La Xbox
"Un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un hermano",
(Demetrio de Falero)
El nuevo entrenador, una vez instalado en el camarín, llamó a su utilero y le pidió que le comunicara a los jugadores que ingresaran uno por uno.
-¿Cómo se siente, Venegas?
-Bien, profesor.
-¿Salimos de este difícil momento?
-Claro, profesor.
-¿Alguna cosa que me quiera decir?
-No, todo bien.
-Okey. Vamos a sacarlo entonces -respondió enérgicamente el DT.
-¿Cómo se siente, Lagos?
-Bien, profesor.
-¿Salimos de este difícil momento?
-Claro, profesor.
-¿Alguna cosa que me quiera decir?
-No, todo bien.
-Okey. Vamos a sacarlo entonces.
El interrogatorio se fue repitiendo uno a uno y curiosamente, a pesar de lo malo que había sido el año, todos fueron respondiendo de forma similar, sin embargo de la crítica solo se escapaba Gómez, quien se había convertido en el goleador del torneo aunque militaba en el equipo más malo. Por esta razón ese día ingresó último a la entrevista con el estratega:
-¿Cómo se siente, Gómez?
-Bien, profesor.
-¿Salimos de este difícil momento?
-Claro, profesor.
-¿Alguna cosa que me quiera decir?
-La verdad que sí, profesor. Cuando firmé en este club los dirigentes se comprometieron a darme algo muy importante y no han cumplido.
-¿Y qué sería eso tan importante, Gómez?
-Una Xbox, profe.
-Perdóneme usted, Gómez. Yo soy un veterano y no le pego mucho a esas cosas. ¿Qué vendría siendo eso?
-Es una consola de juegos, profe.
-¿Cómo es eso?
-Usted se conecta a ella y puede jugar muchos juegos virtuales. Aunque yo solo juego fútbol, señor.
-Algo he escuchado de eso, ya varios la tienen, es algo cara, pero la verdad no pensé que ya circulaba por acá. Bueno, hablaré con ellos a ver qué puedo hacer.
Parecía increíble para el entrenador que la tecnología hubiese llegado tan lejos. Se preguntaba qué tan caro y difícil de conseguir sería eso, y cómo los dirigentes se comprometían a algo así.
Semana a semana el estratega tuvo que soportar la impaciencia de Gómez que a punta de goles fue cimentando su derecho de preguntar por el aparato.
-Profesor, acuérdese de mi encargo.
-¿Qué cosa, Gómez??
-La Xbox.
-¿Qué cosa?
-La máquina de juegos.
-Aaaaah, sí, sí. Ya la estoy consiguiendo, tranquilo.
La insistencia de Gómez se hizo cada vez más fastidiosa y muchas veces el DT, cuando estaba frente a los dirigentes, no se acordaba ni del nombre.
Un día toda la tensión que venía acumulando el asunto del incumplimiento detonó en el entretiempo de un partido importante. Iban perdiendo 3-2 por errores infantiles, y al llegar al camarín, el técnico, furioso, empezó a recriminarlos uno por uno:
-Torres, ataja algo, po hombre. Tapas menos que una tanga.
-Pérez, te están bailando. Deja de comerte los mocos.
-Ruiz, eres muy pavo.
Y así uno por uno hasta llegar a Gómez, quien había marcado los dos goles.
-Y tú, Gómez.
-Yo qué, profe -respondió desafiante el jugador a sabiendas de que él lo había hecho todo bien hasta ahí.
-Tú, Gómez. Métete tu Plesbosss en la raja.