El joven profesional que dejó el fútbol para dedicarse a rehabilitar pacientes
El kinesiólogo Alexander Tapia lleva seis años trabajando en el Samu del hospital Claudio Vicuña y hace dos meses abrió el centro "Kinefit", donde espera entregar todos sus conocimientos a la comunidad sanantonina.
Hasta que salió de cuarto medio, Alexander Bastián Tapia López alternaba las clases y los estudios con los entrenamientos que cumplía en su condición de jugador de las cadetes de Santiago Wanderers de Valparaíso.
Jugaba como defensa central y compartía equipo en su categoría con nombres que actualmente se desempeñan en el fútbol profesional: Eugenio Mena, Michael Silva, Erick Godoy, Jaime Grondona, entre otros ilustres.
"Siempre me ha gustado el fútbol. Tuve toda una adolescencia y juventud ligada con Santiago Wanderers, donde llegué hasta la sub 19, y posteriormente estuve entrenando con el primer equipo en Mantagua. Pero cuando ingresé a la universidad en el 2006 no había compatibilidad de tiempo, ya que tenía que entrenar todos los días y además estar en clases. Estaba la posibilidad de partir a préstamo a Quilpué Unido, pero tuve que decidir, porque mi viejo me dijo que tenía que enfocarme en una sola cosa, y como estaba bien incierto el futuro en Wanderers, opté por los estudios de kinesiología en la Universidad del Mar. Aparte en la universidad me dieron beca deportiva, y estuve jugando fútbol universitario", detalla Alexander Tapia, quien nació en la ciudad de Viña del Mar.
A sus 32 años (16 de junio de 1986), el actual kinesiólogo admite que fue una acertada decisión haber seguido el camino universitario. "A la larga creo que fue una buena elección. Lo que sí, a veces veo a quienes eran mis compañeros, como Erick Godoy o Michael Silva, que están jugando profesionalmente y que les ha ido bien, pero uno tiene que decidir en la vida y fue lo más acertado", afirma con convicción.
Hacia san antonio
Fue a mediados del 2011 cuando el viñamarino llegó a la comuna de San Antonio, para desempeñarse en el hospital Claudio Vicuña durante una campaña de invierno impulsada por el gobierno.
"Vine a trabajar como kinesiólogo ya titulado un par de meses en Urgencia y en el área respiratoria y la verdad que me gustó harto estar acá en San Antonio. Después cuando se acabó esa campaña me fui a trabajar a Santiago en centros traumatológicos. Junté dinero mientras estaba en Santiago y el 2012 abrí una consulta privada en Viña del Mar, que se llamaba Atlas Kinesiología, la que hasta el día de hoy existe, ya que se la cedí a dos colegas", explica Alexander, quien tras estar apenas un año con su consulta en la Ciudad Jardín, fue llamado desde el hospital Claudio Vicuña de San Antonio, desde donde le proponían una interesante oferta laboral.
"Era un buen desafío, porque era otra área, que es la reanimación. Me vine como jefe del Servicio de Atención Médica de Urgencia (Samu), donde estuve tres años ejerciendo la jefatura. Lo bueno es que se consiguieron cosas importantes, como dos ambulancias nuevas equipadas, lo que hizo que se expandiera además el recurso humano. Hubo que hacer gestiones en el Ministerio de Salud, que fueron bien acogidas y esto a San Antonio le sirvió, porque hasta el día de hoy esas ambulancias están funcionando", sostiene.
-¿Cómo ha sido la experiencia en el SAMU del hospital sanantonino?
-Al principio fue complicado porque era un área nueva, por más que uno haya hecho cursos y se vaya especializando. Se realizan cursos de reanimación cardiopulmonar avanzada, adultos y pediátricos, para personas que están gravemente enfermas en caso de un paro cardiorrespiratorio, para ver cómo poder reanimarla. Al principio lo más fuerte que me pasaba era con los casos en que había pacientes pediátricos, porque tengo hijos (Emily, de 12 años; y Tomás, de 2) y es complicado cuando hay niños graves o fallecidos. Es fuerte.
¿Qué ha sido lo más difícil que le ha tocado vivir estando en el SAMU?
-Han pasado hartas cosas y lamentablemente el año pasado tuvimos la muerte de dos compañeros en un accidente de tránsito (en Casablanca), de vuelta de un traslado, donde chocaron con un camión. Ahí fallecieron el colega Vicente, el conductor Henri, y se salvó el paramédico Víctor Farías, quien volvió ya a trabajar con nosotros. Esos son los riesgos en este trabajo. Las ambulancias no son las adecuadas, ya que son furgones equipados, entonces no tienen las medidas internacionales de seguridad. Y aparte que todavía no hemos podido lograr un seguro a nivel nacional de los Samu que hacemos traslados, ya que eso es un riesgo al estar más expuestos.
Centro kinesiológico
A comienzos de septiembre pasado, Alexander Tapia confirmó su conexión con la ciudad de San Antonio gracias a la creación de "Kinefit" (tienen Instagram y Facebook y el teléfono de contacto es +56993237070), un nuevo centro kinesiológico para la comunidad sanantonina.
"Retomé hace dos años lo que es la rehabilitación deportiva y traumatológico. Y hace un par de meses empecé a trabajar con el doctor Carlos Vega, quien me ayudó mucho. Pero se me fue haciendo chico el espacio. Así que me independicé hace dos meses. Nos ha ido bastante bien porque los precios son accesibles. La gente que ha venido se ha ido contenta después de la atención", reconoce el profesional, quien sigue con su trabajo en el Samu, paralelamente a este nuevo emprendimiento. "Me gustan los dos trabajos. Cuando no puedo venir acá a 'Kinefit', mi colega Bárbara atiende a los pacientes cuando tengo turno en el hospital u otras actividades".
El ahora futbolista amateur, que militó en Huracán de Llolleo, aclara que su centro kinesiológico "tiene un enfoque social, ya que atendemos a todos los pacientes sin distinción de previsión. Es decir, a los que no tiene previsión se les cobra una suma baja, igual que los de Fonasa. Lo mismo con el traumatólogo, que atiende por 7 mil pesos la consulta".
En lo zárate
Hace tres Alexander Tapia armó su hogar en el sector de Lo Zárate, por lo que su conexión con la zona está cada vez más arraigada. "Me gusta vivir ahí en el campo. Viajo a ver a mi pareja (Lizzie) y a mi hija que viven en Viña del Mar y también tengo un hijo que vive en San Antonio, por lo que voy alternando para poder estar en ambos lados. La verdad que en estos momentos me siento parte de San Antonio, ya que llevo más de seis años acá. He visto cómo ha ido creciendo la ciudad y estaré siempre agradecido de esta comuna porque me abrió las puertas para desarrollarme como profesional", confiesa orgulloso.