El Viejito Pascuero que desde su colectivo alegra a los niños
Hace ocho años Enrique Vicencio decidió encarnar al querido personaje, tarea que desarrolla por vocación y que lo hace feliz, alejando los recuerdos dolorosos de navidades pasadas y de otros tormentos de su vida.
Cada año en junio, Enrique Vicencio Jorquera se deja crecer la barba y el pelo blanco para interpretar al personaje más anhelado por los niños: el Viejito Pascuero.
En cuanto comienza diciembre se pone su traje, sus botas, el gorro y los lentes, toma su campana y se sube a "El Pulento", su colectivo, para comenzar a entregar alegría a los más pequeños del Litoral Central.
"La idea surgió cuando vivía en Santiago, yo me ponía un gorro y los lentes, me subía al taxi y la gente se sacaba fotos conmigo. Eso lo hacía durante todo diciembre. Pero acá comenzó todo oficialmente. En San Antonio me puse el traje del Viejito", cuenta el colectivero, que vive hace más de dos décadas en Cartagena.
En sus trayectos desde Cartagena a San Antonio, o viceversa, no duda en detener el colectivo si es que algún niño lo necesita. "A veces he visto a niños que andan tristes por la calle, por lo que tocó la campana y cuando me ven gritan emocionados. Yo les pido permiso a los pasajeros y me bajo del auto, converso con ellos y me saco una foto".
Vicencio manifiesta que "tiene mucho cariño por los niños. Cuando estoy vestido de Pascuero, adonde veo un niño lo abrazo".
-¿Por qué le surgió esta iniciativa?
-Para hacer feliz a los niños. Si quisiera ganar plata con el Viejo Pascuero me voy para Santiago al mall o a una tienda grande. Lo que yo quiero es que un niño me abrace y se saque una foto conmigo.
Lo que más le alegra a Vicencio son las respuestas de los pequeñitos. "Todos me dicen que se portaron bien todo el año. Nadie se porta mal", dice riendo, con una carcajada digna de su personaje.
"Antes la Navidad era más alegría, ahora es más pena que alegría; lo digo por los niños que no tienen para una cena o para un regalo. Si yo tuviera... ¡pucha, qué no haría!", expresa el solidario hombre.
Navidades pasadas
Vicencio cumplió 64 años en julio. En su memoria, tiene grabadas las navidades de su infancia, cuando vivía en Santiago junto a sus siete hermanos y sus padres.
"Yo pasaba las navidades trabajando. Me crié en la feria con mi papá y en las tardes nos íbamos al centro a vender globos", recuerda.
Entonces, todo funcionaba muy distinto y desde noviembre hasta el 24 de diciembre le tocaba poner el hombro a la par de sus padres y de sus tres hermanos mayores.
"Antiguamente inflábamos los globos con la boca nomás, no como ahora que hay maquinitas, usted aprieta un botón y se infla. Yo creo que la gente nos compraba por pura pena, porque éramos chiquititos y estábamos inflando globos y algunos eran grandes".
Aunque no recuerda la edad exacta, Vicencio cree que tenía alrededor de 12 años en ese entonces... y ya le tocaba huir de los carabineros. "Teníamos que salir arrancando de los carabineros, que se llamaban el Grupo Móvil. Con mi hermana mayor quedamos muchas veces encerrados en los ascensores, porque nos escondíamos ahí y no sabíamos apretar los botones", rememora sobre su pasado.
-¿Fueron muy difíciles esos tiempos?
-Eran otros tiempos, no es como ahora que si se ve a un niño trabajando a los papás se los llevan presos. Antes había necesidad o no sé... Lo otro es que yo era duro para los estudios.
A pesar de los esfuerzos que hacían, recalca que sus navidades no fueron tristes. "No teníamos mala situación, pero mi papá nos hacía trabajar a todos. En nuestras navidades no nos faltaba nada, desde el calcetín hacia arriba todo era nuevo para los ocho hermanos, todos impecables".
"Ahora mi papá no está, mi mamá no está y mis hermanas mayores, con quienes íbamos a vender los globos, tampoco", dice sacando con pesar la cuenta de sus seres queridos que partieron.
Otro uniforme
"Yo también fui militar", cuenta Vicencio, aunque ese uniforme le trae oscuros recuerdos.
A los 20 años fue llamado para hacer el Servicio Militar Obligatorio en la Escuela de Telecomunicaciones del Ejército.
"Fue muy difícil, todos esos años me traen recuerdos... recuerdos malos eso sí, porque antiguamente a los conscriptos cuando íbamos a campaña nos trataban de la madre para acá y para allá y los comandantes nos empujaban a las zarzamoras, ahí quedábamos enterrados. Quedabas todo clavado", comenta.
El episodio lo marcó tanto, que rememora difusamente los años en que estuvo en el Ejército, pero sabe que fueron más de dos.
"Uno obedecía órdenes nomás. Si uno no hacía caso te decían acuérdate que tienes papá, mamá y hermanos", afirma.
Vicencio evita entregar más detalles de lo que tuvo que hacer en esos años, pero el cambio en su semblante refleja el dolor que le produjo.
"Cuando salí me fui al campo, a la casa de unos amigos, y durante días lo único que hice fue llorar. Dormía a puro sol, de noche no podía. Después se pasó, pero duele", señala sobre las secuelas inmediatas que le dejó la instrucción militar.
-¿Ha conversado sobre lo que le ocurrió?
-No me gusta conversar de esto, porque una vez lo conté y casi me pegaron y quise sacar toda mi furia... porque es furia lo que uno tiene adentro, es garra.
Confiesa que la ira lo acompaña a causa de lo que vivió. "A pesar de mi edad, a veces hay cabros que te empiezan a buscar pelea y yo lo único que les digo es 'no me molestí', pero si me sacan (...) yo soy capaz de piteármelos. Es tanta la rabia que tuve que guardar... si yo le contara las historias que viví".
En septiembre los dolores de esos años reaparecen. "Todos los años cuando llega el 11 de septiembre se me vienen los recuerdos de esa época. En el auto me pongo a pensar 'a esta hora estábamos en tal parte' o 'estábamos en esta población allanando'. Me bajoneo y me voy para la casa. Me ducho y me acuesto", revela.
su alegría
El rostro de Vicencio cambia de inmediato cuando le recuerdan su rol de Viejito Pascuero.
Aunque él tiene su rutina navideña armada y viaja sin problemas disfrazado en su Toyota Yaris, quiere alegrar a más personas con su talento y alegría. "Siempre ofrezco mi ayuda para ir a hogares de niños o asilos de ancianos, pero la gente no se atreve a pedirme, deben pensar que cobro, pero no es así", sostiene.
Vicencio manifiesta que "todos me dicen que es buena la labor que hago para los niños y me encantaría ayudar más y llegar a los niños que más lo necesitan". Quienes deseen comunicarse con Vicencio pueden llamarlo al 964472888.
"Quiero mantener la ilusión en los niños y que crean en el Viejo Pascuero. Todavía hay pequeños inocentes que se alegran tanto cuando me ven", afirma emocionado el Viejito Pascuero, antes de subirse a su colectivo y recorrer la ciudad repartiendo alegría para todos.