Cada año nos enfrentamos a la inevitable "realidad" de retomar la rutina escolar y laboral luego de un periodo de vacaciones. Tanto adultos como los niños nos encontramos con el ejercicio -sacrificio para algunos- de dejar atrás esos largos días de descanso con poca estructura.
En el caso de los niños y adolescentes, el retomar el año escolar puede ser sinónimo de entretención, alegría y ganas de enfrentar nuevos desafíos, pero para otros se asocia a sentimientos negativos, "lata", temor y ansiedad.
Como padres y apoderados, existen algunas estrategias que pueden implementarse con el fin de ayudar a niños y jóvenes en este tránsito, lo que también es beneficioso para ellos.
En primer lugar, para retomar una rutina se requiere de tiempo. Por ello se sugiere anticipar el ajuste de horarios. Así, se puede comenzar una semana antes adelantando el horario de acostarse y también ir levantándose paulatinamente más temprano, dando espacio a que el cuerpo se adapte y se prepare para los nuevos horarios.
Otro aspecto relevante, es identificar las expectativas y motivaciones que cada niño tiene acerca del año que están comenzando. Para algunos, es una oportunidad de comenzar de nuevo, de decir "¡este año sí que sí!", de desafiarse a sí mismos y aprender nuevos contenidos. Sin embargo, para otro grupo esto les genera mucha ansiedad y temor de no cumplir las expectativas personales y de los otros, por lo tanto tienen temor al fracaso.
Dado lo anterior, es clave para los padres saber cómo está afrontando cada uno de sus hijos este inicio escolar, identificando a qué grupo de niños pertenecen, y si alguno lo hace al segundo grupo de estudiantes, ayudarlos a ajustar las expectativas a logros alcanzables que los empoderen como estudiantes, a establecer metas compartidas, generando los mecanismos de apoyo necesarios para lograrlos. En definitiva, entregar el mensaje de que no están solos y que el desafío escolar se comparte a nivel familiar.
Alejandra Cheyre Triat
Psicóloga educacional
UDD