La mujer que a los 84 años sigue luchando por los discapacitados
La sanantonina Margarita Galarce tuvo una hija que nació con encefalitis aguda y eso la motivó a comenzar la batalla para que los jóvenes con discapacidad mental puedan realizar sus estudios y desempeñarse en algún oficio.
A los 84 años (16 de agosto de 1934), Margarita Galarce Vera se mantiene activa y vigente gracias a su actividad como presidenta de la directiva sanantonina de la Unión Nacional de Padres y Amigos de Discapacitados Mentales (Unpade). Nacida en San Antonio, vivió su infancia junto a sus padres en la población Victoria, en el sector de Tejas Verde. "Ahí nací, me casé y tuve a mis tres hijos hasta que nos cambiamos al sector de Villa Las Dunas", hace memoria Margarita.
Fue cuando tuvo a su segunda hija, llamada Sandra Amelia Echaniz (su primera hija se llama Fernanda y el menor es César Augusto), que Margarita Galarce tuvo que darle un cambio radical a su vida, ya que la recién nacida presentó una encefalitis aguda.
"Ella nació el 29 de mayo de 1955 y, producto de la encefalitis, cuando empezó a crecer tuve la suerte de llevarla al hospital Calvo Mackenna, porque San Antonio era parte de la Región Metropolitana. Tuvimos la atención de dos neurólogos muy conocidos: Mariano Latorre y el doctor Cox, quien también tenía una hija con problemas. Por los buenos lazos que se formaron, a mi hija la atendieron hasta los 24 años en el Calvo Mackenna a escondidas, porque ahí pueden ir hasta los 14 años de edad", recuerda la sanantonina que gracias a la ayuda de los mismos especialistas, fue armando un proyecto para que la discapacidad comenzara a ser visible en la ciudad puerto.
"Ellos me fueron guiando, porque yo de principio estaba deprimida. Uno piensa en la vida de su hija, que no podrá ser autovalente y que le va a costar mucho hacer algunas cosas. Y hay que recordar, además, que en esa época le daba vergüenza a la gente mostrar a un hijo con problemas y lo escondía. En lo personal para mí primero fue terrible, pero con el tiempo uno lo va aceptando y va pidiendo las fuerzas necesarias para salir adelante", asegura.
Grupo de apoyo
Tras dejar la población Victoria e instalarse en Villa Las Dunas, Margarita empezó a formar una red de contactos con otros padres que también estaban pasando por una situación como la de ella.
"Conocí a mi amigo Sergio Baquedano en Las Dunas, quien trabajaba en Rayonhil, y me contó que dos colegas suyos, Juan Betancourt y Juan Pinto, estaban con el mismo problema. Después conocí a Lorenzo Meli, de la escuela Nuestra Señora de Pompeya, quien tenía a sus cuatro hijos con problemas de discapacidad. Todo esto ocurrió entre 1968 y 1969", explica.
Mientras Margarita acompañaba al hospital Calvo Mackenna a su hija Sandra, en la capital le recomendaron que la pusiera en una escuela especial, la que en San Antonio aún no existía.
"Tenía que poner a Sandra en la Escuela de Desarrollo, pero estaba totalmente copada y acá en San Antonio no había nada. Luego traté de que mi hija ingresara a otro colegio acá de la zona pero no conseguí ninguna vacante, entonces nos vimos en la obligación de luchar por que se creara una escuela de desarrollo, pero en esos momentos las autoridades no nos dieron mucha atención", detalla la sanantonina.
Al ver que las autoridades no tomaban cartas en el asunto, se dirigió al hospital de San Antonio y "le pedí a la enfermera Olga Amaro la lista de los jóvenes con discapacidad que les daban pasajes para ir a Santiago y así demostrar que acá teníamos una cantidad importante de gente que necesitaba una escuela especial".
Obviamente, la primera gran barrera que existió para esta demanda fue el capital para poder iniciar algún proyecto. "Para todo se necesita dinero y así fue que comenzamos a movilizarnos. Andábamos en una camioneta vendiendo ropa usada, íbamos a San Juan y a varios lados, ya que hicimos muchas cosas para juntar dinero. Todos los trámites que había que hacer tenían un costo. Los varones se movilizaban porque tenían más disponibilidad de tiempo, a mí me daban permiso a veces en la Tesorería General, donde trabajaba como administrativa".
-¿Cuál fue el siguiente paso tras todas estas actividades que hicieron?
