bailarina profesional, estudiando en Argentina. Incluso, formó parte de los grupos juveniles del Ballet Folclórico de Chile (Bafochi).
Romina llegó a la ciudad puerto siguiendo a Carlos, su pareja de hace seis años, con quien tuvo a Daniel, un pequeño amistoso y juguetón que inició su ciclo de estudio preescolar en el jardín Emilita, contribuyendo a la instalación del núcleo familiar. Mientras que su amado es prevensionista de riesgos de la segunda etapa del complejo habitacional en el fundo El Trigal, instancia que le permitió emprender esta aventura fuera de las fronteras de la Región Metropolitana.
"Se dio la oportunidad de que Carlos permaneciera trabajando en la obra en San Antonio. Así que opté por seguirlo, sin dudarlo. Y me críe lejos de mi papá ya que al ser chofer de bus, pasaba mucho tiempo viajando y jamás quise que mi hijo viviera algo similar, por eso fue que apenas se confirmó lo de San Antonio nos vinimos todos. Nos ayudó también encontrar casa cerca de la construcción y el jardín para Daniel. En una de mis salidas encontré un local donde adquirir las materias primas para mi emprendimiento, lo que evitó que tuviera que viajar a Santiago para comprarlas", dijo Romy sobre su artesanía en bisutería, la cual comenzó hace un año y difunde a través de las redes sociales bajo el nombre "Tienda Compulsiva", en Instagram, y "Tienda Compulsivas", en Facebook.
Manos de artista
Estudiando en el colegio religioso Divina Providencia hizo sus primeros aros, collares, pulseras y tobilleras. "Todas con elásticos y se las vendía a mis compañeras. Así fue como empecé con la bisutería", dice.
No fue hasta hace un año cuando Romina retomó el trabajo artesanal como una forma de apoyar a la economía familiar y también su desarrollo personal. "Siempre quise realizar algo. Mi sueño era convertirme en bailarina profesional y estudiar en Argentina, pero como quedé embarazada en cuarto medio, los planes cambiaron. Mi madre siempre me señalaba que tenía que luchar por ser alguien y explotar mis habilidades", comentó sobre los motivos que la llevaron a reimpulsar su emprendimiento.
Participó en ferias, se instaló con un stand y ayudó a la realización de showrooms. Así fue como se abrió paso en el mundo de la artesanía, a fidelizar clientes, promover y anunciar sus productos mediante el alcance de las redes sociales.
"En San Antonio continúe lo que venía realizando en Talagante y El Monte. Las nuevas amistades fueron ayudando para difundir mi trabajo. No me puedo quejar, tengo muchos pedidos a través de Instagram y Facebook y no me demoro más de una hora en confeccionar una pieza. He tenido pedidos para bautizos y baby showers que realizo mientras mi hijo está en el jardín o en la casa. Le pongo dibujos animados en la televisión o en el celular y me dedicó a producir", sostuvo.
-¿Qué diferencia tu trabajo de otros similares?
-Todos quienes trabajamos en artesanía ponemos la misma pasión, dejamos nuestro sello a través de la pieza que creamos. Cada producción tiene un marca propia de quien la realiza, las mías que van con cariño y buscando que calcen perfecto con quien la va a utilizar. Es por eso que hago trabajos personalizados que son los más requeridos.
-¿Cómo se dio el proceso de adoptar nuevas técnicas a tus trabajos?
-Todo el mundo vive preocupado de tener un elemento cerca que le ayude a mantener la energía, limpiar el aura o alejar los malos pensamientos. Y adopté esa tendencia de ir incorporando la gemoterapia a mis producciones, incluir las piedras en los adornos, las carteras y otras ropas. Debo reconocer que en un principio no sabía bien qué piedra cumplía tal beneficio, pero me metí en el tema, lo estudié y ahora conozco las propiedades de cada una. Eso permite que cada trabajo tenga además un sello personal y profesional que sea una ayuda importante para la vida de quien lo usa.
-¿Tienes pensado instalar una tienda para masificar el negocio?
-Carlos siempre me dice que sueña con verme en una tienda propia desarrollando el arte que me gusta, pero ahora no está en mis prioridades, ya que Daniel está en el jardín infantil y tengo que cuidarlo por las tardes. Tener una tienda te exige recursos para arriendo, la compra de materiales y los servicios básicos; por ahora, estoy bien trabajando desde la casa y entregando a tiempo los pedidos a través de Instagram o Facebook. Sí es un anhelo que tengo, lo he conversado con varias amigas, pero se dará en el momento que tenga que darse. Por ahora quiero disfrutar lo que hago, tomarme mis tiempos, disfrutar de mi familia, ver crecer a mi hijo, acompañar a mi pareja con quien cumplimos seis años juntos y apreciar los atardeceres que nos da la posibilidad de vivir en San Antonio.