De mesera a emprendedora: la historia de una mujer aguerrida
A los 16 años Andrea Jarpa tuvo mellizos y de inmediato debió trabajar para mantenerlos. Desde ese momento no para de luchar por ellos y sus hermanos, primero en el extinto Lucernita y ahora con una tienda de disfraces.
Los comensales del desaparecido restorán Lucernita deben recordarla bien. Andrea Jarpa González fue por 15 años mesera del establecimiento, donde siempre atendía con buena disposición y una sonrisa. Lo que pocos saben es la historia de esfuerzo que hay tras la simpática sanantonina.
"A los 16 años me embaracé. En cuanto supe, decidí no ir más al colegio, porque en esa época discriminaban y expulsaban a las estudiantes embarazadas y yo no quise pasar por esa humillación", recuerda Jarpa, de 37 años.
Cuando nacieron los mellizos, tuvo que ponerse a trabajar de inmediato. "Fue difícil. Tenía dos pegas para mantener a los mellizos, una de día y otra de noche. Desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde trabajaba en un restaurante en El Quisco y a las 8 de la noche entraba a otro en San Sebastián, donde estábamos hasta las 3 de la mañana", narra.
"A esa hora con mis compañeros debíamos caminar hasta Cartagena para tomar locomoción a San Antonio. Fueron años a full, de mucho insomnio", expresa.
Lucernita
Jarpa trabajó casi tres años bajo ese intenso ritmo, época en que sus padres fueron su principal apoyo. "Los niños se quedaban con mis papás, ellos les entregaban todos los cuidados y me apoyaban en lo que fuera. Lo triste, es que yo solo podía compartir con ellos fin de semana por medio, fue difícil, pero valió la pena", comenta la aguerrida mujer.
Pero los esfuerzos no pararon. A los 19 años ingresó a trabajar al Lucernita, donde sabía la hora de ingreso, pero no la de salida, ya que entonces no había restricciones horarias en los locales de venta de comida.
"Fue una muy buena experiencia. Es entretenido trabajar de mesera, agotador, pero pasan varias cosas. Una vez un 'viejo verde' me dejó 20 lucas de propina y solo se había comprado un pisco sour", dice aún sorprendida.
Ese gesto del cliente aún le causa gracia, pero hay otros que derechamente hasta el día de hoy le desagradan.
"Una vez se llenó una mesa con chilenos y filipinos. No sé a qué lugar los habrán llevado antes, pero después de que les entregué la comida uno de ellos me mandó un agarrón en el poto que yo solo reaccioné tomándolo del hombro y diciéndole que eso no se hacía. Me dio una vergüenza, no hallaba dónde meterme. Si hubiese podido le habría pegado", cuenta sobre el desagradable episodio.
la propina
"Ahora sí me gustaría trabajar de mesera", bromea Jarpa, refiriéndose a la ley que exige a las meseras sugerir al cliente el 10% de la propina.
Sin embargo, a ella no le iba mal, al menos no siempre...
"Cuando el Registro Civil estaba en avenida El Molo, llegaron unos recién casados al Lucernita, con cerca de 50 invitados. Yo los vi entrar y dije 'con esta mesa me hago el día', relata entusiasmada.
"Tomaron desayuno ahí,y cuando llegó la hora del almuerzo volvieron a pedir -continúa-. Yo no quise atender más mesas, con esa estaba asegurada".
Después de varias horas, llegó el momento decisivo para Jarpa. "La cuenta salió 100 mil pesos. Pensé 'si me dejan 5 mil pesos, estoy lista', esos eran como 10 mil pesos de ahora. Pero cuando voy a buscar la propina me habían dejado 50 pesos, 50 pesos -recalca-. No tenía ni para irme, por lo que le pedí a mi jefe para el pasaje. Cuando los vi salir decía para mí 'ojalá que no les funcione el matrimonio'", cuenta entre risas.
Amor sobre ruedas
En la icónica fuente de soda, redescubrió el amor de pareja. "Ahí me reencontré con un ex compañero del colegio, que no veía hace años. Comenzamos a salir y ahora hace 14 años que estamos juntos", cuenta.
El compañero es Alexis Pardo Millares, un fanático de los autos modificados o "tuneados", como se les conoce popularmente.
En la casa de Colinas del Mar, donde viven, se pueden ver todos los trofeos que Pardo ha conseguido en las exhibiciones y competencias de vehículos. Los motores no faltaron en el matrimonio de esta pareja.
"Nos casamos hace tres años en la parroquia de Llolleo y luego hicimos un pique (carrera) simbólico, los dos vestidos de novios, en el estacionamiento de un supermercado", recuerda.
El audaz matrimonio sanantonino acaparó la mirada de todos. "Tuvimos como una semana de fama, salimos en los diarios locales, nacionales y en canales de televisión", cuenta.
Jarpa confiesa que "yo nunca he ido a los piques, lo hice por él que es fanático de los autos. De hecho, ni sabía cómo dar la partida para la carrera".
Todo por sus hijos
Previo a la fama de la boda, la esforzada madre había cambiado de vida. Tras casi 20 años como mesera, había colgado el uniforme.
"A mis primeros hijos, que ahora tienen 22, no les di de amamantar, a la segunda, de 12, solo cuatro meses y volví a trabajar, por eso cuando quedé embarazada de mi último hijo, que hoy tiene seis, decidí aprovecharlo", señala.
Jarpa dice que "por primera vez pude dedicarme ciento por ciento a ellos. Todavía estoy aprovechando a mis hijos más chicos, entregándoles el tiempo y la dedicación que antes no pude".
Para continuar enfocada en la crianza, hace tres meses Jarpa y su esposo decidieron jugársela por un emprendimiento desde la casa: la tienda de disfraces "Disfraz-te con Andrea", donde arrienda diversas tenidas para grandes y chicos.
"Siempre hemos vendido cosas, detergentes, ropa, pero me puse a pensar qué negocio podría establecer en mi casa, hasta que se me ocurrió que lo mejor era esta tienda", afirma.
Jarpa explica que "antes la gente solo se disfrazaba para Halloween, pero ahora lo hacen para los cumpleaños de niños y adultos o les piden a los pequeños disertar disfrazados de animales, por lo que la demanda creció a todo el año. De los siete días de la semana, cinco nos arriendan trajes".
Además de la tienda, Jarpa decidió terminar sus estudios por sus hijos. "Con mi esposo, que tampoco había terminado la Enseñanza Media, volvimos a estudiar hace dos años y sacamos el cuarto medio. Lo hicimos por nuestros hijos, para que ellos vean que con nuestro esfuerzo que sí se puede", afirma la aguerrida mujer, que con su historia de vida ya ha dado ejemplo suficiente a sus hijos sobre cómo enfrentar con buena cara la adversidad.