Los amores y condimentos que llenan la vida del reconocido chef local Gonzalo Gutiérrez
Aunque trabajó en algunos de los mejores restoranes de Santiago, se decidió y hoy deleita los paladares de los comensales sanantoninos en Llolleo.
Como Agua para Chocolate, La Esquina al Jerez y el Off theRecord, en el turístico barrio Bellavista, o Le Fournil, en La Dehesa, son exclusivos restoranes de la capital donde, quienes saben de buena mesa, encuentran solo exquisiteces para satisfacer paladares exigentes.
El currículum del reconocido chef local Gonzalo Gutiérrez (39 años) cuenta con estos restoranes y otras "joyitas" que vale la pena visitar como El Toro y Casa Lastarria o el Balthus de Vitacura, donde también reveló sus conocimientos este cocinero que hoy ofrece su propuesta y deleita a los comensales en La Terraza Restobar de Llolleo.
"Todos los trabajos que he tenido a lo largo de mi vida me han hecho el cocinero que soy hoy. Cada uno me ha dejado una enseñanza, algo aprendido en este largo camino que esperemos dure muchos años más", reflexiona Gonzalo.
Durante las últimas décadas estudiar para chef ha ganado prestigio, aunque sigue siendo una profesión dura ya que trabajan cuando los demás descansan, a veces con extenuantes jornadas y donde se requiere de un control y cuidado de los detalles a diario.
Amor de madre
La historia de Gonzalo en la cocina comenzó cuando era muy pequeño. Con mucho amor y una delicada y continua enseñanza, su madre le dio las medidas, sazones y recetas para preparar exquisiteces que deleitaron a su familia y amigos.
"Mi mamá me traspasó su amor por la cocina. Ella aún trabaja en esto y desde que tengo uso de razón, me fue entregando sus conocimientos e hizo que me enamorara de la cocina. Estudié en el barrio República, en el Instituto Icel, cuando gastronomía y cocina internacional eran carreras de dos años y la práctica hacía a los buenos cocineros. Hoy las carreras duran cinco años y enseñan cosas que probablemente nunca vas a ocupar como, por ejemplo, usar quenelle, que es una manera de presentar los alimentos con una forma redondeada que asemeja a la de las albóndigas, pero que en la práctica ni se ocupa, a menos que sea un restorán muy, muy exclusivo o cocina molecular", explica.
Gonzalo nació en la capital, pero viajaba a San Antonio desde la adolescencia a visitar a sus familiares durante las vacaciones de verano. Aquí conoció a la que sería el amor de su vida, Claudia Tobar. "Pololeamos cuando éramos quinceañeros, luego cada uno siguió su camino y hoy nos reencontramos. Estamos juntos hace cinco años y esperamos nuestro primer hijo, el que se suma a Javiera, hija de Claudia, y que es como mi primogénita también. Por ellas decidí venirme definitivamente a la zona y hemos logrado formar una linda familia. Las reconquisté con la cocina", dice con picardía.
Almuerzos
La nueva propuesta de Gonzalo tiene que ver con almuerzos distintos, completos nutricionalmente y con un sabor sin igual, más allá de la puesta en escena.
"En La Terraza comenzamos con sándwiches, quesadillas y fajitas, y nos ha ido tan bien que tuvimos que ampliar la cocina. Hoy preparo almuerzos con mucho cariño y dedicación porque me gusta lo que hago. Me gustaría que conocieran mi propuesta gastronómica y que vengan a probar mi cocina. La atención es bien personalizada y más que montaje en los platos, prima el sabor de los alimentos", asegura.
Dice que su especialidad es la cocina internacional y que a todo le pone un toque mágico y secreto. "Trato de inventar platos, cambiar lo tradicional, veo un plato y lo transformo agregándole algo especial. En verdad cocinar me roba un poco la energía porque siempre estoy muy pendiente de todo, y cuando más atención le pones, más fallas le ves. Me gustan los sabores exclusivos".
Cuenta que lo han tentado con trabajar en Europa, pero prefiere quedarse en San Antonio. "Me invitaron a trabajar en Suecia, pero además de que irse con familia es complicado, no soy muy bueno para aventurar. Me vine a San Antonio por amor y porque conocía la zona desde que era niño, pero hasta aquí nomás llego. Estoy feliz acá".
-¿Por qué cree que la gente lo considera un buen chef?
-Porque siempre estoy innovando, rescatando las raíces de lo que cocino y por lo que busco generar en mis comensales, que no solo es placer, sino una reflexión sobre lo que hay detrás de un plato cuando llega a la mesa.
-Su mujer es vegetariana, ¿lo complica eso, tal vez tiene menos variedad para encantarla con su cocina?
-Siempre estoy buscando cómo seguir encantándola con mis platos. En todo caso cada vez hay más opciones para los vegetarianos y veganos. También creo que todo va más allá de la dieta. Ella tiene una posición respetable sobre la explotación animal y, claro, siempre será más fácil estar con alguien que tenga los mismos ideales, pero hay que ser flexible y respetar a los demás. Ella sigue una dieta vegetariana y le preparo las cosas que le gustan, solo que a veces tengo que cocinar dos platos distintos. Pero cuando ella cocina, tampoco tiene problemas con cocinar un filete para mí.
-En el inconsciente colectivo está que los chefs comen de manera excelente. ¿Es así o no?
-Sobre capacidades y conocimiento de productos, está claro que los cocineros saben mejor que nadie cómo comer de manera excelente. Pero el día a día de un cocinero es frenético y suelen comer de forma bastante desordenada, rápida, desequilibrada y a deshora. Es que el cocinero trabaja a las horas de comer, eso unido a los nervios y la presión propia de este oficio y a que el cocinero siempre debe catar todo lo que hace, puede acabar con el apetito de cualquiera. Lejos de lo que la mayoría piensa, los cocineros en su tiempo libre prefieren cocinar cosas sencillas o simplemente no cocinar.
-¿En la cocina ya está todo inventado?
-En una disciplina como la cocina, con la que todo el mundo tiene un mayor o menor contacto a lo largo de su vida, es fácil llegar a la conclusión de que está todo inventado. Pero siempre se están inventando o descubriendo nuevas técnicas. Los cocineros siempre estamos innovando.
Amores que suman
Además de la cocina, Gonzalo vibra con los equipos de alta fidelidad, parlantes y reproductores de música portátil de la misma gama. "Me gusta escuchar música, siempre ando con audífonos y trato de comprar equipos que suenen como en vivo. Tener estos juguetitos me da un placer muy grande".
También sufre con los animales callejeros y trata de ayudar, en la medida que puede, a los perros abandonados. "Son mi debilidad y me pone muy triste la situación en la que se encuentran. Pese a todo, ellos siempre te mueven la cola. Espero que algún día se termine el abandono animal y tengamos solo mascotas felices y amadas como se lo merecen".