Día del folclor en Plaza Llolleo: trabajo, colorido y diversidad
Parecía una ramada, pero no lo era. La tradicional decoración en blanco, azul y rojo cedió terreno a un escenario multicolor que representó a diez países. A través de la cultura, vino el mundo a la provincia.
Domingo. Plaza de Llolleo. Nueve de la mañana. El día anterior se celebró el Día Mundial del Folclor.
Contrario a lo que se ve en otros lugares tras un evento, todo luce bastante limpio. Lo que hay son cuatro o cinco bolsas de basura apiladas y una señora que comenta "lo sucia que es la gente". Se trata de la encargada de limpieza, en cuyo turno (que va desde las siete hasta las nueve de la mañana) barre y limpia el lugar.
Aunque es natural que en los lugares donde se desarrollan eventos masivos luzcan llenos de desechos al día siguiente, lo que llama la atención en este caso es que la encargada, efectivamente, realizó completamente sola la labor. Cuando se manifiesta sorpresa, e incluso algo de escepticismo ante esta declaración, la señora comenta más detalles.
"Tengo 62 años, crío una nieta. La tengo yo ya que a su madre la mataron y me entregaron la tuición", comenta con orgullo. Por cierto, a los 62 años una mujer ya está en edad de jubilación, pero la encargada hace ver lo ilusorio del término. "Sí, yo ya estoy jubilada, pero (el dinero) no alcanza, sobretodo cuando tengo a mi cargo a mi nieta", aclara. En este caso el hecho de ser jubilada (y trabajar al mismo tiempo), no solo es un concepto ilusorio sino además algo escabroso. Más aún cuando se le ve recoger los desperdicios de los tarros de basura.
La encargada todavía no responde a la pregunta más insistente: ¿por qué está sola realizando el trabajo? De acuerdo a su versión: "es que en general acá confían en mí porque cumplo, otros no vienen, no llegan. Yo siempre he tenido el compromiso para estar a la hora y hacer mi trabajo". Al menos, es inevitable recoger aunque sea una bolsa.
Nueve de la mañana, el trabajo ya está hecho, la plaza está limpia. "No me quiero imaginar cuando sean las fondas", termina.
Solo queda una persona cubierta con sábanas de las que se pueden ver las zapatillas que utiliza. Por eso se puede deducir que es un hombre. A primera vista, no es posible saber nada más. ¿Será un ebrio?, ¿un indigente?, ¿algo más?, es una incógnita. El resto de la plaza está impecable.
Amigos, amigas, amigues
Sábado anterior. Faltan pocos minutos para el mediodía. Medio centenar de personas, de todas las edades, salen de la plaza de Llolleo vestidos con coloridos trajes. Entremedio aparecen las banderas de diez países.
En el lugar el ambiente se parece al de una ramada, solo que en vez de los típicos colores blanco azul y rojo, los adornos tienen todos los tonos del arcoíris. La idea es celebrar la multiculturalidad.
Aunque suenan cuecas de fondo, no estamos en septiembre, sino en agosto. No se celebran Fiestas Patrias, sino el Día Mundial del Folclor.
Un animador da un discurso ante cien personas sentadas alrededor. En su mayoría son adultos mayores. En la presentación, que se hace acompañada de música chilena emitida por parlantes, hace hincapié en la importancia de valorar el folclor nacional e internacional, a los pueblos originarios y habla de "amigos, amigas y amigues". El folclor está a la par de los tiempos.
Además, comenta sobre el origen del Día Mundial del Folclor, que en realidad es el 22 de agosto. Ese día, pero en 1846, el arqueólogo británico William G. Thorns publicó en la revista londinense "Atheneum" una carta en la que por primera vez usó el término, que en español es un modismo que significa "sabiduría popular".
La gracia del artículo es que, en la clasista sociedad británica de la era victoriana, las manifestaciones de cultura popular eran menospreciadas; especialmente, cuando venían de sectores rurales. Es por eso que hasta nuestros días el folclor se asocia a la tradición de sectores rurales. Aunque, por ejemplo, una pequeña encuesta entre los asistentes en este sector llolleíno, de a entender que nadie proviene directamente de sectores técnicamente rurales.
El homenaje
En aquella Gran Bretaña del siglo XIX, la superstición y el folclor eran, y con mucho, asociados a la religión. Sin embargo en la cita no se menciona el tema en ningún momento. Una de las múltiples iglesias de Llolleo, puede verse a simple vista desde la plaza, aunque está cerrada.
La única alusión al tema es en el homenaje al destacado folclorista sanantonino Eduardo Madariaga Silva, quien murió la tarde del viernes 10, en un accidente vehicular ocurrido en el Cruce El Totoral de El Quisco.
Tanto el presentador como el alcalde Omar Vera llaman a aplaudir, pues Madariaga "nos está apoyando desde el cielo".
En la misa del día siguiente, el padre Javier Santamaría, encargado de la capilla Nuestra Señora del Carmen, quien a fines de mes cumplirá 50 años de servicio y será homenajeado por la comunidad católica local, hace una alusión al folclorista.
LA MUESTRA
Eduardo Madariaga pertenecía al Conjunto Folclórico Las Orquídeas. Un día antes del accidente, otro integrante del grupo, José Muñoz, comentaba a "El Líder", los atractivos que tendría el evento en Llolleo y confiaba en el interés que iba a despertar en la gente.
No se equivocaba, ya que los asistentes se concentraron en las muestras gastronómicas, que representaban los platos típicos de diez países del continente, y en los bailes, especialmente el tradicional "esquinazo".
En el staff que representaba a Cuba se vendían empanadas de todo tipo y choripanes. Algunos espectadores, con curiosidad preguntaban a las anfitrionas si había algún cubano. "No, somos de acá, pero estamos haciendo una representación de Cuba", respondían.
Los actores
Efectivamente, las actividades, organizadas por la Mesa del Folclor del Departamento de Cultura de la Municipalidad de San Antonio, consistían en grupos locales representando a países vecinos. José Muñoz, quien además es integrante de la Mesa, hizo punto en el esfuerzo que significó preparar el desfile: "fue un trabajo de meses en el que cada conjunto (diez en total) tomó un país y la misión de destacar los aspectos más relevantes de su cultura".
Y el esmero rindió sus frutos. Sin duda entre lo más destacado de la jornada estuvo el alegre colorido de los trajes que usaron los participantes. Precisamente esta diversidad de tonalidades generó un espectáculo bastante llamativo a la vista.
En forma principal, los grupos folclóricos que protagonizaron el evento, están compuestos por familias: padres e hijos; adultos, jóvenes y niños.
Aparte de los trajes, el desfile se caracterizó por el movimiento que provocó en una zona acostumbrada a la calma, el interés genuino del público por observar y participar, y el final marcado por los esquinazos. Eso sí, a diferencia de una fonda tradicional, no había una gota de alcohol.
Quizás por ello el domingo siguiente la plaza estaba relativamente limpia, si se la compara con otros eventos. Eso, sumado a la capacidad de organización que se mostró, pueden ser los aspectos que más llamen la atención de un espectador externo que también disfrutó del evento.