-Hicimos un colegio por cuenta nuestra en Villa Las Dunas cuando nos facilitaron una sala de parvularios que tenía la junta de vecinos. Nos conseguimos con don Carlos Vitin, quien era director del Instituto Comercial, unos bancos antiguos que nos regalaron y contábamos con la cooperación de la profesora Ana Zamora, quien se venía de Cartagena pagando ella misma sus pasajes. Pero la gente con la que nos habíamos juntado y los padres mandaron a sus hijos ahí. Sin embargo, no contábamos con que la directora de los parvularios encontró que Las Dunas no merecía tener a niños con algún tipo de discapacidad y nosotros hicimos como protesta unos volantes que decían 'todo ser humano tiene derecho a la vida y al respeto'. Tuvimos mucho rechazo en un comienzo y fue así que después de un tiempo nos pidieron las llaves del recinto y tuvimos que dejar de funcionar con la escuela especial.
Nueva escuela
El cierre de esta escuela especial fue noticia para el diario Las Últimas Noticias, que en agosto de 1969 llevó en una de sus páginas el conflicto que tuvieron estos padres sanantoninos.
"Gracias a esa cobertura que tuvimos, ya que además fuimos al Ministerio de Educación, se tomaron cartas en el asunto como se dice, y el ministerio hizo el decreto de la escuela especial para San Antonio. Pero no se dieron mobiliario ni infraestructura, solamente el permiso. Y gracias a la ayuda de Ladinia Villalobos, una persona muy entregada a la discapacidad, se facilitó una casa ubicada en calle Arzobispo Valdivieso, en Llolleo. Esa fue la primera escuela que se creó, en una casa reacomodada para que pudieran estar los alumnos. Y don Akin Soto, alcalde de San Antonio en ese entonces, regaló tres salas prefabricadas de madera para tener a los chicos y así fuimos creciendo, sumándose más profesores al proyecto", relata Margarita Galarce, quien fue la principal impulsora de la creación de esta escuela especial.
Con el primer paso realizado, la preocupación que surgió en Margarita fue el futuro posterior de los jóvenes una vez egresados de la escuela especial. "Había un tope para asistir a la escuela que era de 24 años, y después no sabíamos qué iban a hacer los chicos. O iban a estar encerrados viendo televisión o escuchando música, entonces pensamos que debían tener alguna actividad remunerada que los hiciera sentirse útiles para la sociedad, además de obtener unas ganancias honradamente".
-¿Qué tuvieron que hacer para lograr que los jóvenes con discapacidad siguieran desarrollándose tras la escuela?
-Logramos con muchos altos y bajos pensar en un taller, ya que no teníamos personalidad jurídica, entonces un día, Lorenzo Meli leyó en el diario la sigla Umpade, que era Unión Metropolitana de Padres y Amigos de Discapacitados. Así que decidimos ir a verlos a Santiago, a la sede en Manuel Montt, donde estaban puros niños con síndrome de Down. Entonces los invitamos a almorzar a San Antonio, y les dijimos si podíamos asociarnos a ellos, aunque nuestros niños no era Down, pero necesitábamos personalidad jurídica. A ellos les pareció muy buena idea y quedaron encantados. Y así fue como se creó la primera filial en Chile en este terreno que incluso hasta el día de hoy está en comodato a nombre de Umpade.
Habrá exposición
La fecha de inauguración de los talleres, que hasta el día de hoy se encuentran en calle Sanfuentes, Barrancas, fue el 15 de junio de 1983. "Como somos la primera filial, cambiamos la sigla a Unpade, que sería Unión Nacional de Padres y Amigos de Discapacitados. Para mí este fue un gran paso, dentro de los más de 50 años que llevo luchando por los discapacitados de San Antonio", reflexiona Margarita Galarce.
Actualmente, los talleres en Unpade se realizan los martes, miércoles y jueves en la tarde, con la presencia de más de 10 jóvenes que se dedican a hacer delantales, bolsas de género para el pan y la basura, paños de cocina y otras manualidades con la monitora Alicia Covarrubias.
Justamente serán estos trabajos realizador por los jóvenes los que serán exhibidos en el mismo taller el próximo viernes 30 de noviembre, desde las 17 horas, en lo que será una exposición pensaba en recaudar fondos para las próximas actividades de Unpade San Antonio. "Hacemos una invitación a toda la comunidad sanantonina para que venga a esta exposición. Y ojalá que más gente quiera colaborar o hacerse socio, ya que es la única forma para que podamos seguir con este trabajo para los jóvenes discapacitados de San Antonio", dice Margarita.