Fabián González Pardo, el doctor que pudo ser profeta en su tierra
El cardiólogo sanantonino dejó su cargo en el hospital Claudio Vicuña el pasado miércoles tras 39 años entregando sus servicios médicos a la comunidad de la ciudad puerto.
Un día después de terminar sus 39 años de trabajo como doctor en el hospital Claudio Vicuña de San Antonio, Fabián de la Cruz González Pardo se levantó temprano en su casa que se encuentra en la comuna de Santo Domingo para dirigirse a Llolleo, al sector de avenida Chile esquina Baquedano. La primera actividad que quería hacer, aprovechando que ahora tendría tiempo de sobra, era recorrer los barrios que lo vieron nacer y crecer. Pasó a saludar a la verdulería de su amigo Rafael Cerda y compró el pan recién saliendo del horno en la panadería El Trigal. Vestido de pantalón corto y polera, lejano de la capa blanca que lo acompañó hasta el pasado miércoles 16 de enero, disfrutó y recordó en aquellas horas toda su infancia y adolescencia.
"Viví en este sector de Llolleo hasta que entré a la universidad junto a mi madre, María Isabel Pardo Hinojosa, y mi hermano Mario, quien era mayor que yo. Estudié en la Escuela 5 que me quedaba a pasos de la casa. Sonaba la campana y corría para llegar en menos de un minutos a clases. Las humanidades las terminé en el Liceo Fiscal y luego de eso me fui a estudiar Ingeniería Civil a la Universidad de Chile en la sede de calle Baucheff", recuerda.
-¿Cómo era en su infancia el sector de Baquedano?
-Siempre comento lo mismo. Estas casas de acá antiguamente todas tenían una huerta y un gallinero. Entonces las dueñas de casas tenían sus verduras y huevos para el consumo diario. En la esquina opuesta a nuestra casa estaba la señora Olga, que tenía cerca de 60 gallinas. Con 40 que dieran huevos, ya había para varios días. Por eso ella invitaba a todos los niños del barrio que eran amigos de su hijo para que después de que jugáramos a la pelota fuéramos a tomar once y nos esperaba a las cinco de la tarde en punto con una paila gigante de huevos revueltos, con pan de El Trigal y un tazón de té gigante.
¿Había harta vida de barrio en ese tiempo entonces?
-Recuerdo que una dueña de casa del barrio hacía pan, los echaba en un plato, les ponía un paño y mandaba al hijo a dejárselos a los vecinos. Luego otra vecina molía trigo, hacía harina tostada y la mandaba de vuelta. Eran regalos que se daban entre la gente del sector. Por eso digo que fue una hermosa infancia, con algunas carencias, pero muy estimulante y motivante para hacer bien las cosas en la vida. Por eso que a lo largo de mis años he desarrollado las virtudes, que es la tendencia del alma a hacer bien las cosas y he tratado de vivir la vida en ese sentido, y lo he notado en todos los mensajes que me ha dejado la gente en estos días que llevo fuera del hospital de San Antonio.
A la medicina
Tras titularse como ingeniero civil, Fabián González entró a estudiar Medicina también en la Universidad de Chile, carrera de la que se tituló el 30 de diciembre de 1979.
"La carrera la hice toda en el hospital J.J. Aguirre en Santiago. Y posteriormente, el 15 de enero de 1980 comencé a desarrollarme en el hospital Claudio Vicuña de San Antonio. Como yo era de acá, cuando era estudiante hice algunas prácticas en el hospital en el verano y era conocido del director, y como había un déficit de profesionales, no existió mayor problema para quedarme a trabajar como médico general", rememora el doctor.
Tras cerca de 15 años desempeñándose en el recinto de salud sanantonino, se especializó en cardiología, luego de que conoció al reconocido doctor viñamarino (ex alcalde también de la Ciudad Jardín) Jorge Kaplán, quien realizó el primer transplante de corazón en Chile.
"Lo conocí por el 97-98 y le llamó mucho la atención la trayectoria académica mía y él me consiguió una estadía de perfeccionamiento en los hospitales Van Buren y Gustavo Fricke que dependen de la Universidad de Valparaíso para especializarme en cardiología", explica.
-¿Y cómo recuerda esos primeros años en que trabajaba en el hospital Claudio Vicuña?
-Difíciles. Teníamos una medicina bastante básica, porque no estaban los métodos de diagnóstico de ahora. Por ejemplo, no teníamos ecotomografía, no había endoscopía, escáner, que son herramientas que ayudan a mejorar el diagnóstico del paciente.
-¿Cómo fue su experiencia como cardiólogo luego de especializarse?
-Ya como especialista es un trabajo que para mí resultó muy interesante y motivante. Pudimos tener una selección de los enfermos cardiópatas y poder enviarlos a los subespecialistas a Valparaíso. Dentro de la cardiología hay una parte que necesita cirugía y eso no se detectaba antes en San Antonio. Y pudimos, a través de los equipos que implementamos con la ayuda del doctor Kaplán, poder tener un diagnóstico más certero. Contábamos con electrocardiograma, test de esfuerzo y ecocardio.
El retiro del hospital
Con 67 años de edad (nació el 18 de septiembre de 1951, "un mal día para haber nacido, porque todos están con sus familias cuando quiero celebrar mi cumpleaños", acota entre risas), el doctor Fabián González Pardo decidió ponerle fin a su trayectoria médica el miércoles pasado. "Por un poquito de cansancio y porque necesito manejar y controlar mis tiempos, porque era demasiado el trabajo y las obligaciones. Quiero ser dueño de mi tiempo. Y creo que 39 años de trabajo es más que suficiente", reconoce con orgullo.
¿Cumplió las expectativas que tenía desde un principio dedicándose al área de la salud?
-Creo que se cumplieron. La vida me ha dado más de lo que yo quería e imaginaba cuando era joven. Estábamos en otra realidad social, eran otros los fines que teníamos muchos jóvenes, pero la vida cambia, no es lineal, y una parte de la inteligencia es poder adaptarse a los cambios, pero sin dejar de ser consecuente con lo que uno piensa, y creo que en ese sentido lo he cumplido.
Este llolleíno lleva casado 38 años con su esposa, Marilú Vargas, con quien vive en la comuna de Santo Domingo. Y dos de sus hijos, Fabián Alfonso (35) y Felipe (31), también se titularon de Medicina, por lo que los temas a compartir son bastantes cuando se junta el padre con sus hijos, los que a la vez son colegas.
"Hablamos harto de varios temas, aunque la verdad es que más les pregunto yo a ellos, que ellos a mí, porque ellos conocen más las nuevas tecnologías que se van actualizando en la Medicina", cuenta.
-¿A qué le gustaría dedicar ahora el día a día?
-Primero que nada quiero dedicarme a la lectura. Segundo al deporte, porque me encanta el ciclismo desde niño. Y, además, pertenezco a la masonería en la provincia donde ocupo un puesto importante que me ocupa bastante tiempo, así que ahora podré darle más espacio del que le he dedicado estos años.
¿Qué le parece que tanta gente haya manifestado buenas opiniones suyas ahora que se retiró del hospital?
-Es un orgullo, porque un colega siempre me decía que fui 'profeta en mi tierra". Agradezco al personal que trabajó conmigo, porque siempre fue gente muy leal. Y estoy muy agradecido por algo muy particular: yo soy hijo de una auxiliar de enfermería, y por eso pedí sacarme una foto con todas ellas, ya que en su trabajo yo veía reflejada a mi madre, María Isabel Pardo Hinojosa.