"Estudea"
"Un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un hermano.
",
(Demetrio de Falero)
Habían transcurridos casi cinco años desde la primera vez que lo conoció, fue en un camarín, dónde más. Fernando rápidamente entendió que se llevarían bien, era un tipo muy gracioso con un carisma especial. Venían de distintos mundos pero los unía el fútbol.
Fernando, hijo de un oficial de marina mercante, gente de buen pasar económico, siempre tuvo acceso a una extraordinaria educación. Justin, en cambio, provenía de una familia popular, de muchas carencias y con suerte había terminado la primaria, pero era un buen muchacho. Ambos compartían la zaga.
Fernando, el más completo, de buena envergadura, veloz e inteligente en el juego, además poseía una buena técnica. Estos atributos lo habían llevado varias veces a la selección, único camarín que no había compartido en sus años de carrera con Justin. Eran amigos o, más bien dicho, eran como hermanos: donde firmaba Fernando convencía a los dirigentes para que contratasen a Justin. Lo vivía aconsejando. Estudia, le decía una y otra vez.
-Oe, Feña, ¿cuánto dura el huelo? -preguntó Justin Madariaga.
-No se dice oe, se dice oye. No se dice huelo, se dice vuelo -le respondió fastidiado Fernando.
-Yaaaaaaaaaa. ¿Pero cuánto dura poh? -replicó Justin.
-Cuatro horas.
-¿A qué parte vamos a jugar?
-A San José.
-¿Qué país poh?
-Costa Rica.
-¿Norteamérica?
-¡No, eso es Centroamérica, bruto! - le dijo Fernando, agobiado.
-La misma hueá -le lanzó sonriendo Justin. Si ganamos pasamos a los play oi, bacán -insistió.
-Play off, bruto. ¡Play ooooffff! Has ganado buena plata en el fútbol. ¿Por qué no inviertes y estudias?
-Schiiiiiiaaaaaaa, ni que tuviera celebro.
-Cerebro, Neanderthal de mierda. Ce-re-bro. ¿Cachai? Eris un bruto.
-Eres se dice, cuico de mierda-remató Justin, en tono de burla.
***
Por los parlantes del avión avisan que cruzarán una tormenta y que estén preparados.
-Schiiia, la media volá. Colócate el carné en el pecho porsiaca, Feña-bromeó Justin.
-Con el último hueón que quisiera morir sería contigo, soplete -contestó Fernando, provocando la carcajada general.
De pronto, un fuerte sonido invadió la cabina. Una turbulencia muy fuerte se sintió en cosa de segundos. Cayeron las mascarillas, el pánico se adueñó de todos, las azafatas lloraban. Fernando entendió que sería el final, solo quedó tiempo para abrazar a Justin y decirle:
-Amigo, bromeaba. Si pudiera elegir con quien morir hoy, te hubiera elegido a ti.
-Pulento, Feñita -respondió Justin.
El avión capotó. No hubo sobrevivientes. El plantel del Aurora cayó al mar sin dejar rastro. Fue la última postal de aquella amistad que se inició en un camarín.
-¿Dónde estamos, Feñita? -preguntó Justin.
-No sé, hueón, pero es hermoso. Yo creo que es el cielo, me siento espléndido. El paraíso. Nos morimos, hueón.
-Schiiiiiiia, es bacán. Si lo hubiera sabío me hubiera morío antes.
Hay cosas que perduran una eternidad.