Santiago Alfaro: el hombre que abandonó el mar por amor
Hace más de 27 años dejó de ser pescador, pero sigue ligado al puerto. Vende pescados en el mercado Hijos de Pescadores y cuando la cosa está mala, recolecta chatarra y hace fletes. Todo por cumplir la promesa de no volver a alta mar.
Santiago vende distintos tipos de pescados en su puesto en el mercado Hijos de Pescadores, a un costado de la caleta Pacheco Altamirano. Entre que atiende y administra su negocio, se da el tiempo para explicarle a cada cliente cómo queda mejor cada pescado. Sugiere caldillo para el congrio y ceviche para la palometa.
-¿En algún momento fue pescador?
-Sí, hace más de 27 años. Dejé de hacerlo por amor y porque era muy peligroso. La verdad es que mi actual señora, Magdalena Ortiz, tuvo un esposo que murió en un accidente de nave, en alta mar. Quedó sola con dos pequeños hijos. Cuando yo le dije que quería estar con ella, me dijo que tenía que dejar el mar, que no quería volver a sufrir lo que había pasado con su difunto marido.
A pesar que debió abandonar el mar para vivir con la persona que ama hasta estos días, Santiago está feliz con su decisión, porque de cualquier forma, pudo sacar adelante a la familia.
"Ella nunca recibió una pensión ni nada para sobre llevar la pérdida del único sostén de su casa. Por suerte pudimos salir adelante con los hijos, juntos. Ella trabaja conmigo acá en el local, vendiendo pescados, pero justo ahora está en la cárcel de mujeres predicando la palabra de Dios", señala.
Santiago siguió vendiendo productos del mar frente a la caleta, aunque ya no era pescador. "No quedaba de otra, había que elegir entre el amor y la pega. Elegí y así ha sido mi vida".
Pescados y Chatarra
A pesar de sus esfuerzos por mantener la familia, la actual crisis de la pesca artesanal lo ha obligado a tomar otros rumbos, para poder llevar lo necesario a su familia, incluso cuando no hay pescado para vender.
"El trabajo de venta y compra de chatarra lo hago solo cuando el pescado desaparece, cuando no se puede trabajar acá, cada vez más a menudo, por las restricciones que tienen los pescadores artesanales. Ellos agotan su cuota y no capturar más el producto. Yo por mi parte, tengo que encontrar el sustento de donde sea. Para complementar tengo esta venta de chatarra, además hago fletes a la misma gente de acá con mi camioncito. Tampoco hago más, la idea no es quitarle el trabajo a la gente que se dedica a los fletes todo el año".
Además de ser un segundo oficio, ser chatarrero lo deja conforme con su conciencia ambiental. "Me gusta saber que ayudo con la ecología, a reducir el plástico, la lata y la basura. Eso también es para entregarles un mejor futuro a mis nietos".
Con ocho hijos, un montón de nietos y bisnietos, necesita apoyarlos en los gastos. "Ser chatarrero me ayuda a apoyar a mis hijas en la crianza de mis nietos. Hace poco nacieron mis gemelos, los 'repetidos' que les digo yo. Ellos toman mucha leche, de los suplementos especiales. Ser chatarrero me permite poder ayudar con los gastos. Tengo que aportar con mis hijas".
-¿Qué es lo peor que ha sacado de la chatarra?
-Lata, plástico, fierro, de todo. También salgo a los talleres, para que me vendan algunas de las cosas que sacan. Gano dinero casi solo por transportarlo, es re poco lo que se saca.
Lo que más le ha llamado la atención en su labor de chatarrero, es la inconsciencia de la gente. "La gente bota la basura sin ver el daño que provoca. Es lo que más me impresiona, que la gente sea indolente con el futuro".
Sanantonino
Santiago se reconoce como un sanantonino de tomo y lomo. Es presidente del mercado Hijos de Pescadores, asiste a la iglesia y según él, "cómo me tiren caigo parado", además de no hacerle asco a la pega.
Sus padres también son sanantoninos, y vienen de una familia de pescadores.
Hace 35 años que tiene su local y cuenta que comenzó como un puesto casi de ilegal en un espacio de área verde. "La alcaldesa Lucía Menares transformó este sector. Nosotros vendíamos la mercadería en cajones, así no más, bien poco salubre. De a poco hemos ido surgiendo, como con la instalación de mesones de acero inoxidable", señala con un dejo de orgullo.
-¿Le gusta vender pescado?
-Sí, me gusta. Acá uno conoce harta gente. Tengo personas conocidas de años, he entregado mi juventud. Me encuentro a gusto, esta semana estoy de aniversario de matrimonio con mi señora, acá paso también todos los cumpleaños. Mi vida ha pasado acá", confesó.
"Invitamos a los turistas a que vengan a consumir pescado fresco. Hay gente que no tiene idea cómo preparar el pescado, nosotros les damos todas las recomendaciones para que les queden ricos. Lo importante es ser honesto, dar lo mejor, como si fuera para uno", remata con confianza.