Dejó de ser guardia para seguir su pasión por los videojuegos
En la galería Opazo comenzó a funcionar la tienda de videojuegos "Phoenix Games", la que fue iniciada por el sanantonino Claudio Corvalán, fanático gamer que se dio cuenta que no quería seguir trabajando como vigilante.
Claudio Corvalán Vidal tiene 24 años. José Jorquera 38 años. Pese a la diferencia de edad, no hay impedimento para que ambos sanantoninos puedan conversar de la pasión que los une a ambos: los videojuegos. Jorquera asegura que su primera consola con la que comenzó a deleitarse fue el Atari 800XL.
"Traía un teclado y un conversor donde se le instalaban los casetes que traían los juegos. Hasta el día de hoy tengo consolas y estoy al tanto de todo lo que ofrece el mundo gamer. Voy a cumplir 40 años y esta es una pasión que seguramente tendré por muchos años más", reconoce José Jorquera, quien justamente ayer se encontraba en la nueva tienda de videojuegos "Phoenix Games" que se encuentra ubicada en la galería Opazo en el centro de San Antonio.
Hace cinco meses, Claudio Corvalán decidió hacerle caso a su pasión y dejar el trabajo de guardia que venía realizando desde los 18 años. "Estudié ingeniería en sonido en Santiago, porque tuvimos un grupo de música con unos compañeros en el colegio. Mientras estuve trabajando de guardia, algo que hice tanto en San Antonio como en un mall en Santiago, ganaba un sueldo que igual era bueno, pero sentía que no era lo mío. Como guardia tenía un horario diferente, porque trabajaba casi siempre de noche, entonces tampoco tenía tiempo para estar con mi polola. Así que con la ayuda de ella también dimos el paso para ponernos con este local de videojuegos", afirma el emprendedor sanantonino.
Su gran pasión
Claudio Corvalán explica que su fanatismo por los videojuegos comenzó a muy temprana edad, cuando sus padres le empezaron a regalar los primeros equipos electrónicos.
"Desde los 5 años que comenzaron a gustarme los videojuegos. Partí con un Polystation, la consola china que es más económica y trae 3 mil juegos en uno, y ya después tuve el Supernintendo, Nintendo 64, Playstation 1, 2, Nintendo Wii, y así fui pasando por casi todas las generaciones de consolas. Cuando estaba en el colegio esperaba salir de clases para arrancarme a jugar a la casa y después también hacíamos juntas con los compañeros para entretenernos", recuerda el joven.
Durante el 2005, junto a sus amigos, Claudio asistía a la galería Sevilla que se encuentra en Llolleo, porque un local arrendaba consolas para los fanáticos. "El juego que más me gustaba era el Súper Smash, que es de Nintendo. Con varios amigos nos juntábamos, gritábamos como locos, y así disfrutábamos como cabros chicos. Después algunos pudieron acceder a comprar las consolas, así que los torneos se trasladaban a las casas de ellos", explica el joven, agregando que "por supuesto que para Navidad o algún cumpleaños, uno esperaba algún juego o una consola. Ese era el regalo que uno soñaba recibir".
A san Antonio
Después de darse cuenta que estudiar Ingeniería en Sonido no era lo que lo motivaba ni lo que le gustaba, Claudio junto a su pareja Camila Castro, decidió jugársela por instalar una tienda de videojuegos en San Antonio.
"Llevamos siete años juntos, aunque no nos conocimos por los videojuegos ni nada de eso. Ella hace tres años abrió un local de maquillaje donde también realiza estampados en calcetines, tazones, entre otros productos, y se nos dio la posibilidad para abrir un nuevo local. Entonces quisimos fusionar el tema de los estampados junto a los videojuegos, para llegar a un público más estándar y más amplio", detalla Corvalán.
Durante este tiempo en que volvió a la ciudad puerto, el joven se dio cuenta que no había muchas tiendas especializadas en videojuegos para los fanáticos. "Siempre que queríamos cambiar juegos teníamos que ir a Santiago o si queríamos comprar algo también, y así fue como se nos ocurrió esta idea, ya que no había un local de este estilo en San Antonio", comenta.
Al tener un importante stock de juegos de su colección personal, el sanantonino comenzó a darle impulso al nuevo local "Phoenix Games" al interior de la galería Opazo, mediante el intercambio de estos títulos. "El stock personal era de 40 juegos que eran de Playstation 3 y 4 y así comenzamos a hacer difusión por redes sociales, como Facebook y grupos de jugadores de la zona. Así empezaron a llegar los primeros clientes a intercambiar sus juegos. Con el tiempo pudimos ir consiguiendo más juegos y también empezamos a comprar para ir agrandando el stock", cuenta el emprendedor.
Los clientes, por 3 mil pesos, podían cambiar de forma permanente sus juegos con los que se encontraban en la vitrina del local. "De repente hay gente que es reacia a entregar sus juegos para cambiarlos, porque les gusta también tener su colección personal. Lo que hacíamos nosotros era un cambio permanente, por lo que el juego que se dejaba después podía llevárselo otra persona", explica Corvalán.
Comunidad gamer
El siguiente paso fue la venta de videojuegos estrenos que eran solicitados por los mismos clientes. "La gente igual quiere adquirir juegos, para tenerlos en su repisa, así que empezamos a incluir ventas y estrenos. Por ejemplo estos días nos llegará el PES 2019, el juego de fútbol que es uno de los más pedidos. Contamos actualmente con distribuidoras que se encargan de tenernos al tanto de los juegos que están en estreno", acota.
Según cuenta este emprendedor, el local "Phoenix Games" tiene entre sus requisitos "que no recibimos aún juegos deportivos, como el Fifa o el PES, ya que saliendo el del año, se desvaloran muy pronto los de años anteriores. Pero una vez que contemos con mayor stock, el que actualmente es de 150, pretendemos recibir juegos deportivos. La idea es tener unos mil juegos".
¿Cómo has palpado a la comunidad gamer durante este tiempo que lleva con el local?
-A pesar de que a veces se nota un poco pequeña, es más grande de lo que uno cree. Uno hace el cálculo de jugadores y estoy seguro que es un grupo grande. Y lo mejor es que se ve gente de todas las edades, acá han llegado pequeños desde los 5 años, y otros mayores que vienen con sus hijos, porque en los videojuegos no hay límites, lo importante es pasarla bien y disfrutarlos.